Cónclave de vips en la presentación del libro de María de la Luz Del Prado, esposa de Pablo de Hohenlohe

María de la Luz del Prado no forma parte del catálogo de escritores que acuden a los premios Planeta. Es una novelista, fundadora del Trocadero Flamenco Festival que se estrena con 'La buena sombra' (Espasa). Una historia que se desarrolla en unos escenarios que conoce muy bien. La aristocracia del dinero del barrio de Los Jerónimos, el mundo gitano con sus costumbres, sus reglas y su música, el narcotráfico de la Línea de la Concepción, el campo de Gibraltar, la línea roja que cruzan los protagonistas y un final inesperado.

La escritora reunió en el restaurante El Trocadero a su familia y a sus muchos amigos que llegaron desde Marbella, donde vive con su marido, Pablo de Hohenlohe, y sus dos hijas, Allegra y Cecilia. La acompañaron en este bautizo literario Anna Gamazo, Flavia y Hubertus Hohenlohe, Elena Cué, Eugenia Silva, María Fitz-James, Katia Rocha, Amparo Corsini, Bosco Ussía, Alfonso Diez, Dionisio Hernández-Gil, Bárbara Pérez Manzabeitia, Luis Sartorius o Miriam Yébenes entre otros. Todos ellos coincidieron en lo mucho que les había sorprendido la capacidad para contar historias que enganchan desde el primero capítulo. En esta entrevista la autora nos cuenta la mucha similitud con vivencias personales.

Pregunta. Llama la atención que el libro lo firmas como María de la Luz. Todo el mundo te conoce como María a secas.

Respuesta. Me bautizaron como María de la Luz por un pueblo de Cáceres que se llama Arroyo de la Luz. El campo de mi familia estaba muy cerca y eligieron ese nombre. Lo reivindico e intento usarlo cada vez más.

¿Desde cuándo escribes?

De siempre, de muy pequeña. Me he presentado a concursos de relatos, de poesía, de canciones. Nunca había escrito una novela y hace tres años me lo planteé y aquí estoy.

"Inventé una historia que tuviera que ver con el mundo que yo conocía y del que pudiera describir emociones"

¿Te buscó una editorial a pesar de ser primeriza?

Empecé por mi cuenta porque era lo que más me relajaba. Inventé una historia que tuviera que ver con el mundo que yo conocía y del que pudiera describir emociones. Cuando estaba con un capítulo ya escrito me contactó la editorial, fue magia.

Es una historia que tiene un final inesperado. ¿Fue evolucionando o tenías claro lo que iba a suceder?

Tenía el final en la cabeza, pero es verdad que hay personajes que de repente se iban presentado ellos mismos. Mientras escribía una trama, el personaje se me iba por otro lado.

Vera y el Pantera son los dos protagonistas de dos mundos antagónicos. Ella es la niña rica y él el gitano triunfador.

Así es, la chica de buena familia que lo tiene todo y necesita jugar para buscar emociones. Al jugar con fuego te puedes quemar.

Me decía tu marido, Pablo Hohenlohe, que hay algunos apuntes autobiográficos. Aparece Mariluz, organizadora del festival flamenco, mandona e implacable.

Hay mucho de mí como narradora omnisciente. Voy dando mi opinión, desmenuzando a los personajes, a las situaciones más complicadas, o presentando la humanidad del villano. Sale la carretera donde vivo, mi trabajo, mi relación con el flamenco y con los gitanos.

"Pablo [Hohenlohe] y yo tenemos una vida muy discreta. Vivimos en Marbella tranquilos y desde luego pretendemos seguir así"

¿Cómo llegas a ese mundo?

Pues por una fiesta de mi primo Hubertus (Hohenlohe) donde estaban El Cigala, Farruquito y otros artistas increíbles. Estuve hasta las siete de la mañana y salí de la casa embobada. A raíz de ese momento fui conociendo más el flamenco, me hice amiga de muchos de ellos y de sus familias, que ya forman parte de la mía. Con Tobali y su mujer Esperanci convivo muchísimo. Me aceptaron desde el primer momento y me recibieron con los brazos abiertos.

Formas parte de la aristocracia por los títulos familiares, pero en cambio tu visibilidad social en ese aspecto es nula.

Pablo y yo tenemos una vida muy discreta. Vivimos en Marbella tranquilos y desde luego pretendemos seguir así. Y en cuanto al tema flamenco siempre ha estado muy unido el señorito y el gitano como cuento en el libro. Mi madre tenía mucha relación con ellos. Era anticuaria y se pasaba el día en el Rastro.

Has tenido varias travesías del desierto en solitario. Primero un cáncer y después la muerte de tu madre, a la que estabas muy unida.

Es la vida. A veces se encoge y se vuelve negra y otras se expande y se llena de luz. La muerte está tan segura de su victoria que no podemos hacer nada. Cuando tuve el cáncer tenía 32 años. Una niña de cinco y otra de siete y se te hunde el mundo. Te diré que si yo escribo es gracias a esa enfermedad.

En tu libro retratas muy bien como es la relación de los habitantes de la Línea de la Concepción con el narcotráfico.

Hay un porcentaje altísimo de exclusión social y no se destinan los recursos necesarios para educar y dar otras salidas para que la gente no forme parte de las bandas. La ciudad es la gran olvidada.

La actualidad es muy triste con la tragedia que se ha vivido en pueblos de la Comunidad Valenciana.

Horroroso. En un segundo la vida te cambia. Es difícil ver algo bueno con las muertes y las familias que se han quedado sin nada, pero ver la solidaridad de la gente me impresiona. Todas esas colas en las carreteras para ayudar. Me ha hecho creer en el ser humano.

Mientras, los políticos enfrentados en vez de estar unidos.

Están en el ‘y tú mas’. Estamos en un nivel de políticos tan bajo (no todos) que son desecho de tienta. No son profesionales, no son técnicos y cuando llegan situaciones tan graves reaccionan echándose la culpa.

"Estamos en un nivel de políticos tan bajo (no todos) que son desecho de tienta. No son profesionales, no son técnicos"

¿Y el papel del rey Felipe?

Me parece que ha estado superior, soberbio, recibiendo las quejas del pueblo. Una templanza increíble, dando abrazos, calmando. Ha dado una lección. Y la reina, que a veces parece más fría, ha estado bestial.