40 años de 'Ya viene el Sol', último disco 'en paz' de José María y Nacho Cano y principio del fin de Mecano
En 1984, cuatro años desde la fundación de Mecano, José María Cano consiguió colocar su primera canción como cara A de un sencillo. Dio con la fórmula para derrocar a su hermano y nunca más la abandonó. ¡Guerra!
En 1984, si te gustaba Mecano eras un moñas, un blando y, en definitiva, un pijo sin criterio. Si ibas de guay te tenían que gustar Alaska y Dinarama (oscuridad y superioridad moral), Loquillo y Los Trogloditas (chulería y macarrismo) o La Polla Records (porque ir de radical también fue una moda). La España de 1984 ha llegado intacta a 2024: dividida y separada como dos hermanos que se odian. Machado sin fecha de caducidad.
A nosotros nos tocó la opción moñas, que hoy, tras recorrer varias veces todo el arco de los géneros musicales, se nos antoja encantadora. Como dice Fangoria: “La nostalgia es una droga, dura y adictiva, que te enreda poco a poco en su telaraña fría”. Amamos a Mecano (pretérito perfecto simple). Bueno, media España lo hizo. ¿Media o tres cuartas partes?
No contaremos aquí la historia de Mecano porque está más aireada que una sábana vieja. Wikipedia la expone más que bien. Hablaremos de su disco menos vendido (apenas llegó a las cien mil copias), el mismo que marcó el principio del fin de Mecano: ‘Ya viene el Sol’, publicado el 16 de octubre de 1984, hace ahora 40 escalofriantes años.
‘Ya viene el Sol’ supuso el primer gran enfrentamiento entre José María Cano Andrés e Ignacio de la Macarena Cano Andrés. A ver, enfrentamientos entre los hermanos siempre hubo, pero aquí, en este punto, el mayor, José María, dijo basta.
Genio: capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables (siempre, gracias Real Academia Española). Los genios tienen sus rarezas. Sus cosillas torcidas de las que manan maravillas. Eso es así.
La pareja formada por Modesto Cano y Emilia Andrés alumbró dos genios, muy grandes, perfectamente iluminados, ricos en talento, poderosos en energía y, por descontado, sobrepasados por sus respectivos egos.
Modesto Cano y Emilia Andrés alumbraron dos genios muy grandes, ricos en talento y sobrepasados por sus respectivos egos
¿Por qué se distanciaron para siempre —no creemos que nadie en su sano juicio acaricie aún la idea de la vuelta de Mecano que, no solo no tendría sentido, sino que daría mucha grima y le quitaría gracia a la leyenda— José y Nacho? Por sus egos henchidos a la hora de colocar sus respectivas canciones en los álbumes y, lo que es peor, decidir cuáles acabarían siendo la cara A de los sencillos (temas con más protagonismo que tiran de todo el álbum) y cuáles no.
Las peleas a la hora de elegir las canciones eran salvajes y traían consecuencias. Ahora bien, los dos primeros álbumes de Mecano, ‘el del reloj’, ‘Mecano’ (1982) y ‘¿Dónde está el país de las hadas?’ (1983) fueron fruto de la creativa y enloquecida promiscuidad musical de Nacho Cano. El primer Mecano es Nacho. Puro pop, pura juventud, pura energía. Y José María, eso, no lo llevaba bien.
Salvo la canción de debut —única de Mecano firmada por los dos hermanos— ‘Hoy no me puedo levantar’, el primer Mecano se construyó sobre los éxitos de Nacho: ‘Maquillaje’, ‘Perdido en mi habitación’, ‘Me colé en una fiesta’… Mientras José María se iba por las ramas depresivas con ‘Cenando en París’, ‘254.13.26’ o ‘Solo soy una persona’. En el segundo disco pasó igual: Nacho te elevaba con ‘El amante de fuego’, ‘Barco a Venus’ o ‘La fiesta nacional’, y José apenas aportaba o no le dejaban.
Y llegó ‘Ya viene el Sol’, un disco modernísimo para la época, con palabras mágicas como Fairlight (el supersintetizador musical más moderno del mundo que Nacho se había traído de Londres). El disco se llenó de sonidos absolutamente flamantes, brillantes. Y Nacho le sacó el máximo partido a la máquina creando joyas bizarras como ‘Japón’, ‘No pintamos nada’ o la sinsorga ‘Busco algo barato’ (nuestra preferida de Mecano por los siglos de los siglos).
¿Qué pasó entonces? Qué se cometió un crimen imperdonable —a la altura de patadas como “tú me dijistes 19, no quise desconfiar”—. Angela Landsbury nos daría la razón. La simplona (y bonita) ‘Busco algo barato’ fue elegida como segundo sencillo tras 'Japón' y alguien, el menos inteligente de la discográfica CBS, decidió que la cara B de aquel single fuese ‘Aire’, una de las grandes obras maestras de José María. Un desperdicio im-per-do-na-ble.
En 1984, cuatro años después de la formación de Mecano, José María Cano consiguió colocar su primera canción como cara A de un sencillo: ‘Hawaii-Bombay’. Dio con la fórmula para derrocar a Nacho Cano, el artífice de los primeros éxitos, y nunca más la abandonó.
Han pasado 40 años desde el lanzamiento de nuestro álbum favorito de Mecano, 'Ya viene el Sol', el último disco 'en paz' de los hermanos Cano.
En 1984, si te gustaba Mecano eras un moñas, un blando y, en definitiva, un pijo sin criterio. Si ibas de guay te tenían que gustar Alaska y Dinarama (oscuridad y superioridad moral), Loquillo y Los Trogloditas (chulería y macarrismo) o La Polla Records (porque ir de radical también fue una moda). La España de 1984 ha llegado intacta a 2024: dividida y separada como dos hermanos que se odian. Machado sin fecha de caducidad.
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