Retrato íntimo de María Teresa Campos a través de sus anécdotas más desconocidas

Este martes, 5 de septiembre, se repiten los homenajes en televisión a la que fuera considerada la primera reina de las mañanas. Son muchas las personalidades que han querido rendirle unas bonitas palabras en su recuerdo y han contado anécdotas de lo más curiosas que nos hacen conocer un poco mejor a la persona detrás de la mítica comunicadora.

En el programa ‘Así es la vida’ de Telecinco, Esperanza Gracia contaba que coincidía con María Teresa en Televisión Española por los pasillos y, una vez que se quedó en paro, consiguió que la contratara a pesar de que no creía en los horóscopos.

Un dato curioso para una mujer que se declaraba muy supersticiosa, según ha reafirmado la misma futuróloga, que trabajó durante años al lado de la Campos y que recordaba que incluso un día pisó unos crisantemos que le había colocado en el plató porque le dieron mal fario. Recordemos que son unas flores muy relacionadas con los cementerios, que habitualmente se les lleva a los muertos.

Esperanza Gracia destaca, sobre todo, al igual que muchos otros compañeros, como Rosa Villacastín, Ángela Portero o Sandra Barneda, la humanidad de la periodista, de la que cuentan que no despedía a nadie en sus programas. Una característica muy de los géminis, especifica la experta en horóscopos, el signo de la comunicadora.

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Sobre sus supersticiones aseguran quienes han trabajado con ella que no soportaba las serpientes, ni siquiera en el estampado de la ropa o en forma de joyas. Tampoco le gustaba el amarillo a la hora de vestir, teniendo que llegarse a cambiar alguno de sus compañeros de plató cuando escogían ese color.

Cuenta Rosa Villacastín que le gustaba el flamenco, la copla y bailar e incluso quiso aprender sevillanas. Una mujer de carácter alegre a la que la vida no se lo puso fácil en varias ocasiones, como cuando tuvo que recibir la noticia del suicidio de su único marido, José María Borrego.

La misma periodista lo narró en sus memorias, ‘Mis dos vidas’, que publicó en 2004. “Una noche, al salir de un programa de radio, me fui a cenar y llegué tarde a casa. En ese momento sonó el teléfono. Era mi compañera Ángeles Macua. Me dijo que llamara enseguida a mi casa, a Málaga, ya que me tenían que decir una cosa”. Recordaba que se puso muy nerviosa porque sus hijas estaban allí con su marido y se le pasó por la mente que les hubiera ocurrido algo.

Cuenta que empezó a gritar hasta que le confesaron: “Tu marido se ha pegado un tiro”. Una amenaza que cumplió, según narró en su libro de memorias: “Si le llevaba la contraria en algo, iba al armario donde tenía la pistola (era cazador), la cogía y decía algo que todavía hoy me estremece recordar: ‘Yo lo que tengo que hacer es quitarme de en medio”.