40 años de 'Lobo-hombre en París': ¿por qué se desintegró realmente La Unión?

Lunes, 12 de marzo de 1984. Cuatro veinteañeros sofisticados presentan en la Sala Sol de Madrid su primera canción. Para ayudar a calmar los nervios, por allí andan sus productores, un jovencísimo Nacho Cano —que viene de reconfirmar su condición de estrella imparable con el segundo disco de Mecano, y ya trabaja en el tercero— y el influyente periodista musical Rafael Abitbol.

Suena por primera vez en público ‘Lobo-hombre en París’, una canción elegante y magnética, una canción diferente llamada a trascender que abrió las puertas de una nueva forma de hacer en una España en la que, por fin, mandaba el color.

Jueves, 14 de mayo de 2020. En plena pandemia, Rafa Sánchez, el vocalista de La Unión, sorprende a los cientos de miles de incondicionales del grupo a ambos lados del Atlántico al emitir un comunicado en el que —unilateralmente— anuncia el fin de la formación tras 36 años de carrera y más de 2 millones de discos vendidos.

“Rafa ni funda ni disuelve La Unión”, puntualiza Luis Bolín, el último miembro de la formación, el único que se quedó en La Unión.

Celebremos ahora el 40 aniversario de ‘Lobo-hombre en París’ hablando con Bolín para entender mejor esta página imprescindible en la historia de la música pop en español.

¿Cuál fue el detonante real que llevó a la desintegración de La Unión?

Sinceramente: no lo sé. Lo que sí estaba claro en mayo de 2020, cuando ocurrió, es que el grupo tenía muchísimo futuro por delante. Mario (Martínez) había dejado la banda en 2015 y, tristemente, falleció en 2022 —el próximo 10 de abril se cumplen dos años— por culpa de una larga enfermedad. Tras un periodo de pausa por la marcha de Mario —que lo dio todo hasta donde le llegaron las fuerzas—, Rafa y yo volvimos a tocar mucho, a viajar muchísimo —sobre todo a México— y a hacer un montón de cosas.

Y, de repente, cuando estábamos en lo mejor de lo mejor, tras un concierto con otros artistas en el Arena México y ante 50.000 personas, a Rafa se le cruzó el cable. Literalmente. No sé qué le paso, quizá fue que acababa de romper con un chico, pero empezó a plantearme una serie de exigencias que yo no podía asumir; como, por ejemplo, cuando va y me suelta que no quiere volver a México nunca más.

Rafa estaba muy divo. En verdad, llevaba los últimos veinte años insufriblemente divo, creyéndose siempre por encima de los demás. No le quito mérito, pero más que los demás no era. Se creyó que La Unión era él, solo él.

"Rafa llevaba los últimos veinte años insufriblemente divo. (...) Se creyó que La Unión era él, solo él", Luis Bolín

Además de bajista del grupo, yo siempre he sido el hombre-orquesta en la sombra, el que se encargaba de todo el tema de producción, de las giras, de los cables, de los adaptadores, de las demos, de las maquetas… Si los discos de La Unión salían al mercado era porque yo me los peleaba hasta el último segundo. Hasta que a Rafa se le cruzó el cable.

Este 12 de marzo se cumplen 40 años de ‘Lobo-hombre en París’, la deslumbrante entrada en escena de La Unión, avalada por el mismísimo Nacho Cano —en plena gloria por Mecano— como productor y la estrella de Radio 3 Rafael Abitbol. ¿Qué recuerdas de esa época, de tus 21 años?

‘Lobo-hombre en París’ se presentó a los medios el 12 de marzo de 1984 en la Sala Sol. La canción estaba grabada desde el otoño del 83. Nacho y yo habíamos estudiado juntos desde los 6 años y juntos despertamos a la música a los 12 años. Hasta tuvimos un grupo pre-Mecano que llegó a dar dos o tres conciertos.

La Unión ahora eres tú, ¿alguien más?

Cuento con una formación estupenda gracias al teclista Rafa de Guillermo, un músico fantástico que formó parte de Pop Tops —los de ‘Mammy Blue’, el supernúmero uno de los 70— y ha tocado con los mejores, de George Harrison —de los Beatles— a Triana, pasando por Luz Casal, Miguel Bosé, La Orquesta Mondragón, Miguel Ríos y muchos más. Además de con De Guillermo, trabajo con otra serie de músicos maravillosos.

En México cuento con otra banda estupenda. Acabo de llegar de allí y de dar quince conciertos en tres semanas. Mi objetivo es llevar a La Unión a sitios donde nunca antes ha estado.

¿A quién pertenece el nombre de La Unión?

Rafa me echa un pulso tremendo y se va, pues bien, adiós. En más de un sentido, ese 14 de mayo volví a nacer. Yo me quedé donde estaba. Rafa hizo algunas jugarretas. En verdad, me sabe raro hablar así. Me cuesta mucho hablar del episodio más feo en la historia de una banda mítica que forma parte de la vida de tantísima gente y que, en sí, es mi propia vida. Pero debo decir que, en 2019, de repente, Rafa va y registra la banda a su nombre.

No estaba registrada porque La Unión era un ente con vida propia a la vista de todo el mundo. Craso error. Lo que él hizo fue darle una cuarta parte del nombre al hijo del difunto Mario, otra a Íñigo Zabala —el teclista—, que se había ido del grupo ¡en 1987!, y otra a mí. No me quedó más remedio que demandarle reclamando mi cincuenta por ciento del total.

