La baronesa Thyssen niega que presione a Cultura con la venta de 'La Esclusa'

Carmen Cervera no quiere polémicas. Subasta su cuadro el próximo 3 de julio porque para eso es suyo y porque el mercado del arte está en alza. "Es lo único que no se devalúa. Desprenderme de alguna casa sería malvenderla", afirma la coleccionista, que hace unos días anunció que vendería una de sus joyas pictóricas, La esclusa, del pintor británico John Constable.

Tener liquidez no es accesorio y siempre viene bien disponer de dinero en efectivo, aunque la protagonista no lo necesite para sobrevivir. De hecho, la viuda de Heinrich von Thyssen ha negado rotundamente a Vanitatis los rumores que afirman que la venta de su cuadro se debe a una medida de presión a Cultura para que tome decisiones que en estos momentos son prácticamente innegociables y avala su razonamiento en que "he vuelto a prorrogar por un año la cesión de mi colección privada en vez de llevármela fuera donde siempre he tenido ofertas importantes".

Además, Carmen Cervera asegura  que ha aguantado todo este tiempo sin vender nada porque asumía gastos que no la correspondían. La cesión de su obra al Thyssen y al museo de Málaga no le origina gastos importantes porque tanto el mantenimiento como los seguros corren a cargo de dichos centros. Pero tampoco le renta las elevadas cantidades que cualquier organismo cultural internacional le abonaría por el alquiler de su colección privada.

Sin embargo, los ambientes del arte aseguran lo contrario. La subasta del cuadro, uno de los preferidos  del barón, que lo adquirió en 1991 por diez millones de dólares, tenía como fin presionar al gobierno español. Y no solo sobre esta obra maestra que "se ofertó a Cultura con unas condiciones muy ventajosas y en plazos", como afirma la baronesa, sino también con el resto de su colección privada, valorada en más de setecientos millones de euros. Ya solo La Esclusa  tiene un precio de salida fijado por la firma de subastas Cristie's en veinte millones de libras.

Además, Carmen Cervera se queja de la poca ayuda que recibe y de los desencuentros que ha mantenido con los diferentes responsables de cultura. No se entendió con Sinde y parece que tampoco con Wert. Tampoco quiere que se le tome por frívola en estos tiempos donde en España "hay familias que lo están pasando verdaderamente mal. Yo soy una persona muy austera y la venta de La Esclusa no tiene que ver con un capricho sino con una realidad", recalca.

Dicho esto, la baronesa pasa a enumerar cómo ha cedido sus colecciones privadas tanto en el Thyssen de Madrid como en el Museo de Málaga, que se  ha convertido es un verdadero reclamo cultural para la ciudad.

Son más de doscientos cuadros en total que la baronesa recibió como regalo de su marido o que ella misma adquirió. En su día no hubo acuerdo con  la exministra de Cultura, Ángeles González Sinde, que en aquel momento no tenía capacidad para negociar la cantidad que Cervera pedía por el alquiler de su colección privada, cuyo préstamo concluía el pasado 12 de febrero del 2011.

Carmen echó un órdago, asegurando que había muchos países interesados, pero Cultura no recogió el guante. En mayo del 2005 la Comisión Mixta para las relaciones con el Tribunal de Cuentas pidió al Gobiermo que negociara con la baronesa para comprarle la colección en vez de alquilarla. De esa forma se quedaba definitivamente en España. Pero la dueña dijo que no y ahí quedo la cosa.

El enfado de Francesca Thyssen

Lo que sí llama la atención, y de ahí el enfado de la hijastra Francesca Thyssen, que intentó vetar la venta de La  Esclusa, es que sea un cuadro con gran valor sentimental. "Era la pintura preferida de mi padre. ¿No podía  elegir otra?", aseguró la hija del barón cuando se enteró.

Borja Thyssen, por su parte, prefiere no hacer ningún comentario al respecto. Bastante complicada está la relación con su madre como para echar más leña al fuego opinando sobre la próxima subasta del 3 de julio. El hijo de Carmen Cervera mantiene varios contenciosos con su madre y uno de ellos tiene que ver con el cuadro de Goya Una mujer y dos niños junto a la fuente que, según Borja, fue un regalo que en su día le hizo el barón.