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Jaume Plensa: “Si intercambias la palabra ‘arte’ por ‘vino’, todo sigue funcionando”
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ARTE CONTEMPORÁNEO

Jaume Plensa: “Si intercambias la palabra ‘arte’ por ‘vino’, todo sigue funcionando”

La instalación 'A lo largo del día', del artista catalán, compuesta por 24 gongs que deben ser golpeados para liberar una profunda vibración que atraviesa el alma, es la sugerente excusa que nos conduce hasta Bodegas CVNE, en Haro

Foto: Jaume Plensa, junto a su obra 'A lo largo del día', instalada en la Nave II de Bodegas CVNE, en Haro (La Rioja). Fotografía: James Sturcke
Jaume Plensa, junto a su obra 'A lo largo del día', instalada en la Nave II de Bodegas CVNE, en Haro (La Rioja). Fotografía: James Sturcke

Jaume Plensa (Barcelona, 1955) posee un discurso magnético. Su cabeza siempre ha sido un laboratorio de pensamientos que —como él mismo proclama, parafraseando a su amado poeta y pintor William Blake— generan energía y llenan la inmensidad. La voz de Plensa, al igual que su discurso, es serena y cálida, de un tono grave y aterciopelado en el que no caben las prisas. Hay algo chamánico, eclesiástico, en él. Energía y emoción en suave movimiento. Compartir charla con él, además de un inmenso privilegio, es una experiencia que eleva.

Cuando se refiere a su obra, Plensa habla en plural, un plural en el que siempre está su mujer, Laura Medina. Con ella pactamos unos minutos de entrevista, prometiéndole no fatigar a nuestro artista plástico con más proyección internacional. Cumplimos nuestra palabra y rubricamos el momento perfecto haciendo sonar nuestras copas —es decir, generando energía para llenar la inmensidad— con un fantástico CVNE Imperial Reserva de 2019.

La obra de Plensa, profundamente humanista, explora la relación entre el cuerpo, la palabra, el tiempo y el espacio, a través de materiales como el hierro, el vidrio, el agua, la luz o el sonido. Autor de emblemáticas esculturas públicas en ciudades como Madrid, Chicago, Nueva York, Londres, Seúl o Montreal, ha expuesto en museos e instituciones de referencia, del Reina Sofía al Musée d’Art Moderne de Céret, pasando por el MAXXI (Roma) o el Yorkshire Sculpture Park.

placeholder Jaume Plena en la Nave II de CVNE. (James Sturcke)
Jaume Plena en la Nave II de CVNE. (James Sturcke)


Plensa concibe el arte como un puente entre culturas, lenguajes y emociones, y ha sido galardonado con prestigiosos premios como el Velázquez de Artes Plásticas o el Nomura Art Award. “El arte no sirve para nada, por eso es tan importante”, dijo en su día. Plensa se define a sí mismo como “intuitivo e ignorante”, condición en la que, según él, reside su valentía artística.

Antes de entrar en la cabeza de Plensa, miremos a nuestro alrededor. Estamos en el patio central de una preciosa bodega con 146 años de historia y la luz de mayo sobre Haro, corazón de Rioja Alta, nos bendice. Todo empezó cuando los hermanos Raimundo y Eusebio Real de Asúa, de Bilbao, pertenecientes a una acaudalada familia dedicada al comercio y consignación de buques, se instalaron aquí por motivos de salud respiratoria y observaron que algo estaba pasando. Hasta la fecha, los riojanos producían sus vinos del año en sus casas para consumo propio, no había un sistema de bodegas profesionalizado, pero, como decimos, el mundo estaba cambiando.

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Hoy nos recibe la quinta generación de esta familia —encabezada por los hermanos Víctor y María Urrutia—, un clan especialmente comprometido con la elaboración artesanal y tradicional de vinos de alta calidad, pero también con el arte. Actualmente, CVNE agrupa ocho bodegas, siendo la principal en la que estamos, la fundacional situada en el Barrio de la Estación de Haro. Hoy, los vinos CVNE se beben en todos los continentes, excepto en la Antártida.

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Lo que pasó a lo largo de nuestro día en Haro

La relación de CVNE con el arte viene de lejos, cuando, en 2014, la bodega inauguró la exposición ‘El viento que no vemos’ de Eduardo Chillida. Hoy, la Nave II acoge —hasta el 11 de enero de 2026— ‘A lo largo del día’, instalación compuesta por 24 gongs metálicos suspendidos, uno por cada hora del día. Estos gongs pueden, deben, ser tocados por el visitante. Cada uno lleva una palabra tallada en su superficie y, al hacerlos sonar —utilizando el mazo dispuesto junto a cada uno de ellos—, se libera una vibración profunda y envolvente, cargada de simbolismo, que atraviesa el alma. En otras palabras: planifique usted una bonita escapada a Haro, La Rioja.

