La decisión de Ana de Armas para proteger a su novio en los Oscar, Paul Boukadakis

Era una gran noche para todas las invitadas, pero para algunas este momento era más especial que para otras. Por ejemplo, entre las nominadas se podían apreciar unos nervios y unas ganas de disfrutar al máximo de la velada que no se notaban en el resto. Entre ellas, la nominada Ana de Armas ha destacado por muchos motivos.

Su talento es indiscutible y con esta nominación se le reconocía el esfuerzo y el trabajo que la han llevado hasta donde está. La actriz llegaba a la alfombra beis (en esta edición, los Oscar se despiden de su mítica alfombra roja, creando una gran controversia) y lo hacía, una vez más, deslumbrando. Posaba radiante, con el cabello suelto y un maquillaje muy natural, dejando la mayor parte del protagonismo a su vestido, cuajado de brillos.

Un vestido hecho a medida y firmado por Louis Vuitton, que recordaba y mucho al que lució Marilyn mientras cantaba el cumpleaños feliz a Kennedy, uno de los momentos más míticos de la actriz, sin contar sus interpretaciones. Este vestido, que ya forma parte de la memoria de todos, seguramente no sería tan recordado de no ser porque ha protagonizado una de las polémicas textiles más sonadas en los últimos tiempos, de la mano de Kim Kardashian.

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La socialité escogió llevarlo para posar frente a los fotógrafos en la Met Gala, algo que fue recibido con ciertos reproches, no solo por la insana dieta a la que se sometió para poder lucirlo, también porque muchas fuentes aseguran que lo dañó, por no ser de su talla. Lo cierto es que Kardashian tuvo que acompañarlo de una estola para cubrir la espalda porque no terminaba de ajustarse.

Polémicas aparte, Ana de Armas escogía un ajustadísimo vestido color champán con el que potenciaba sus curvas y alargaba su silueta, de escote redondeado y finos tirantes, y con una falda de corte sirena con una cola de volantes, un detalle que muchos han señalado como inspiración flamenca. El vestido, con cristales bordados, pocos adornos más necesitaba o así lo ha sentido la actriz, que ha optado por lucir pocas joyas y un look muy natural.

Esta era una gran noche para ella, su primer paso por la alfombra roja (aunque sí se ha dejado ver en algunas ocasiones en las fiestas posteriores), y aunque no se ha podido llevar la estatuilla, que ha recogido su compañera de profesión Michelle Yeoh, esta velada no será sencilla de olvidar. A su lado, sentado en el patio de butacas, estaba su pareja, el vicepresidente de Tinder, Paul Boukadakis. No posaron, pero sí pasaron la velada juntos, cogiéndose de las manos y dejando claro que, tras año medio de relación, las cosas entre ellos marchan estupendamente.

A pesar de todo lo bueno que ha rodeado a esta velada, el paso de Ana de Armas por los Oscar no ha estado exento de polémica, una de las más divertidas relacionadas con el acento de la actriz, quien parece haber adquirido un acento estadounidense en detrimento de su cubano natal, tal vez por pasar tanto tiempo en la meca del cine. Una situación similar que también se ha podido ver en otras actrices y estrellas y que, en esta ocasión, no se debe a un personaje, como le sucedió a Austin Butler con ‘Elvis’.

También vivió un momento incómodo durante una entrevista, del que supo salir con gran elegancia. Cuando el periodista argentino Axel Kuschevatzky, que cubría el evento para ‘TNT’, le preguntaba por todo el camino recorrido hasta llegar aquí, haciendo referencia al tiempo que vivió “en el sillón de Alex Pettyfer”, ella se quedaba ojiplática y no dudaba en corregirle: “Yo no he vivido en ningún sillón”.

A pesar de no haber podido ganar, la noche de Ana no había hecho nada más que empezar y la actriz no dudó en acudir a una de las muchas fiestas organizadas después de la entrega de premios donde, de nuevo, sorprendió. Esta vez con un vestido vidriera que le sentaba como un guante.