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Julio Iglesias y su boda secreta
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Julio Iglesias y su boda secreta

No se trata del padre, Julio Iglesias, que ya ha dicho en millones de ocasiones que no se casa porque Miranda no quiere. Que si fuera por él,

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Julio Iglesias y su boda secreta

No se trata del padre, Julio Iglesias, que ya ha dicho en millones de ocasiones que no se casa porque Miranda no quiere. Que si fuera por él, se colocaba el chaqué o la guayabera y montaba la ceremonia en su mansión de Punta Cana con sus cinco niños y los nietos de Hey, el perro dálmata al que le dedicaba sus canciones más sentidas. 

“Como las bodas son cosas de dos, si ella no quiere no la puedo obligar”, cuenta siempre con cierta ironía a todos aquellos que le pregunta (le preguntamos) por qué no se compromete legalmente con la madre de sus hijos. Él echa balones fuera y en cambio su hijo Julio José hace todo lo contrario.

El muchacho que, junto con Tamara, es lo mejor de la saga Preysler, lo tiene muy claro. Quiere casarse por la iglesia y por supuesto, con el boato que exige el tener como madrina a la reina de Porcelanosa, mamá Preysler.

Más o menos es lo que vino a decir en Tenerife, donde acudió con su novia Charisse a la inauguración del Gran Hotel El Mirador. Las pareja que se alojo en la megasuite con vistas al mar y no exigió ni pidió ninguna extravagancia, como suelen hacer algunos petardos domésticos no pusieron pegas a la hora de explayarse. Mejor dicho Julio fue el que habló y “su mujer” -que así la nombra siempre que habla de ella- se dedico a sonreír y mirarle tiernamente.

De todas formas Julio (José) que es un muchacho que también se mueve por impulsos, podría dar un susto en casa y casarse en Las Vegas sin avisar a nadie. Cuando se le comenta esta posibilidad salta y, medio en broma, medio en serio, dice “a mi madre le da un pasmo”. Mientras tanto, el primogénito de los varones ha vuelto a Miami, donde además de retomar sus mañanas de playa, quiere continuar con una carrera musical donde no ha tenido suerte.

No se trata del padre, Julio Iglesias, que ya ha dicho en millones de ocasiones que no se casa porque Miranda no quiere. Que si fuera por él, se colocaba el chaqué o la guayabera y montaba la ceremonia en su mansión de Punta Cana con sus cinco niños y los nietos de Hey, el perro dálmata al que le dedicaba sus canciones más sentidas.