El susto de la familia Alba

El viaje de enamorados de la duquesa Cayetana y Alfonso Díez ha sido un sin vivir para familiares y amigos más directos de la duquesa. Por un lado, porque todos los que la quieren y aprecian estaban preocupados por su estado de salud. La jefa de la saga Alba ha demostrado estar en plena forma. Idas y venidas de hotel en hotel y de anticuario en anticuario, esperas en aeropuertos, kilómetros en coche, paseos por media Sicilia y después Roma que, aunque en silla de ruedas, no por eso deja de ser cansado para una dama octogenaria. Está claro que el amor rejuvenece y doña Cayetana está más pimpante que Ana Obregón en ¡Mira quien Baila!

 

Por otro lado, y quizá el más importante, o al menos el que más repercusión personal podía tener, era el relativo al posible matrimonio en Roma. El runrún que circulaba por Sevilla y Madrid se convirtió en una bola de nieve cada vez más grande con la supuesta audiencia privada del Papá a los recién casados. No hay que olvidar que Benedicto XVI fue amigo de Jesús Aguirre, que le tradujo varios libros de alemán al castellano, entre ellos El Dios de la Fe y el Dios de los Filósofos. De ahí, que no fuera tan descabellada la idea de que el Pontífice les hubiera recibido.

A todo esto, los paparazzis que seguían a la pareja alertaron a sus agencias anunciando que los novios habían entrado en el Vaticano. Con lo cual, la ficción podía convertirse en realidad. Pero nada de esto ocurrió. Ni hubo audiencia de ningún tipo, ni boda en la embajada ni en el consulado español. Por el momento, los enamorados continúan sin cambiar de estado civil. La duquesa se marchó a Sevilla y Alfonso a trabajar. En el caso de haberlos utilizado para estas vacaciones, los moscosos -días de libranza de los funcionarios que se pueden unir- se han agotado para Díez.