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'Heidi' cumple 50 años: viajamos a Heidiland y a la Suiza del anime más famoso de la historia
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ANIVERSARIO VIAJERO

'Heidi' cumple 50 años: viajamos a Heidiland y a la Suiza del anime más famoso de la historia

En enero de 1974 se estrenó una de las producciones más míticas de la televisión, que en nuestro país sigue teniendo el récord de audiencia de serie animada más vista. Hacemos un tour por el lugar exacto que la inspiró

Foto: Fotograma de 'Heidi'. (Planeta Junior)
Fotograma de 'Heidi'. (Planeta Junior)

'Abuelito, dime tú'. Son muchas las generaciones que reconocen esta frase; muchos treintañeros, cuarentones y cincuentones que, inmediatamente, piensan en una canción y en esa niña de ojos grandes, cara regordeta y coloretes que correteaba incansable por los prados suizos. 'Heidi' es un icono intergeneracional; un producto que ha llegado a todo tipo de públicos y que, curiosamente, ha opacado a la novela en la que se inspiró.

El anime llegó a la televisión japonesa en enero de 1974, hace ahora medio siglo. Aunque en España se estrenó un año más tarde, en pleno tardofranquismo, nuestra tierra también vivió la fiebre de la 'heidimanía'. De hecho, se convirtió en un fenómeno sociológico que arroja datos que nos dejan ojipláticos. Récord de audiencia cada sábado por la tarde, 'Heidi' generó anécdotas que, en tiempos de audiencias fragmentadas y plataformas digitales, resultan entrañables. Aquí va una: cuando Televisión Española cambió su emisión un fin de semana, debido al luto oficial por la muerte de Franco, el ente recibió miles de cartas de protesta de los afligidos espectadores. No podían quedarse sin su ración de 'Heidi' y mucho menos por el último adiós del Generalísimo.

En nuestro país se llegó a buscar la Heidi real, se lanzaron muñecas de todos los tamaños y gustos, y hasta Fournier elaboró una baraja de cartas inspirada en los dibujos que hoy se paga a precio de oro en Wallapop. Revisando titulares de 1975 comprobamos que la serie fue, incluso, tema de conversación en plenos políticos. La historia de esta niña que vive en las montañas con su abuelo nació, como producción animada, en los estudios Zuiyo de Japón.

Basada en la novela de Johanna Spyri, 'Heidi' fue uno de los animes más cuidados y elaborados de la historia, 'cocinado' por algunos de los nombres de oro del futuro Studio Ghibli. Dirigida por Isao Takahata ('La tumba de las luciérnagas'), contó en su producción con animadores que ya han pasado a la historia del cine, como el de Hayao Miyazaki. Incluso la banda sonora, poética y melancólica, se cuidó hasta el extremo de incluir los típicos instrumentos alpinos por obra y gracia del compositor Takeo Watanabe. El resultado, una de las animaciones más icónicas de la historia de la televisión.

placeholder Imagen de la mítica intro de 'Heidi'. (YouTube)
Imagen de la mítica intro de 'Heidi'. (YouTube)

Pocos saben que en Maienfeld (Suiza) existe un Heidiland, una especie de parque temático que también sirve de museo en el que se recorre la historia de la novela original, la de sus adaptaciones cinematográficas y, por supuesto, la del anime japonés de 1974. Dividida en varios espacios, la zona cero de 'Heidi' está situada en esa aldea del cantón alemán de los Alpes suizos, un enclave lleno de prados y bosques inmensos atravesado, como una flecha, por el río Rin. Aunque el pueblo en cuestión es minúsculo, sus calles y su ambiente están imbuidos del espíritu de la niña suiza que, como el chocolate, las vacas o las montañas, es un verdadero símbolo nacional.

Maienfeld sirvió de inspiración a la autora, que también quería criticar los rígidos códigos educativos del siglo XIX. Tiene sentido que allí se sitúe este 'universo Heidi' que puede visitar desde el turista accidental al más experimentado en la obra de Spyri. Muchos de los visitantes son japoneses, lo cual demuestra que, para el país nipón, también es un tesoro patrio.

placeholder Cabaña original del abuelo en Heidiland. (J.M.)
Cabaña original del abuelo en Heidiland. (J.M.)