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PREGUNTA. Veinte años después, Jaume Plensa se reencuentra con su obra ‘A lo largo del día’. ¿Cómo fue el día de ayer?

RESPUESTA. Muchas veces, cuando creas una obra, acabas convencido de que es como es. Y de pronto, veinte años más tarde, instalada de otra forma, en un lugar idóneo que parece construido a medida, descubres otra cosa. Lo que ha pasado aquí, de forma espontánea, la fusión perfecta entre arquitectura y escultura, ocurre muy pocas veces. Ayer me emocioné mucho, la verdad. Esta nave se construyó hace más de un siglo y tiene su propia vida, su personalidad. La obra se ha integrado como un guante. Lo de ayer fue muy estimulante.

P. Tienes obras monumentales en muchas de las principales ciudades del planeta. Cuando vuelves a esas ciudades y te reencuentras con ellas, ¿qué sientes?

R. Bueno, es muy divertido. Por ejemplo, voy a menudo a Chicago y lo primero que hacemos es dejar las maletas en el hotel e irnos corriendo a ver si la pieza aún existe. En Madrid hago lo mismo; estuvimos en mayo para el ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y lo primero que hicimos fue ir corriendo a Colón para ver cómo estaba ‘Julia’, y pude comprobar que está muy, muy cuidada, supercuidada, y eso me hizo mucha ilusión.

“Lo primero que hacemos al llegar a Madrid es ir corriendo a Colón para ver cómo está ‘Julia’. La última vez pude comprobar que está supercuidada y eso me hace mucha ilusión”

Además de en Madrid, me pasa en Chicago, en Nueva York, en Antibes… En muchos lugares del mundo. Y, claro, a veces me digo: todo esto no puede ser verdad. Así que cada vez que visito estas ciudades voy a ver si estaba equivocado, si todo había sido un sueño. Es muy bonito.

Soy un gran afortunado al haber podido integrar mis obras, mis ilusiones y mis sueños en el día a día de otras personas que, a su vez, tienen sueños e ilusiones. Para mí es algo extraordinario.

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P. ¿Por qué hemos llegado todos hasta aquí el día de hoy?

R. Cuando CVNE nos invitó a exponer, estuvimos muchos días, mucho tiempo, muchas semanas, discutiendo cuál podría ser la obra más adecuada. María Urrutia —copropietaria y directora de marketing de la bodega— nos vino a ver al estudio. Para nosotros, el mundo del vino era algo completamente desconocido. ¿Exponer en una bodega? No sabíamos muy bien cómo encajarlo de forma natural, pero al cabo de un tiempo dijimos, bueno, ¿y por qué no? En verdad, estábamos a punto de descubrir que teníamos muchos puntos en común.

P. ¿Arte y vino forman una pareja perfecta?

R. A lo largo de mi vida he utilizado muchas veces la metáfora del mensaje en la botella al referirme a mi obra. Es como la escultura que lanzas a un océano desconocido y llega a playas remotas que no sabes ni dónde están, ni quién va a abrir la botella para leer tu mensaje.

“Caímos en la cuenta de que el mundo del vino y el arte tienen muchos puntos en común”

Para que todo esto pase, debes tener una botella perfecta que proteja el mensaje y haga que esa belleza llegue lo más lejos posible en buenas condiciones. Fue cuando caímos en la cuenta de que el mundo del vino y el arte tienen muchos puntos en común. Y dijimos: ¡Venga, por qué no! Por suerte, se nos ocurrió que esta pieza, ‘A lo largo del día’, podía ser la adecuada por su componente de invisibilidad y pureza.

P. Presentas ‘A lo largo del día’ en 2000. Háblanos, por favor, de su génesis y periplo posterior.

R. La creé para una instalación en la entrada de una gran compañía de Chicago y allí se quedó. Años después, la compañía se disolvió y la sacaron a la venta en una subasta. El galerista que trabaja conmigo en Chicago me llamó para comunicármelo y enseguida viajamos hasta allí para ver si era posible adquirirla de nuevo, porque es una de las piezas que más adoro de mi obra.

“Si yo pudiera, sería un gran coleccionista, de otros y de mí mismo, pero a veces hay que vender para vivir”

P. No es muy habitual que un artista compre su propia obra.

R. Si yo pudiera, sería un gran coleccionista, de otros y de mí mismo, pero a veces hay que vender para vivir. (Risas). En este caso, me encantó comprarme a mí mismo y devolver la obra a casa. Y volvió a casa, pero nunca llegó a instalarse correctamente, no dábamos con el espacio adecuado.

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P. Es aquí donde entra en escena la fantástica Nave II de CVNE.

