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Con Ana Obregón en la Feria del Libro: "¡Qué polémica ni qué polémica!"
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UNA EXITOSA FIRMA

Con Ana Obregón en la Feria del Libro: "¡Qué polémica ni qué polémica!"

Pasamos la mañana en la feria con la actriz mientras firma 'El chico de las musarañas' a la multitud de personas llegadas de toda España que quisieron un ejemplar

Foto: Ana Obregón, durante la firma de su libro. (Ana Beltrán)
Ana Obregón, durante la firma de su libro. (Ana Beltrán)

Pica el sol en la mañana del domingo 11 de junio. Un señor da la bienvenida a los asistentes de la Feria del Libro de Madrid con carteles enormes en los que denuncia que el Teatro Real está vendido al Partido Comunista Chino. Huele a sudor reciente y a gofre. La gente pasea con y sin perro, con o sin carrito de bebé. Un variadito de asistentes. El punto álgido está al final de la feria.

Foto: Ana Obregón presenta el libro 'El chico de las musarañas'. (EFE/Javier Lizón)

Queda una hora para que comience la firma de libros de Ana Obregón. En el Espacio Rosaleda, la trasera es la portada del libro ‘El chico de las musarañas’ (Harper Collins), protagonizada por una imagen de la autora y su hijo Aless, fallecido en 2020. La cola de personas que aguardan con un ejemplar en la mano es considerable, aunque a esas horas quien acapara el interés de las cámaras es Christina Rapado, cuya biografía de Google dice que es “cantante, actriz, colaboradora televisiva y personaje del corazón española conocida por estar envuelta en numerosas polémicas y montajes entre los años 2000 y 2010”. Posa con el libro de Obregón en la mano y dice muy sentida: “Se me ponen los pelos de punta”.

El público busca sombra como puede y lleva esperando el tiempo suficiente como para entablar conversaciones. “Es una historia maravillosa”. “Qué polémica ni qué polémica”. “No sé yo si tengo cuerpo para aguantar tantas horas”. “A ver, este libro no es un best seller, no es como el muchacho este, Javier Castillo. Es de una madre que ha perdido un hijo y ya está”. “Lo que está claro es que si eres madre lloras más”.

Proliferan las personas vestidas de rosa en todas sus variantes y en todos sus pantones. No hay hueco para el minimalismo. Sombras de ojos de colores, zapatos repletos de brillos. Rubias, muchísimas rubias.

placeholder Una mujer se protege del sol mientras espera su turno para la firma de libros. (A. B.)
Una mujer se protege del sol mientras espera su turno para la firma de libros. (A. B.)

Isabel y Sergio son madre e hijo y son los primeros de la fila. Llevan en su sitio desde antes de las ocho de la mañana y vienen desde San Sebastián. “No hemos dormido en toda la noche y hemos desayunado en la estación de autobuses”, dice ella. Isabel se dedica a “sus labores” y su hijo “tiene sus cosas y ahí está”, contesta ella por él. La Obregón les cae muy bien desde siempre y por eso están aquí. En cuanto a la nieta de la actriz, Isabel asegura: “Yo, egoístamente, habría hecho lo mismo. Y además, a esa niña no le va a faltar de nada”.

Cuando consigan la firma, irán en busca de Miguel Ángel Revilla y así darán por terminada su visita a la feria. “Es que no somos muy de comprar libros”, declara Sergio.

Julia salió de Valdemoro a las nueve de la mañana. Mientras revisa los mensajes de su móvil, su hija Raquel sujeta un paraguas naranja para que a su madre no le moleste el sol. La matriarca ha venido equipada con un bocata por si se le hace tarde y además de su hija, le acompañan tres nietas, Andrea y dos gemelas preparadas como su abuela con gorra y termo. Dice que lo que más le gusta de Ana Obregón es que “sonríe mucho” y que le parece muy bien que el dinero recogido por la venta del libro vaya a parar a la Fundación Aless Lequio. “A mí se me murió un sobrino de 40 años, aunque no fue de cáncer, pero sé lo que es”, cuenta.

placeholder Las fans esperan con ilusión la llegada de Ana Obregón. (A. B.)
Las fans esperan con ilusión la llegada de Ana Obregón. (A. B.)

Su hija Andrea estuvo hace una semana en la feria. “Vi a Eloy Moreno, Lucía, mi pediatra, y Begoña Oro. Aún no me he leído el libro, pero dice mi cuñada que se lo está leyendo a escondidas de mi hermano para que no la vea llorar”, cuenta con cierto humor.