El primer paso del tour nos lleva a la casa de invierno del abuelo y de Heidi. Un casón típicamente suizo que se inspira en un momento clave de la historia: cuando la pequeña vuelve de Frankfurt, donde ha ejercido de compañera de la señorita Clara, su abuelo decide romper su aislamiento en las montañas y mudarse, en los meses de frío, al pueblo (Dörfli). El objetivo de su traslado: que la niña pueda ir al colegio y continuar su educación. La casa recrea, igual que un granero próximo, una típica construcción suiza de la época en la que se desarrolla la historia. En dicho granero, por ejemplo, nos encontramos con figuritas que resultan más propias de una película de terror que de algo tan tierno como 'Heidi'. Heidi y Pedro versión 'horror fest'.

placeholder La figura del abuelo en la casa de Heidiland. (J.M.)
La figura del abuelo en la casa de Heidiland. (J.M.)

En otro habitáculo nos encontramos la tienda, que ofrece todo tipo de souvenirs sobre Heidi: desde tabletas de chocolates a bolsos, estuches o ejemplares diversos de la obra original. Subiendo las escaleras podemos ver un museo de lo más completo que nos cuenta el germen de la novela, la historia personal de Johanna Spyri (bastante dramática, por cierto) y todo tipo de reliquias de las adaptaciones (una de ellas protagonizada por Shirley Temple en 1937) y del anime. En esta sala tenemos la prueba fehaciente del fenómeno que fue la producción de Takahata: muñecas en miniatura, peluches, barajas de cartas o postales. No hay una sola posibilidad publicitaria que 'Heidi' no haya explorado.

placeholder Objetos del anime en el museo dedicado a la historia de 'Heidi'. (J.M.)
Objetos del anime en el museo dedicado a la historia de 'Heidi'. (J.M.)

Una de las curiosidades de Heidiland es que, en el interior de la tienda, podemos ver una de las oficinas postales más antiguas de Suiza. Sin embargo, la verdadera joya, y la que más nos recordará a la serie, es la cabaña original del abuelo. La que se encuentra en los alrededores del museo es solo una réplica. Para ver la auténtica, hay que subir un camino de dos horas que desemboca en una casita que es exactamente igual a la que aparece en el anime. De hecho, rastreando en Google se pueden encontrar imágenes de Miyazaki o Takahata posando en la fachada del inmueble.

Ambos viajaron hasta la zona para calcar, trazo a trazo, esa construcción que tiene una antiguedad de unos 200 años y ha sido restaurada en las últimas décadas. Hoy en día hace las funciones de bar pintoresco y rural en el que se sirven, sobre todo, cervezas de tamaño XXL. Las florituras que decoran el lugar no son precisamente elegantes (las sombrillas coloridas fulminan parte del encanto), pero cualquier fanático de la animación quedará encantado con la visita. Para los más despistados, una advertencia: las consumiciones no se pueden pagar con tarjeta de crédito. Así que atentos al efectivo.

placeholder Cabaña original del abuelo en Heidiland. (J.M.)
Cabaña original del abuelo en Heidiland. (J.M.)

placeholder Otra perspectiva del inmueble. (J.M.)
Otra perspectiva del inmueble. (J.M.)

Heidiland es un lugar idóneo para pasar el día y celebrar el anime; para comprobar hasta qué punto los creadores calcaron muchos de los rasgos del paisaje. También para vivir la nostalgia de un producto cultural que sigue siendo vigente a día de hoy, pese a lo naif de sus valores y su exaltación de la naturaleza y de los lazos familiares duraderos.

placeholder Réplica de la cabaña del abuelo. (J.M.)
Réplica de la cabaña del abuelo. (J.M.)

Medio siglo después de 'Heidi', y tras mil reposiciones que la han hecho popular entre todo tipo de públicos, hay que reconocer su poder icónico y su papel histórico como germen del posterior universo Ghibli. Que el estreno de 'El chico y la garza', la última película de Miyazaki, coincida en el tiempo con el aniversario de 'Heidi' es una coincidencia casi poética; una casualidad que podemos celebrar en este rincón de Suiza que atrae a miles de turistas cada año.

'Abuelito, dime tú'. Son muchas las generaciones que reconocen esta frase; muchos treintañeros, cuarentones y cincuentones que, inmediatamente, piensan en una canción y en esa niña de ojos grandes, cara regordeta y coloretes que correteaba incansable por los prados suizos. 'Heidi' es un icono intergeneracional; un producto que ha llegado a todo tipo de públicos y que, curiosamente, ha opacado a la novela en la que se inspiró.

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