R. Cuando nos mostraron los planos del espacio nos invadió la emoción: estábamos ante el lugar adecuado, el más adecuado. Ayer, cuando de verdad la vimos instalada —no he podido formar parte de su instalación—, nos emocionamos sobremanera porque parecía como si el edificio estuviese hecho a medida de la pieza o la pieza a medida del edificio. Era como si esta nave hubiese estado más de cien años esperando para acogerla.

P. ¿Qué viste al entrar?

R. Una fusión extraordinaria entre la obra y el espacio. Yo he sido un lector apasionado de William Blake, de toda su poesía. Blake, como yo, nació en un momento muy complicado, en los años 50 del siglo pasado; complicado porque cuando estás ahí no vienes de ninguna escuela y, por tanto, no tienes capacidad para dejarla. Siempre digo que los de los años 50 somos puentes porque sobre nuestras espaldas van a pasar otros andando. Blake era esto y decía una cosa muy bonita: “Un pensamiento llena la inmensidad”. Es una idea muy poderosa: el espacio no solo se llena con objetos físicos, sino con la energía que emana de nuestros pensamientos. Lo que me llevó a plantearme qué son los pensamientos y a concluir que son una vibración más de nuestro cuerpo.

“Los pensamientos son una vibración más de nuestro cuerpo”

Los pensamientos son ruido corporal que nos acompaña toda la vida; a veces abrazamos la ensoñación de fabricar silencio, pero, en verdad, nuestro cuerpo nos lo impide; en el máximo silencio acabaríamos oyendo nuestro propio latido. Cuando golpeas un objeto, la materia vibra. Esta idea de la vibración de la materia ha ocupado muchos años de mi trabajo. ¿Y qué mejor que un gong o címbalo para hablar de ello? Me hace una ilusión bárbara poder enseñar esta obra en su perfecto estado y condición veinte años después.

P. ¿En el corazón de Jaume Plensa hay unas obras más amadas que otras?

R. Ahora, con la edad, me da menos vergüenza enseñar obra antigua, porque antes pensaba que la última era la buena, la que lo justifica todo y hace que la de mañana sea mejor que la de ayer. Con los años te das cuenta de que no es ni mejor ni peor. Simplemente, estás creando círculos concéntricos, como los anillos de un árbol, y te das cuenta de que cada una es imprescindible para la siguiente; y, a su vez, la siguiente es la que da vida a la anterior.

Ahora, cuando miro hacia atrás, después de todos estos años de carrera, me doy cuenta de que lo que hacía hace veinte o cuarenta años no estaba tan mal. Y esto me da muchos ánimos para lo que haré mañana en la próxima exposición.

Ahora me hace mucha ilusión compartir todo esto con gente tan cercana a ese otro mundo de la ensoñación como es el del vino. Ayer me di cuenta de que si en el discurso intercambias la palabra ‘arte’ por la palabra ‘vino’, todo sigue funcionando.

placeholder Imágenes de la muestra 'A lo largo del día' de James Sturcke.
Imágenes de la muestra 'A lo largo del día' de James Sturcke.

P. ¿Cuál es el fin último de tu existencia, de tu paso por esta vida?

R. Esta pregunta es muy interesante y me la hago cada día en el estudio. Lo que pasa es que me lo pregunto en voz baja. Pero sí, yo creo que un artista —o al menos en mi caso— crea la obra para sí, porque tienes esa voluntad de trascender, de que algo de ti se perpetúe.

“Me siento muy satisfecho de todo lo logrado. Mi lucha ha consistido en imponer la idea del arte de grandes dimensiones más allá de museos y galerías”

Mi obra no solo habla de mí, porque a través de mí hablo de otros, y eso es una responsabilidad enorme. Mi gran pasión es trabajar el espacio público, intervenir en lugares que, en principio, no estaban pensados para el arte; porque el arte público transforma introduciendo belleza en el día a día de la gente. Me siento muy satisfecho de todo lo logrado, porque cuando empecé la gente no tenía la cultura del espacio público que tenemos hoy. Mi lucha ha consistido en imponer la idea del arte de grandes dimensiones más allá de museos y galerías.

P. Jaume, ¿cómo se ve la vida a los 70?

R. Ahora mismo estamos aquí, en un lugar maravilloso, en La Rioja. Estamos hablando tú y yo con una copa de vino extraordinario en la mano. ¿Que cómo se ve la vida a los 70? La vida es extraordinaria.

Jaume Plensa (Barcelona, 1955) posee un discurso magnético. Su cabeza siempre ha sido un laboratorio de pensamientos que —como él mismo proclama, parafraseando a su amado poeta y pintor William Blake— generan energía y llenan la inmensidad. La voz de Plensa, al igual que su discurso, es serena y cálida, de un tono grave y aterciopelado en el que no caben las prisas. Hay algo chamánico, eclesiástico, en él. Energía y emoción en suave movimiento. Compartir charla con él, además de un inmenso privilegio, es una experiencia que eleva.

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