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Se cargan la última boda de un Franco
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Se cargan la última boda de un Franco

Leticia Giménez-Arnau Martínez-Bordiu se quiere casar el próximo 8 de agosto con su novio americano en la capilla de la casa familiar de Meirás. En su

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Se cargan la última boda de un Franco

Leticia Giménez-Arnau Martínez-Bordiu se quiere casar el próximo 8 de agosto con su novio americano en la capilla de la casa familiar de Meirás. En su día, habría sido la autoridad competente quien habría prohibido la boda y por decreto, como se hacían las cosas cuando el general veraneaba en el pazo gallego. Ahora, quien puede impedir la fiesta matrimonial son varios grupos y asociaciones que están en contra de que el recinto continúe siendo propiedad privada. Aseguran que fue un “regalo” al Jefe del Estado costeado obligatoriamente por el pueblo de Sada. Y, por lo tanto, desaparecido Franco debería haber pasado de nuevo al pueblo y convertir el pazo en Bien de Interés Cultural abierto al público.

Desde hace unos años, la Xunta de Galicia y el ayuntamiento de esa ciudad mantienen un litigio con Carmen Franco para que al menos se pueda visitar el pazo cuatro días al mes. Algo así como lo que hace la duquesa de Alba con el Palacio de Liria en Madrid. Pero en este caso, la duquesa de Franco se ha negado en redondo. El verano pasado ya aseguraba a los medios que requerían su parecer “que ésta es mi casa y no estoy dispuesta a que nadie entre sin permiso. ¿Qué pensarían ustedes si un grupo de gente se colara en su jardín y decidiera hacer una barbacoa? Pues aquí lo mismo. No existe ninguna resolución judicial que me obligue a abrir las puertas de Meirás”.

Por lo tanto, y si no varían las circunstancias, es muy posible que la boda no se celebre en ese lugar. Dicen que la familia está buscando un sitio alternativo por si las cosas se ponen feas. De hecho, y tal como se comenta por el pueblo, la gente está dispuesta a recibir a los invitados -cerca de trescientos- con pancartas e, incluso, cortando el paso. Una de las razones que dan para no estar conformes con la fiesta es que al ser un lugar histórico no se pueden colocar alegremente carpas, ni alterar el recinto. Al no poder verificar estos cambios circunstanciales, tampoco se puede saber si cumplen con la normativa o no.

De hecho, cuando se casó Arancha Martínez-Bordiu, las obras de remodelación no contaron con la conformidad de la Delegación Provincial de Patrimonio Histórico. En aquel momento, se reparó el tejado, los portales, las paredes y el retablo de la capilla sin la preceptiva autorización. La últimas fiestas celebradas en el pazo fueron la pedida de mano de María Margarita Vargas, casada con Luis Alfonso de Borbón, y, más recientemente, la boda de uno de los hijos de Mariola Martínez-Bordiu. Si en aquel momento ya hubo cierto malestar, no se explican en Sada como continúan en la misma línea cuando con los medios que tienen -dicen- podrían hacerlo en cualquier otro lugar.

Por su parte, Jimmy Giménez-Arnau, padre de la novia Leticia, se lo toma con sentido del humor y explica a Vanitatis.com que no entiende esa insistencia de la madre de “volver al lugar del crimen”. “Son ganas de j… las cosas. Si ella (Mery) se casó conmigo en el pazo y salió como salió, para qué repetir la historia. Yo creo que donde tendrían que celebrar el matrimonio es en el Vaticano. Ahí no tendrían problemas. O ya puestos, en la Catedral de Burgos. En esa ciudad instaló Franco su cuartel general de la masacre. ¿Qué si espero la invitación? No, hace muchos años que salé del museo de cera”, dice

Leticia Giménez-Arnau Martínez-Bordiu se quiere casar el próximo 8 de agosto con su novio americano en la capilla de la casa familiar de Meirás. En su día, habría sido la autoridad competente quien habría prohibido la boda y por decreto, como se hacían las cosas cuando el general veraneaba en el pazo gallego. Ahora, quien puede impedir la fiesta matrimonial son varios grupos y asociaciones que están en contra de que el recinto continúe siendo propiedad privada. Aseguran que fue un “regalo” al Jefe del Estado costeado obligatoriamente por el pueblo de Sada. Y, por lo tanto, desaparecido Franco debería haber pasado de nuevo al pueblo y convertir el pazo en Bien de Interés Cultural abierto al público.