¿Se puede reducir la grasa localizada gracias al ejercicio físico?
Puede que hayas escuchado alguna vez que haciendo ejercicio podrás eliminar la grasa de la tripa o los muslos, pero ¿es cierto?
Hay muchos motivos que pueden empujarnos a comenzar a hacer ejercicio físico y todos son válidos. Una vida más activa es clave cuando queremos mantenernos saludables y por tanto, conseguir que el ejercicio forme parte de ella siempre es una buena idea.
Sin embargo, si tu objetivo final es reducir la grasa de una zona concreta de tu cuerpo, puede que acabes ligeramente frustrada al ver que los resultados no son los que esperabas cuando comenzaste a entrenar.
Esto puede suceder porque, por sorprendente que parezca, no tenemos muy claro cómo funciona nuestro cuerpo. Tendemos a pensar que, si entrenamos una zona concreta lo que estamos haciendo es quemar la grasa que se acumula en ella, pero no es así.
Nuestro cuerpo funciona como un todo, cuando hacemos ejercicio, por muy específico que este sea, no podemos elegir de qué parte de nuestro cuerpo estamos eliminando grasa. Tras un tiempo entrenando, empezaremos a notar los resultados, pero puede que no sean los que nos llevaron a ponernos las mallas y calzarnos las zapatillas de deporte por primera vez.
Puede que notes cómo unas zonas de tu cuerpo adelgazan más que otras y es muy probables que ninguna de ellas sea la que querías en un principio. Donde tengamos más grasa acumulada costará más que se noten los cambios.
Estos serán más evidentes en los depósitos de grasa que son menores, por eso solemos adelgazar antes en la cara y el cuello que en la zona abdominal o los glúteos y piernas. La pérdida de grasa tiende a ser generalizada en todo el cuerpo y no solo en la zona que a nosotras nos interesa.
Esto no quiere decir que tengas que rendirte porque es imposible conseguirlo, ni mucho menos, solo que los resultados no son instantáneos ni el ejercicio es milagroso, puedes llegar a conseguir tu reto pero conviene que seas consciente de que va a requerir esfuerzo y constancia por tu parte y algunos cambios más.
Por ejemplo, una dieta adecuada resulta de vital importancia para conseguir esa pérdida de grasa, aumentar la ingesta de frutas y verduras y reducir la de azúcares y alimentos procesados.
Un entrenamiento general con ejercicios aeróbicos te ayudará a utilizar la mayor parte de tu cuerpo, disminuyendo los depósitos de grasa sin excesivas fatigas. Los ejercicios específicos tonificarán los músculos y eso te ayudará a ver los resultados que esperabas al desarrollar una zona determinada.
En definitiva, aunque no se puede reducir la grasa de una zona determinada, una dieta adecuada y el ejercicio físico hará que perdamos grasa de forma global y por tanto también de donde nos interesa.
Hay muchos motivos que pueden empujarnos a comenzar a hacer ejercicio físico y todos son válidos. Una vida más activa es clave cuando queremos mantenernos saludables y por tanto, conseguir que el ejercicio forme parte de ella siempre es una buena idea.