Las últimas horas de Caritina Goyanes: mareos en misa, paseos por la playa y almuerzo familiar

Caritina Goyanes ha fallecido a los 46 años en el hospital de Estepona, donde ya los facultativos no pudieron hacer nada por reanimarla. La cronología de la tragedia sucedió alrededor de las tres de la tarde. Su hijo Pedrito salió del chalet y fue a pedir ayuda acompañado de la empleada de servicio al beach club que pertenece a la urbanización Guadalmina. Cuentan a Vanitatis que el hijo se dirigió a la zona de la piscina donde se encuentra la cafetería para pedir ayuda. En la casa se encontraba su marido y un amigo que fueron los que la llevaron al hospital más cercano en Estepona. Los dos hijos se quedaron en la casa sin saber cómo iba a evolucionar su madre.

Pedrito quiso también acompañar pero le aconsejaron que se quedara con su hermana, que era lo mejor para todos. Lo que sucedio después ya es conocido.

Cuentan que el domingo se había mareado en misa pero que no le dio más importancia, y lo mismo había sucedido este lunes. Lo achacaba al calor pero también a la situación tan complicada que estaban viviendo. Procesar la muerte de su padre le estaba costando a pesar de sus convicciones religiosas. Antes de que comenzara el verano había participado en los retiros de Emaus que ella misma aconsejaba a través de sus redes sociales. Dos de las cualidades de Caritina eran precisamente su alegría de vivir y su generosidad.

La primogénita de la familia pasaba parte de las vacaciones en la casa familiar de la urbanización Guadalmina. Desde que nació este era el el lugar de referencia de sus veranos. Como ella misma nos decía, “aquí es donde están mis referencias más felices. Es mi paraíso en la tierra” .Y en este paraíso es también donde sufrió uno de los grandes golpes de su vida, por no decir el más importante. Perdía a su padre, Carlos Goyanes, el pasado 7 de agosto. Estaban muy unidos. Era su ejemplo, su confidente, su amigo y su referencia.

Caritina, como la llamábamos los que la conocíamos desde que nació, fue quien lo encontró cuando ya no había nada que hacer. Goyanes se había acostado a las dos de la madrugada una vez que terminó el partido de fútbol entre el Real Madrid y el Chelsea. A mediodía su hija entró en la habitación para avisarle de que ya estaba la mesa puesta. Se encontró con la tragedia. Nunca más podría recibir los consejos y sus abrazos. Emocionalmente estaba hundida y se sobreponía por sus dos hijos Pedrito y Minicari (así la llamaban por ser su fotocopia) y por su madre Cary Lapique. La tristeza iba por dentro, como le sucedió a Antonio cuando falleció Lola Flores y no pudo resistir vivir sin ella.

A Caritina le habían transmitido el valor del esfuerzo. Podía haber sido una 'hija de', sin oficio y con el único beneficio de tener el apellido Goyanes Lapique. No lo utilizó, igual que tampoco lo ha hecho su hermana Carla, que es ahora la que tendrá que dar ese apoyo emocional a sus sobrinos.

Estudió Derecho, se licenció con excelentes notas, hizo varios másteres y trabajó durante un tiempo en un despacho importante. Cumplió con lo que les había prometido a sus padres. Pero había un problema y así lo contaba cuando por fin cumplió su sueño de montar una empresa de catering. “No me veía cumpliendo un horario y la verdad es que me lié la manta a la cabeza. A pesar del disgusto inicial mis padres me apoyaron desde el principio”.

Lo que era un empresita con poco recorrido fue poco a poco creciendo. Consiguió que SixSens se convirtiera en un referencia para cualquier tipo de evento social ya fueran bodas, reuniones de empresas del IBEX y aniversarios de revistas. Lo llamativo era que veces ella aparecía en los reportajes de esos medios y mientras los personajes famosos que acudían a las fiestas disfrutaban de su catering, Caritina con su delantal y el pelo recogido organizaba la trastienda y daba órdenes a los camareros, muchos de ellos estudiantes. En este aspecto trataba muy bien a los jóvenes que contrataba. “Era de los catering que mejor pagaba. A diferencia de otros incluía como tiempo de trabajo el desplazamiento”, recuerdan algunos de esos estudiantes que sólo tienen palabras de agradecimiento para la que fuera su jefa.

La noticia inesperada de su muerte pilló a su madre en Mallorca, en la villa que su hermana Miriam Lapique tiene en la zona de Formentor, al norte de la isla. Precisamente había aceptado el consejo familiar de alejarse por unos días de su casa de Guadalmina y pasar esta última semana de agosto intentando procesar la muerte de su marido. Ahora la tragedia ha vuelto a impactar en su vida. Y esta vez ha sucedido lo peor que puede sucederle a una madre como es la muerte de un hija.