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São Miguel, la joya de las Azores: aguas termales, cocidos volcánicos y un té único
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São Miguel, la joya de las Azores: aguas termales, cocidos volcánicos y un té único

São Miguel, la más grande y verde de este archipiélago portugués perdido en mitad del Atlántico, no solo permite gozar de burbujeantes balnearios ocultos dentro de cráteres, sino también de cultura y rica gastronomía

Foto: São Miguel es la isla más grande y más verde del archipiélago de las Azores, a 1.400 kilómetros de la costa portuguesa. (N. Ferreiro)
São Miguel es la isla más grande y más verde del archipiélago de las Azores, a 1.400 kilómetros de la costa portuguesa. (N. Ferreiro)

Es una explosión de verdor dentro de este conjunto de islas diseminadas en la inmensidad del Atlántico, a 1.400 kilómetros de la costa portuguesa. São Miguel es la joya de las Azores, el archipiélago que ha sabido sortear los estragos del turismo para mantener intacta su belleza natural y preservar su esencia de territorio remoto tanto en el espacio como en el tiempo. Este universo de nueve puntos volcánicos, cada uno con su personalidad, aún vive anclado a sus raíces, como cuando fueron descubiertos por los navegantes lusos a mediados del siglo XV.

placeholder Las aguas termales brotan por doquier en São Miguel. (M. Cerdeira)
Las aguas termales brotan por doquier en São Miguel. (M. Cerdeira)

São Miguel es la mayor de las islas y la que alberga la capital, Ponta Delgada. Un territorio de salvaje litoral, bendecido con suelos fecundos y con una actividad geotérmica que hace del lugar un balneario a cielo abierto. Aquí no solo encontramos cráteres descomunales y lagos de aguas esmeraldas, ideales para largas caminatas, sino también géiseres, fumarolas y fuentes termales que reconfortan el cuerpo y la mente desde las entrañas de la tierra.

Fuentes de salud

Hay que llegar a Furnas, emplazada al sureste, para descubrir el carácter telúrico de esta isla de clima impredecible en la que las hortensias crecen de manera salvaje. Cuentan que fueron los portugueses quienes trajeron de Asia las semillas de estas flores que hoy tapizan hasta las cunetas logrando que su fragancia se cuele al interior de los coches.

Furnas, cuyo nombre designa un valle y una freguesía —parroquia en portugués—, es en realidad el cráter de un volcán que tuvo su última erupción en el año 1675. Un volcán que es el responsable tanto de las humeantes caldeiras que salpican el pueblo —y lo invaden de un fuerte olor a azufre— como de las 32 fuentes termales que hay en este lugar, de las que emana agua con distintas temperaturas y propiedades específicas.

placeholder Octant Furnas goza de una ubicación privilegiada dentro de un cráter. (M. Cerdeira)
Octant Furnas goza de una ubicación privilegiada dentro de un cráter. (M. Cerdeira)

Alojarse en el hotel Octant Furnas supone estar en el meollo de todo este universo. En primer lugar, por su posición, rodeado como está de los nascentes da agua, cada uno de ellos indicado para un remedio particular. Desde los que curan los males del estómago —nascentes das aguas Grutinha— hasta los que son buenos para el crecimiento del pelo —nascentes da agua do Torno—, pasando por la poza de Tia Silvina, en el frondoso Jardín de la Alameda, ideal para las piernas cansadas. Especialmente en los días más fríos encontramos numerosos jóvenes remojándose en su agua calentita.

Hay, sin embargo, una fuente que destaca por encima de todas: la que nos dice si tenemos el alma buena o mala, en función del color que adquiere el agua (rojo o negro, respectivamente) al introducirle una bolsita de té. Una de las tantas leyendas que pesan sobre este lugar.

Cuerpo, mente… y paladar

Más allá de este tour termal en su propia puerta —considerado la mayor concentración de aguas termales de Europa—, Octant Furnas es un oasis de bienestar. Un espacio contemporáneo en el que la prioridad es alcanzar el relax a través de la reconexión con la naturaleza. Para ello están sus piscinas de agua ferruginosa, en el interior y el exterior, disponibles las 24 horas del día. También su fabuloso spa, con 10 salas de tratamiento, y las exquisitas habitaciones Terrace Pool, con piscina privada climatizada, para relajarse al final del día disfrutando de la sensación de estar dentro del cráter de un volcán.

placeholder Una de las piscinas de agua ferruginosa del hotel. (Octant Furnas)
Una de las piscinas de agua ferruginosa del hotel. (Octant Furnas)

Después, para contentar el paladar, nada como el restaurante de este hotel balneario. Se llama Á Terra y es básicamente eso, gastronomía tradicional con productos de la tierra y del mar que recogen los sabores rústicos y genuinos de las Azores. El plato estrella: el cocido… cocinado a la manera volcánica.

Es una tradición de São Miguel llevada a cabo por las familias al menos una vez al mes. Consiste en meter en una cazuela todos los ingredientes (ñame, batata, alheira de Santa Maria, carne de vaca y múltiples verduras) para llevarla a Lagoa da Furnas e introducirla bajo tierra en un hueco termal. Aquí, en este agujero elaborado en la caldera, se cocina este manjar durante ocho horas, desprendiendo su propio jugo y sin precisar de agua ni de caldo.

Un té y al miradouro

También el té es en São Miguel una peculiaridad. Y es que esta isla tiene el honor de albergar la única plantación que existe en toda Europa. Se llama Gorreana e incluye una fábrica regentada por la quinta generación de una familia local que elabora su producción con la misma técnica de hace siglos y con una maquinaria que es única en el mundo (tan solo existe otro ejemplar en Taiwán).

El té de las Azores es de la especie camellia sinensis, procedente de China. Una planta que se adaptó perfectamente al terreno volcánico y de la que se emplean los dos reversos de una misma hoja para elaborar las variedades negra y verde.

placeholder Las vistas desde los miradouros alcanzan a bellos islotes. (M. Cerdeira)
Las vistas desde los miradouros alcanzan a bellos islotes. (M. Cerdeira)

Con el estómago contento y un buen té reconfortante, ya solo queda dirigirnos a algún mirador (Pico de Carvao, Escalvado, Vista do Rey….) para empapar también la vista de belleza. Porque es desde ellos donde esta isla se aprecia en toda su magnificencia, con sus calderas tapizadas de vegetación, sus lagunas como espejos gigantescos de las nubes y sus rocas encrespadas pugnando por contener los embates del océano.

Es una explosión de verdor dentro de este conjunto de islas diseminadas en la inmensidad del Atlántico, a 1.400 kilómetros de la costa portuguesa. São Miguel es la joya de las Azores, el archipiélago que ha sabido sortear los estragos del turismo para mantener intacta su belleza natural y preservar su esencia de territorio remoto tanto en el espacio como en el tiempo. Este universo de nueve puntos volcánicos, cada uno con su personalidad, aún vive anclado a sus raíces, como cuando fueron descubiertos por los navegantes lusos a mediados del siglo XV.

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