Es noticia
Menú
Un viaje gastronómico a Salzburgo
  1. Gastronomía
Viajes gastronómicos

Un viaje gastronómico a Salzburgo

Una doble hilera de castaños recorre un agradable paseo que a lo largo de las dos orillas del río Salzach bordean la maravillosa ciudad barroca de Salzburgo

Foto: Salzburgo
Salzburgo

Una doble hilera de castaños recorre un agradable paseo que a lo largo de las dos orillas del río Salzach bordean la maravillosa ciudad barroca de Salzburgo. Varios puentes peatonales cruzan y unen ambos lados de la ciudad mientras regalan algunas de sus vistas panorámicas más impactantes. El ritmo de Salzburgo lo sigue marcando el carrillón que toca tres veces al día para marcar los tiempos de descanso y las comidas.

Es la ciudad medieval de los Príncipes Arzobispos que una vez controlaron con autoridad la vida de la ciudad y levantaron magníficas iglesias y ricos palacios barrocos. De su ciudad vieja, altstadt, sobresalen enormes cúpulas que dibujan el característico perfil del casco viejo. Amplias plazas como la de Mirabell y Papageno dejan pasar el sol para que un par de veces por semana se colocan los stands de los mercados de frutas y verduras, quesos y licores locales a los que se llega recorriendo estrechas callejuelas peatonales, bajo la sombra de la gran fortaleza que no pudo ser tomada jamás.

Salzburgo es la ciudad de la música en la que aún resuenan el genial Mozart o la popular Julie Andrews de Sonrisas y Lagrimas. Es la ciudad de la cerveza, desde la rubia y la negra que producen los monjes de la abadía de Mullner, en una colina sobre la ciudad, hasta la más popular Stigel. En la gran abadía de los monjes agustinos, en Mullner, se puede además de beber buena cerveza en jarras de medio litro, comer distintas especialidades de la cocina austriaca: pescados ahumados, salchichas, embutidos y prezels, escalopes vieneses. En invierno grandes salones con largos bancos corridos dan paso a grupos de amigos que beben y cantan o a mantener interesantes tertulias de todos los colores, según rezan las placas colocadas sobre las bancadas.

We love coffee, es un diminuto kiosco en la orilla izquierda del río a la entrada de la ciudad, en el que hay que parar a tomar un delicioso y humeante café que prepara Ianna, su dueña. El Cafe Tomaselli, dicen que el más antiguo de todo Austria, conserva de algún modo todo el savoir faire de época ya olvidadas, camareras con delantales y cofia, ofrecen una gran variedad de cafés y deliciosos dulces, entre las que destaca por encima del resto la famosa Apfelstrude. Para tomar el aperitivo un siempre atestado Spurer, donde acuden los locales a tomar su preciada copa de vino.

Para una comida con vistas, nada mejor que el restaurante M-32, cocina sencilla, sin complicaciones en un ambiente muy agradable, sobre la colina con las mejores vistas de la ciudad. Se sube en funicular en apenas unos minutos para dejar abajo la ciudad vieja y disfrutar de las mejores panorámicas: iglesias palacios y cúpulas, bucólicos cementerios por los que pasear, y la omnipresente fortaleza al fondo.

Para la noche nada mejor que las propuestas que el millonario propietario de la escudería Red Bull tiene en la ciudad. Carpe Diem, tal vez uno de los restaurantes más agradables de Salzburgo. Raciones y ‘finger food’ con una carta muy cuidada que cambia cada mes y siempre con elaboraciones y presentaciones modernas, de cierta vanguardia. Disponen de un interesante menú para dos personas a 100€. Para acabar, los dulces son extraordinarios.

Por otro lado y más informal el Afro Cafe; buen café y té africanos además de una cocina sencilla, exótica y más divertida: falafel, samosas, un original y rico ragut de cebra, o unas costillas en pan de pita con salsa ligeramente picante.

Para los que trasnochan, el famoso food truck que aparca junto al río para matar el hambre hasta las 2 de la madrugada con raciones de pollo empanado.

Una doble hilera de castaños recorre un agradable paseo que a lo largo de las dos orillas del río Salzach bordean la maravillosa ciudad barroca de Salzburgo. Varios puentes peatonales cruzan y unen ambos lados de la ciudad mientras regalan algunas de sus vistas panorámicas más impactantes. El ritmo de Salzburgo lo sigue marcando el carrillón que toca tres veces al día para marcar los tiempos de descanso y las comidas.

El redactor recomienda