Melody y el lado oculto de Eurovisión, analizado por psicólogos: ¿sabe una artista de fama precoz gestionar la sobreexposición?
La cantante ha expresado su necesidad de volver a casa para estar con los suyos, mientras el público no termina de entender su actitud. Dos expertas opinan sobre el trauma silencioso que es la fama
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Con solo 10 años, Melody había grabado un disco, vendido 500.000 copias, actuado en prime time y puesto a bailar a todo un país con 'El baile del gorila'. Dos décadas después, su regreso al foco mediático por Eurovisión no ha sido precisamente un viaje de nostalgia feliz. La cantante cancelaba hace unos días su agenda con RTVE para volver a casa con su hijo, en un gesto que algunos no supieron comprender… y que, según las psicólogas consultadas, es precisamente un acto de valentía.
La fama precoz puede convertirse en un trauma silencioso. Así lo explican las psicólogas Sandra Ribeiro, psicóloga y directora del Centro de Psicología que lleva su nombre, y Valentina Arnez. “Crecer con fama desde una edad temprana puede alterar profundamente el desarrollo emocional y la construcción de la identidad”, asegura Ribeiro.
En lugar de jugar, equivocarse o explorar quiénes son, los niños famosos aprenden desde pequeños a mirarse a través del ojo ajeno: lo que el público espera, lo que los medios dicen, lo que no debe fallar. “Se ven inmersos en entornos de evaluación constante, exigencia y rendimiento”, añade.
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Una infancia en la que el aplauso pesa más que la espontaneidad puede dar lugar a lo que la psicoterapia llama un "falso self": una versión aplaudida, funcional, encantadora… pero desconectada del yo real y sus emociones. “No es una infancia normal. Se pierden hábitos, costumbres y libertades esenciales. La identidad se construye en función de lo que se espera de ellos”, completa Arnez.
El retorno: viejas heridas, nuevas formas de exposición
En el caso de la representante española, el regreso al foco mediático con su paso por el Benidorm Fest y Eurovisión ha coincidido con un cambio de era, el que impusieron las redes sociales. “Antes, la exposición estaba mediada. Ahora es constante, inmediata y sin filtros”, explica Ribeiro. Cualquier gesto puede volverse viral y cualquier palabra está interpretada al milímetro.
Esto genera lo que ambas expertas describen como hipervigilancia emocional: miedo a hablar, a equivocarse y a no gustar. “Las redes han multiplicado la crítica anónima, y eso erosiona la autoestima y aumenta la ansiedad”, advierte Arnez.
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A todo esto se suma la presión de volver y de demostrar que el talento sigue ahí. Es decir, de estar a la altura del recuerdo colectivo. “Es una tensión interna entre el deseo de reconectar y el miedo a revivir antiguas heridas”, señala Ribeiro.
Aunque Melody nunca dejó de trabajar, hacía mucho que no vivía esta intensidad desde un primer plano, lo que puede haber reabierto emociones enterradas. “El cuerpo y la mente recuerdan lo que dolió, como inseguridades o traumas, aunque en apariencia todo vaya bien”, añade.
El gesto de parar: una decisión sana (aunque no siempre comprendida)
La decisión de la cantante de 'Esa Diva' de parar para regresar a casa con su hijo, en plena promoción y polémica por su clasificación, fue leída por muchos como una huida. Las psicólogas, sin embargo, lo interpretan de otro modo: como un acto de autocuidado.
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“Cuando el malestar supera el disfrute, es momento de parar. Es valiente reconocerlo y priorizar el bienestar. Y habla de una madurez emocional importante”, sentencia Arnez. Ribeiro coincide: “En contextos de sobreexposición, es habitual sentir una necesidad intensa de desaparecer, de volver a vínculos seguros. A veces, lo más sano es parar antes de romperse”.
Entre los síntomas de alerta: ansiedad, insomnio, irritabilidad, llanto fácil, sensación de vacío.... Y lo más peligroso: creer que no se tiene derecho a mostrarse vulnerable. “A menudo sienten que no pueden pedir ayuda, como si se esperara de ellos un rendimiento emocional constante”, apunta Ribeiro.
Eso sí, existe una salida, pero no se consigue sin ayuda. La fama infantil deja huellas profundas que, si no se abordan, pueden consolidarse en la madurez como ansiedad, autoexigencia extrema o dificultades para disfrutar del trabajo sin miedo al juicio. El tratamiento más eficaz, explican ambas expertas, pasa por un acompañamiento terapéutico integrador.
“Un proceso que permita distinguir entre el personaje y la persona, que valide el sufrimiento y reconstruya la identidad desde un lugar de compasión”, resume Ribeiro. Y concluye con un mensaje claro: “El éxito no debe ir en contra del bienestar". Cuidar la salud mental de los artistas no es un lujo, es una necesidad. Sobre todo si, como Melody, llevan veinte años sosteniendo con una sonrisa el peso de una canción que nació cuando aún eran niños.
Con solo 10 años, Melody había grabado un disco, vendido 500.000 copias, actuado en prime time y puesto a bailar a todo un país con 'El baile del gorila'. Dos décadas después, su regreso al foco mediático por Eurovisión no ha sido precisamente un viaje de nostalgia feliz. La cantante cancelaba hace unos días su agenda con RTVE para volver a casa con su hijo, en un gesto que algunos no supieron comprender… y que, según las psicólogas consultadas, es precisamente un acto de valentía.