Íñigo y Mario habían dejado la banda hacía años, por lo que no le correspondía a Rafa realizar este reparto con el que únicamente pretendía quedar bien y maquillar su mala acción, metiendo, eso sí, a los demás en medio. Me mantuve firme: “Quiero mi mitad. Si tú quieres compartir la tuya, adelante”.

El 14 de mayo de 2020, en plena pandemia, Rafa Sánchez sorprendía a todos con el siguiente comunicado: “La Unión, el grupo que fundé y del que soy integrante desde su nacimiento, se está disolviendo y ello quedará materializado de manera inminente, cesando sus actuaciones y actividad como tal”.

"La Unión, el grupo que fundé y del que soy integrante, se está disolviendo", Rafa Sánchez (14-05-2020)

¿Por qué actuó así Rafa Sánchez?

El famoso 14 de mayo sale Rafa y dice lo que dice, en especial que él había sido el fundador del grupo —cuando todo el mundo sabe que no es verdad— y que, como tal, lo disolvía. Si simplemente hubiese dicho “me voy”, habría sido más que suficiente, pero no.

Rafa llegó el último a La Unión, llegó a mesa puesta. El grupo lo montamos Mario, Íñigo y yo, que nos habíamos conocido en una academia de la plaza del Conde del Valle de Súchil. Éramos nosotros quienes buscábamos cantante.

‘Lobo-hombre’ existía antes de que Rafa entrase en escena, melódicamente ya existía, la canción ya estaba montada. Entonces llegó él y, las cosas como son, se hizo con ella con facilidad, ¡pues perfecto! Pero volviendo al final: Rafa ni funda ni disuelve. Lo que comentaba antes: el 14 de mayo de 2020 volví a nacer.

¿A quién se le ocurrió el nombre de La Unión?

Surgió de repente en el estudio un día que estábamos grabando. La idea la tuvo Nacho (Cano). Habíamos hecho unas fotos promocionales en la Estación del Norte (Príncipe Pío) un día oscuro y lluvioso. Nos las hizo un técnico del estudio, ni siquiera un fotógrafo profesional. Nacho estaba leyendo esos días un libro sobre la guerra de Secesión americana —una de las primeras guerras industriales por el auge del ferrocarril, el telégrafo y las armas producidas en serie— y el enfrentamiento entre unionistas y confederados. Fue a él a quien se le ocurrió La Unión. Nacho, más que nadie, vio lo que podríamos llegar ser y fuimos.

El primer disco de La Unión fue el maxi-single de ‘Lobo-hombre en París’, basada en un relato de Boris Vian, e incluía también las canciones ‘La niebla’ y ‘Voracidad’.

¿Te costó asumir la nueva realidad?

Siete semanas después del comunicado saqué un single llamado ‘La última estación’, cuyo estribillo dice: “Ya llegó la última estación / Con una sonrisa te diré mañana adiós / Hasta aquí la última canción / Qué bonito fue mientras duró”.

Rafa no se fue y ya. Se fue con toda la banda y con más de cuarenta contratos previstos para 2020/21. Su intención no era iniciar una carrera en solitario, su intención era ocupar el espacio de La Unión y quedarse con todo, con su parte del trabajo, pero también con la de sus antiguos compañeros.

La historia ahora es: Luis Bolín presenta La Unión en concierto. Solo hago conciertos a taquilla —se cobra si se recauda—, no hago ferias de pueblos, solo pequeñas colaboraciones como esta con la asociación El Sueño de Madrid (*). Me gusta ayudar.

En 2023 se publica el álbum ‘Uno’ de La Unión en el que reinterpretas, literalmente, los ‘grandes éxitos’ del grupo en ‘versión salvaje’. ¿Necesitabas hacerlos más tuyos cantándolos?

No te imaginas la cantidad de gente que se me ofreció como cantante cuando Rafa se fue. Alucinante. En ningún momento he pretendido encontrarle un sustituto. Esto no va de imitar o emular a nadie. He defendido miles de veces las canciones de La Unión con mi bajo y ahora me toca hacerlo cantando. He pasado de corista con falsete a encontrar mi propia voz. Es un camino muy bonito.

¿En qué consiste tu colaboración con El Sueño de Madrid?

La Unión comparte la misma esencia de El Sueño de Madrid. Esta ciudad me lo ha dado todo. Mi escuela, mi formación académica, son las noches de Madrid de los 70 y los 80. Y aquí estoy, cuarenta años después, defendiendo ‘Lobo-hombre en París’, una canción creada por cuatro madrileños, bueno, por siete, porque no debemos olvidar ni a Nacho Cano, ni a Rafa Abitbol, ni mucho menos a Luis Fernández Soria, nuestro ingeniero de sonido.

[*] El Sueño de Madrid es un proyecto que busca visibilizar el talento de aquellos recién llegados a la capital para que con su trabajo y talento contribuyan a enriquecer la Comunidad de Madrid. Una asociación que promueve la integración, el bienestar y el emprendimiento y que dirige la periodista Verónica Durán Castello.

La Comunidad de Madrid —a través de la Oficina del Español y la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo— y la Fundación Casa de México en España, con el apoyo de distintos mecenas e instituciones, promueven actuaciones, mesas redondas, talleres y actividades de emprendimiento dirigidas a integrar y visibilizar el talento de las personas migrantes que recalan en Madrid.