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Tras la canción de Shakira, el cuento de Vargas Llosa: los dardos a Isabel Preysler en 'Los vientos'
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¿AUTOBIOGRÁFICO?

Tras la canción de Shakira, el cuento de Vargas Llosa: los dardos a Isabel Preysler en 'Los vientos'

Este jueves se ha publicado de forma íntegra el relato corto del nobel peruano, con algunos fragmentos que se pueden interpretar como referencias claras a su noviazgo

Foto: Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en una imagen de archivo. (Gtres)
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en una imagen de archivo. (Gtres)

Este jueves se ha publicado de forma íntegra en 'Abril', el suplemento literario de 'El Periódico de España', el relato 'Los vientos', ese cuento escrito por Mario Vargas Llosa en el que muchos han visto pasajes en clave de su relación con Isabel Preysler. Y lo cierto es que, una vez leído al completo, muchos fragmentos son absolutamente autobiográficos. No en vano, el protagonista es un hombre de avanzada edad, aunque en su caso, que también es narrador en primera persona, sufre severos problemas de memoria.

Precisamente, uno de esos pasajes en clave que ha cobrado mucho sentido tras la ruptura con Isabel Preysler, de la que nos enterábamos a finales de año, hace referencia a esos problemas para recordar ciertas cosas, como la relación que tenía con sus padres. Pero hay algo en lo que su memoria es infalible, y es la que fue su mujer por muchos años, a la que llama Carmencita y que muchos ven la personalización de Patricia Llosa, con la que compartió cinco décadas de su vida, además de sus tres hijos y varios nietos.

placeholder El escritor peruano Mario Vargas Llosa y su entonces esposa, Patricia Llosa, en 2010 en Estocolmo. (EFE/Claudio Bresciani)
El escritor peruano Mario Vargas Llosa y su entonces esposa, Patricia Llosa, en 2010 en Estocolmo. (EFE/Claudio Bresciani)

"Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonarla pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que sólo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena", dice el cuento. "Ella nunca me perdonó, por supuesto, jamás pude amistarme con ella, y, para colmo, Carmencita se casó con Roberto Sanabria, mi mejor amigo hasta entonces. Es el único episodio de mi remoto pasado que mi memoria no ha olvidado y que me atormenta todavía. Todas las noches, antes de dormir, pienso en Carmencita y le pido perdón".

En la historia hay dos diferencias evidentes con la vida real de Mario Vargas Llosa. Además de que en el relato Carmencita está muerta, el nobel peruano y su exmujer sí tienen actualmente una relación cordial. Lo veíamos hace solo unos días cuando Álvaro, el hijo mayor de la pareja, publicó unas fotos de ambos en Perú.

Y es inmediatamente después cuando llega la que muchos han visto como una referencia clara a Isabel Preysler: "Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita; volverá a mi memoria, sin duda, aunque, si no volviera, tampoco me importaría. Nunca la quise. Fue un enamoramiento violento y pasajero, una de esas locuras que revientan una vida. Por hacer lo que hice, mi vida se reventó y ya nunca más fui feliz". Al ser el narrador un hombre con pérdidas de memoria, el mismo párrafo aparece un poco más adelante, aunque añade unas palabras que seguro que les suenan.

"Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí. ¿Por qué sigo diciendo 'pichula', algo que no dice nadie en España?". Y es que ese "enamoramiento de la pichula" fue una de las frases que más se replicaron en los medios de comunicación al conocerse la ruptura de Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. ¿Está diciendo el escritor en este cuento que nunca se enamoró de la que ha sido su pareja durante casi ocho años? Una posibilidad que sorprende, dadas las numerosas veces que proclamó su amor por la madre de Tamara Falcó en público.

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No faltan tampoco las referencias a su vida sexual: "Tampoco imaginamos nunca que fuera tan común que las gentes llegaran a vivir cien años, y, sin embargo, ahí estamos buen número de bípedos para demostrar que no era inalcanzable. Y, sobre todo, que hombres y mujeres pudiéramos durar tanto conservando la lucidez y disfrutando de la vida, incluido el sexo. No hablo por mí, claro, pero mucha gente que debe de tener mi edad, más o menos, disfruta todavía haciendo el amor, aunque yo no forme parte de ella (...). (La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece)", escribe el autor, dejando libre a la imaginación del lector que sea su caso.

Otro de los pasajes en los que muchos han visto una referencia clara a su ya exnovia es el fragmento del cuento en el que habla de la preocupación por cuidar el cuerpo con productos cosméticos: "Después, cuando yo les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los afeites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno íntimo. Luego de una larguísima pausa, uno de ellos murmuró: 'Nuestro cuerpo es sagrado y hay que cuidarlo'. Para ellos, en verdad, lo sagrado son las perfumerías y las farmacias. Me preguntaron si no me había echado algo para el sol y como les dije que no, que nunca usaba cremas protectoras, se escandalizaron. Me confesaron que todo el dinerito que ganan con trabajos eventuales y las pensiones que recibían por el mero hecho de existir, los invertían en comprarse pastillas, lociones, tónicos, todo aquello que impide el deterioro de la piel, los ojos, los dientes".

placeholder Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, en los Goya en 2016. (Getty)
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, en los Goya en 2016. (Getty)

Podrían ser simples casualidades, especialmente teniendo en cuenta que el relato se escribió en diciembre de 2020, cuando la relación pasaba -o al menos no había trascendido lo contrario- por un buen momento. Pero el hecho de que haya numerosos datos autobiográficos da mucho que pensar. Por ejemplo, Vargas Llosa no tiene ningún problema en dar su dirección completa, describiendo el inmueble en el que actualmente vive, o su gusto por las corridas de toros o la carne roja, ambas prohibidas en esta historia ambientada en el futuro, además de por la ópera y el teatro, mencionando varias veces el Teatro Real, un lugar que pisaba con frecuencia junto a Isabel Preysler.

Y si rizamos el rizo, también se puede desprender un detalle referido a Tamara Falcó, con la que tenía una estupenda relación: "Pero, en esta última, la Filosofía comparte el departamento académico con Teología y Cocina. ¡Vaya mezcla! Me imagino el diploma de Doctor en Filosofía, Teología y Gastronomía y me muero de risa". Tampoco podemos pasar por alto las referencias a su casa, que dejó para instalarse en la mansión de Puerta de Hierro junto a su ya expareja y a la que ha vuelto: "A mi casita”, pensé, con cariño. Y sentí que me corrían algunas lágrimas por la cara. (Repito que con los años me he vuelto muy llorón)".

No queremos pasar por alto el título, 'Los vientos'. Aunque parezca algo melancólico, incluso bucólico, es todo lo contrario. El título simplemente hace referencia a un problema estomacal que tiene el narrador y protagonista: no puede controlar los pedos, las ventosidades, los cuescos, los aires. Se lo podemos decir de muchas maneras, pero el resultado es el mismo: Mario Vargas Llosa y un cuento en el que no faltan detalles -quizá excesivos- sobre su vida, aficiones y amores. Sobre todo, amores.

Este jueves se ha publicado de forma íntegra en 'Abril', el suplemento literario de 'El Periódico de España', el relato 'Los vientos', ese cuento escrito por Mario Vargas Llosa en el que muchos han visto pasajes en clave de su relación con Isabel Preysler. Y lo cierto es que, una vez leído al completo, muchos fragmentos son absolutamente autobiográficos. No en vano, el protagonista es un hombre de avanzada edad, aunque en su caso, que también es narrador en primera persona, sufre severos problemas de memoria.

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