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Isla Mauricio: vacaciones de invierno en un paraíso tropical divino, très chic y lejano
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Isla Mauricio: vacaciones de invierno en un paraíso tropical divino, très chic y lejano

Tras una reparadora transición a bordo de nuestra línea aérea favorita —perfecta para acabar series y reordenar planes futuros— dejamos atrás el invierno para conquistar Isla Mauricio. No nos busques, por favor

Foto: Espectacular lobby colonial del resort Sugar Beach de Isla Mauricio. (Cortesía)
Espectacular lobby colonial del resort Sugar Beach de Isla Mauricio. (Cortesía)

Nada mejor para disfrutar realmente de los trópicos que aterrizar en ellos dejando atrás un crudo invierno. Experimentar ese tipo de transiciones, las que arrancan en Barajas con jersey de grecas, bufanda amorosa y abrigo de paño, y concluyen, por irse bien lejos, en Isla Mauricio, donde la ropa sobra —hasta donde la convivencia en sociedad lo permite— por culpa de la deliciosa temperatura media anual de entre 23 y 25 grados centígrados. Hora de activar el modo tropical en clave chic.

placeholder Isla Mauricio, prodigio de la naturaleza. (Cortesía)
Isla Mauricio, prodigio de la naturaleza. (Cortesía)

Mauricio forma parte de las Islas Mascareñas, localizadas al sur del continente africano, en medio del Índico, a 800 kilómetros al este de Madagascar. Toda una señora república oceánica con 2.040 kilómetros cuadrados que incluyen otras islas —como Rodrigues, Agalega y Cargados Carajos— e islotes. En total, hablamos de 177 kilómetros de costas.

placeholder Resort Sugar Beach. (Cortesía)
Resort Sugar Beach. (Cortesía)

Isla Mauricio, hogar original de los hoy desaparecidos dodos —ya que, pese a pertenecer hoy a la categoría de los animales fantásticos, quizá por culpa de ‘Alicia en el País de las Maravillas’​ de Lewis Carroll, existieron— goza de un delicioso clima tropical todo el año.

placeholder Citronella's Beach Lounge. (Cortesía)
Citronella's Beach Lounge. (Cortesía)

Tras una reparadora transición a bordo de nuestra línea aérea favorita —reparadora por permitirnos acabar ese libro y esas dos series pendientes, además de reordenar varios planes futuros— llegamos a nuestro paraíso particular, el resort Sugar Beach Mauritius.

placeholder Resort Sugar Beach. (Cortesía)
Resort Sugar Beach. (Cortesía)

Sugar Beach es un supercinco estrellas de lujo adscrito al Grupo Sunlife, compañía hotelera local con más de 45 años de experiencia en la industria, y cuatro resorts muy destacables: Long Beach (5*), La Pirogue (4*), Ambre (4*), nuestro Sugar Beach y el espectacular Île-aux-Cerfs Golf Club —uno de los mejores del Índico—. En Sugar Beach, en la costa oeste de la isla, la excelencia llega precedida de la amabilidad y las sonrisas de su estupendo personal. A diferencia de la mayoría de los resorts tropicales, fruto de clonaciones inclementes, en este ‘playa azúcar’ el buen gusto vive en cada rincón.

placeholder Habitaciones ultraconfortables a pie de playa. (Cortesía)
Habitaciones ultraconfortables a pie de playa. (Cortesía)

De la playa de arena blanca y aguas cristalinas a pie de habitación a sus tres perfectas piscinas de agua dulce. De sus sofisticados restaurantes —muy marineros y especialmente inspirados en las culinarias mediterráneas y asiáticas— al bar de sabor colonial de cócteles impecables, pasando por un encantador salón de té. Sugar Beach es de esos sitios que invitan a pensar “me quedo a vivir”.

placeholder Resort Sugar Beach. (Cortesía)
Resort Sugar Beach. (Cortesía)

Conviene apuntar que el Grupo Sunlife viene de un rebranding y una profunda modernización de todos sus resorts. Una nueva etapa que incorpora la iniciativa Come Alive Collections o pack de experiencias como la Sega Zoomba —zumba al estilo mauriciano—, Santé —cócteles sin alcohol con propiedades curativas— o Puttin' on the Ritz —servicio que ofrece vestir al huésped para cenas especiales con cambios de imagen de pies a cabeza—.

placeholder Spa del Sugar Beach. (Cortesía)
Spa del Sugar Beach. (Cortesía)

