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Espartaco no puede vender el piso de la discordia
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Espartaco no puede vender el piso de la discordia

El divorcio de Patricia Rato y Espartaco ya tiene sus daños colaterales. Y no los habituales de cualquier separación, sino los relacionados con terceros. En este

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Espartaco no puede vender el piso de la discordia

El divorcio de Patricia Rato y Espartaco ya tiene sus daños colaterales. Y no los habituales de cualquier separación, sino los relacionados con terceros. En este caso, se trata de la posible venta o alquiler de un piso en la calle Justiniano (Madrid), que hasta la separación era el hogar de la familia. Tanto si el que viajaba a la capital era el torero solo, con sus hijos o con Patricia, siempre se utilizaba esta vivienda.

Mucho antes de que se hiciera efectivo el desencuentro matrimonial, una de las cosas que no se cuestionaba la pareja era que, cuando las niñas terminaran el colegio, sus estudios superiores los harían en Madrid. La casa ahora en litigio sería su domicilio. Y no una residencia como plantea ahora el torero, aduciendo que tener dicha vivienda abierta produce muchos gastos de mantenimiento.

Lo curioso del caso es que ese piso genera hoy los mismos desembolsos que antes y, por lo tanto, el único cambio de esquema tendría que ver con una manera de liquidar un bien familiar que en estos momentos, y dado que no hay sentencia de divorcio, no podría hacerse. Según ha sabido Vanitatis, existe un contrato privado entre los ex cónyuges, donde parece que la propiedad está cedida a la esposa, aunque en el registro de la propiedad figure a nombre de una empresa.

Este documento tiene validez legal y, además, tanto la casa de Justiniano como el chalet de Jaca son bienes en litigio y, por lo tanto, no se pueden alquilar, vender o impedir la entrada a cualquiera de las partes. Por otro lado, la vivienda está en perfecto estado de revista con la nevera y la despensa llena y no “vacía” como se ha querido certificar para su posible alquiler.

Los enseres personales de los miembros de la familia Ruiz/Rato permanecen en la casa. De ahí la sorpresa y, sobre todo, el gran disgusto de Patricia al encontrarse con ese panorama. Por aquello de no complicar la situación judicial más de lo que está, un juego de llaves al que puede acceder la esposa y sus hijos se encuentra en la sede de la fundación familiar y no en posesión del padre de Patricia, como se ha comentado. Por cierto, el local de la fundación se lo arrendó el torero a la asociación y, por lo tanto, él recibe íntegramente el pago del alquiler.

El divorcio de Patricia Rato y Espartaco ya tiene sus daños colaterales. Y no los habituales de cualquier separación, sino los relacionados con terceros. En este caso, se trata de la posible venta o alquiler de un piso en la calle Justiniano (Madrid), que hasta la separación era el hogar de la familia. Tanto si el que viajaba a la capital era el torero solo, con sus hijos o con Patricia, siempre se utilizaba esta vivienda.