Según se acerca la hora, se agolpan los curiosos. “Yo no quiero libro, quiero verla a ella y el resto me da igual”. Aprieta el calor y ya son las doce. La organización ha entregado 150 tickets con sus correspondientes números y se han agotado enseguida, así que la impaciencia hace que se produzcan las primeras discusiones. “Nadie te ha pedido opinión y nadie te va a discutir”, espeta una señora a Sergio, que recuerda que él no ha venido desde San Sebastián para que una listilla le quite el sitio. Una señora con camiseta malva, falda de tul del mismo color y un enorme cinturón de flores aguarda con el libro y el número de la revista '¡Hola!' con la foto de Obregón posando con su nieta. Otra está sentada en un poyete, con una mano sujeta una muleta y con la otra una bolsa de cartón de Intimissimi que improvisa como sombrero.

La periodista Patricia Cerezo atiende amablemente a los colegas y aguarda dentro de la caseta para que Obregón firme su libro. Un grupo de señoras, de esas que se organizan en comandos y están al día de saraos de este tipo, comentan. “Ésta es la exmujer de Ramontxu”. “Qué guapa es”. “Todas estas están tan delgadas porque no comen. Si comieran, estarían como nosotras”. “No, hombre, es el gimnasio”. “Sí, hombre, el gimnasio. Qué pena, con la satisfacción que te da una buena pizza”. “He leído en Internet que está con alguien. Estas siempre tienen algo”.

Llega Ana con su correspondiente retraso y su correspondiente nube de fotógrafos y dice en voz alta: “¿Habéis comprado todos el libro?”. Lleva unos zapatos modelo Mary Jane en blanco y negro por los que yo estaría dispuesta a robar. Hay aplausos y muchos te quiero. “Supermami”. “Eres una valiente”. “¡Guapa!”. “¡Ana, Ana!”, corean algunos de los presentes.

Ella sonríe y es de esas personas que lloran sin derramar una lágrima. Otras señoras, es decir, otro comando, le piden a su representante que se quite del medio para poder hacer una foto. “¡Susana Uribarri, apártate, hija!”, dice una. Ana vuelva a saludar y abre una botella de agua. “¡No te entretengas, que hay mucha gente, coña!”, le grita otra.

placeholder Una mujer se emociona mientras Ana Obregón firma su ejemplar de 'El chico de las musarañas'. (A. B.)
Una mujer se emociona mientras Ana Obregón firma su ejemplar de 'El chico de las musarañas'. (A. B.)

Las primeras en entrar son personas con discapacidad que están en una cola aparte. Todo va bien hasta que vuelve la impaciencia. “¿Pero cuántos minusválidos han venido?”. “Pues anda que no hay”. “¿Y qué pasa con los normales?”. “Me voy a hacer yo también el cojo, porque ese camina la mar de bien”. Todas estas personas son las mismas que estaban treinta segundos antes alabando su propia aportación a una causa benéfica por la compra de este libro.

Cada vez llegan más curiosos, “echan foto” y se van, porque no tienen ticket y tampoco muchas ganas de comprarse el libro, aunque en la caseta de al lado esté a la venta. También los hay que miran con superioridad al gentío reunido para que le firme la bióloga española más famosa de todos los tiempos. “En la habitación de juegos que tenían las casas del Romanticismo hay muñecas con caras como la suya”, resume una madre a su hija tras ver de cerca a Ana Obregón.

placeholder Ana Obregón, frente a sus fans en la Feria del Libro. (A. B.)
Ana Obregón, frente a sus fans en la Feria del Libro. (A. B.)

Fuera del parque de El Retiro, en un banco a la sombra, en la acera del Hospital Niño Jesús, descansan Isabel y Sergio. Ella parece un poco decepcionada por la dedicatoria. “Me ha puesto ‘Con cariño’ y ya está, pero al menos también he visto a Revilla, así que tan contentos”, explica. Aún les quedan unas cuantas horas para subir al autobús que los lleve de vuelta a San Sebastián.

Pica el sol en la mañana del domingo 11 de junio. Un señor da la bienvenida a los asistentes de la Feria del Libro de Madrid con carteles enormes en los que denuncia que el Teatro Real está vendido al Partido Comunista Chino. Huele a sudor reciente y a gofre. La gente pasea con y sin perro, con o sin carrito de bebé. Un variadito de asistentes. El punto álgido está al final de la feria.

Ana Obregón
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