Tras una renovación completa, Sugar Beach se impone como uno de los resorts más recomendables de Mauricio y eso que aún no hemos mencionado tres de sus restaurantes: Buddha-Bar Beach —sushi glorioso, marisco en el punto perfecto y cócteles mayúsculos—, Citronella's Beach Lounge —tapas españolas, antipasto y horno de pizzas— y El Patio —restaurante bufé que inspirado en los platos más ricos del mundo—. No importa la hora del día, en los restaurantes de Sugar Beach impera el tropical chic en el vestir.

placeholder Buddha-Bar Beach. (Cortesía)
Buddha-Bar Beach. (Cortesía)

El ADN de Mauricio habla de las conquistas de marineros árabes y malayos. Los portugueses llegaron en 1505; sin embargo, la isla se mantuvo deshabitada hasta del siglo XVII, cuando fue colonizada por los neerlandeses, que la rebautizaron en honor de su príncipe Mauricio I de Nassau. Luego llegaron los franceses, que controlaron la isla durante el siglo XVIII, hasta que estos fueron derrotados por los ingleses a principios del XIX. La independencia se consiguió en 1968. En 1992, nace la República de Mauricio en la órbita de la Commonwealth.

placeholder El pescado y el marisco más frescos. (Cortesía)
El pescado y el marisco más frescos. (Cortesía)

¿Qué ver y hacer en Mauricio?

Plan 1) Visitar la Île-aux-Cerfs (Isla de los Ciervos), un lugar paradisiaco donde no verás ciervos, pero sí podrás entregarte a placenteras actividades acuáticas en su preciosa laguna interior (la más bonita de Mauricio), tomar el sol en sus espectaculares playas o jugar al golf en su internacionalmente aclamado campo. La forma más común de visitar la isla es contratar una excursión a través del portal español especializado Maestro Viajes que incluirá recogida en el hotel, trayecto en barco, comida y bebida a bordo y tiempo libre para disfrutar la isla.

placeholder Cráter de Trou-aux-Cerfs o Agujero de los Ciervos. (Cortesía)
Cráter de Trou-aux-Cerfs o Agujero de los Ciervos. (Cortesía)

Plan 2) Excursión al cráter de Trou-aux-Cerfs (Agujero de los Ciervos). Mauricio es una isla cien por volcánica plagada de interesantes cráteres. Este de Trou-aux-Cerfs es el más impresionante de todos, tanto por sus dimensiones como por la exuberante vegetación que lo ha conquistado. De forma ovalada, tiene un diámetro de 350 metros y una profundidad de 100. Realmente, un paraje exótico y precioso.

placeholder Piscina principal del Sugar Beach. Cortesía)
Piscina principal del Sugar Beach. Cortesía)

Plan 3) Le Morne Brabant, declarada Patrimonio Cultural de la Unesco en julio de 2008, es una de las montañas más bonitas e interesantes de Isla Mauricio, ya que está conformada por una única roca basáltica de 556 metros de altura. Durante siglos los esclavos que conseguían huir se refugiaban en Le Morne Brabant, que hoy ofrece unas vistas realmente espectaculares. Excursión muy recomendable.

placeholder Coctelería de autor. (Cortesía)
Coctelería de autor. (Cortesía)

Plan 4) Caminar sobre la Tierra de los Siete Colores en el pueblecito de Chamarel, un caprichoso paisaje de diferentes tonalidades en medio de un frondoso bosque. Aquí mandan rojos, marrones, violetas, verdes, azules, morados y amarillos. Caprichos de la erosión sobre un suelo basáltico.

placeholder La vida en modo Sunlife. (Cortesía)
La vida en modo Sunlife. (Cortesía)

Plan 5) Visitar el Jardín Botánico Sir Seewoosagur Ramgoolam, un precioso rincón que conserva mucha de la cultura y la historia de Isla Mauricio. Fundado durante la colonización francesa, es uno de los jardines botánicos más antiguos del hemisferio sur y cuenta con frutas, vegetales y flores traídas de todo el mundo. Podrás disfrutar de nenúfares gigantes, rosas de Venezuela, flores de loto, plantas medicinales, especias… y de diferentes especies animales, como tortugas gigantes, ciervos, papagayos o zorros voladores. Precioso.

placeholder Un país de rincones espectaculares. (Pexels/Memoirsofevu)
Un país de rincones espectaculares. (Pexels/Memoirsofevu)

Sin duda, We Love Mauritius!

Nada mejor para disfrutar realmente de los trópicos que aterrizar en ellos dejando atrás un crudo invierno. Experimentar ese tipo de transiciones, las que arrancan en Barajas con jersey de grecas, bufanda amorosa y abrigo de paño, y concluyen, por irse bien lejos, en Isla Mauricio, donde la ropa sobra —hasta donde la convivencia en sociedad lo permite— por culpa de la deliciosa temperatura media anual de entre 23 y 25 grados centígrados. Hora de activar el modo tropical en clave chic.

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