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Manuel Díaz 'el cordobés': "Me tomaría un café con mi padre y no le reprocharía nada"
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Manuel Díaz 'el cordobés': "Me tomaría un café con mi padre y no le reprocharía nada"

Si hay algo que se pueda decir de Manuel Díaz ‘el Cordobés’, tras una primera impresión, es que es una persona educada. Llega tarde a la

Foto: Manuel Díaz 'el cordobés': "Me tomaría un café con mi padre y no le reprocharía nada"
Manuel Díaz 'el cordobés': "Me tomaría un café con mi padre y no le reprocharía nada"

Si hay algo que se pueda decir de Manuel Díaz ‘el Cordobés’, tras una primera impresión, es que es una persona educada. Llega tarde a la entrevista que le hace Vanitatis. Se vio metido en pleno atasco tras la entrevista en directo en un programa de televisión. Se disculpa más veces de lo necesario y se muestra sencillo y accesible. Cuando se sienta en la mesa parece sereno, como si entrase a matar. Se le ve dispuesto a hablar de su vida, a desnudar su alma como lo hace en el libro De frente y por derecho en el que, con ayuda de Jaime Royo-Villanova, ha relatado sus memorias sin cortarse a la hora de hablar de su padre, al que asegura que “no le reprocharía nada”.

“El año que viene cumplo 20 años de alternativa y este tipo de cosas hay que hacerlas en el momento en el que uno lo tiene todo fresco. Me hacía ilusión mostrar lo satisfecho que me siento de cómo he solucionado las trabas que han ido surgiendo en mi vida. También quería  que mis hijos lo tuviesen pronto en las manos y pudiesen disfrutarlo”, asegura nada más empezar. El tema padres e hijos surgirá a lo largo de la conversación, aunque no se le pregunte por ello. Las páginas de De frente y por derecho tienen, por tanto, algo de reivindicativo, como si quisiera poder decir: “Aquí estoy y aquí sigo pese a todos los tropiezos”. Y, por tanto, el tono en la conversación a veces vira hacia lo melancólico.

Su realidad ha sido dura, pero contarla ha sido una catarsis. “No me costaba contar la realidad de la vida. La vida no es fácil para nadie. Yo soy un privilegiado por solventar las dificultades y que estas me marcasen el camino de ser torero, que me fuesen llevando a sentirme realizado como ser humano”, asegura como si quisiera dejar claro que, por encima de todo, además de ser hijo de quien es y de una fama que a veces se ha salido del camino trazado, debe ser conocido como un hombre “que se ha dedicado a los toros”.

Un homenaje a su madre

El libro llega a las librerías con todo el boato por parte de Planeta, la editorial que ha apostado por este escrito nacido al calor de docenas de conversaciones con Jaime Royo-Villanova, transcriptor de la vida de este hombre aferrado a una madre, a la que homenajea y la que ha sido piedra angular de todas y cada una de las páginas: “Estoy contentísimo de que mi madre se haya quitado ese peso de encima. Es una mujer que ha luchado mucho y me ha hecho ilusión que ella pueda contar todo lo que ha sido eso”. Está donde está “gracias a ella” pero sus agradecimientos se extienden a Royo-Villanova.

Tanto agradecimiento saca a relucir su eterna imagen de buen chico. Ni siquiera Vicky Martin Berrocal tiene una mala palabra para él. ¿Cómo se puede llevar esa imagen de bonachón? “En la vida a veces se aprovechan de uno pero siempre hay un ‘efecto boomerang’. Lo que tú haces se acaba volviendo contra ti. Y cuesta el mismo trabajo ser simpático y agradecido que ser lo contrario”, asegura. Y lleva razón. Durante toda la entrevista, hace énfasis en cada palabra cuando se trata de hablar de los demás.

La cosa se vuelve seria cuando se trata de hablar de Manuel Benítez, su padre, uno de los toreros más populares de la cultura española y el padre que nunca lo reconoció: “He hecho muchas cosas por acercarme a él. He tirado por el camino del trabajo, por ser matador de toros. Siempre he ido abriéndome camino para llegar a él”. Reconoce que ya es tarde para reproches y, si por algo le ilusionaría esta reconciliación, es por su madre: “Sería bonito decirle a mi madre: 'Estate tranquila. Ya lo he conseguido'. Para ella sería muy importante. Lo disfrutaría más que yo, el poder decirle que he estado junto a él y lo que opino”.

Un niño grande que no guarda rencor

Esa lucha por acercarse al torero famoso, al padre esquivo, contiene episodios incluidos en el libro. Algunos son claramente tristes, como el de aquella noche en la que el niño que fue lo esperó en un portal. Cuando Benítez salió de su casa, la reacción fue decepcionante para el pequeño Manuel Díaz: “Todas las noches mi madre y yo íbamos al mismo escalón del mismo portal para ver si me veía. Él salió en coche y yo me acerqué a la ventanilla y él le dijo: ‘Tira, tira, tira”

Pero parece que ese niño no alberga rencor pasados los años. “A mi padre le diría ‘Gracias’ por haber sido un espejo en mi vida; el espejo que ha hecho que con esa fuerza y esa imagen ha hecho posible que yo consiguiese muchas metas. Ya no hay tiempo de reprochar nada”.

Si un padre no te reconoce, nada mejor que lo haga la gente, para compensar esa carencia emocional. Muchas personas lo paran por la calle, sobre todo aquellas mujeres que saben lo que es criar a un hijo solas: “Muchas mujeres, madres solteras, me paran y me dicen: “Yo también tengo un hijo sin padre” y les contesto: “No me lo digas en secreto. Siéntete orgullosa de ello porque ese hijo ha nacido de un acto de amor”. El libro también va dedicado a esas madres que defienden su verdad”, asegura.

Más que hijo triste por la ausencia de su progenitor, ahora es un padre feliz por la presencia de sus hijos. Y ha conseguido que sus compañeros de colegio los consideren niños normales. Además es feliz junto a su segunda esposa, una Virgina Troconis que lo acompaña dondequiera que vaya. También en esta ocasión, aunque ella decida quedarse en un segundo plano.

“Todas las personas tendríamos que escribir un libro y dejarlo escrito para los que vienen detrás”, afirma ‘el Cordobés’ como si quisiera ser uno más, aun siendo consciente de que no lo es . Y puede que sus verdades no vayan a cambiar el mundo ni rezumen trascendencia. Pero son suyas, y se nota que le salen del corazón.

Si hay algo que se pueda decir de Manuel Díaz ‘el Cordobés’, tras una primera impresión, es que es una persona educada. Llega tarde a la entrevista que le hace Vanitatis. Se vio metido en pleno atasco tras la entrevista en directo en un programa de televisión. Se disculpa más veces de lo necesario y se muestra sencillo y accesible. Cuando se sienta en la mesa parece sereno, como si entrase a matar. Se le ve dispuesto a hablar de su vida, a desnudar su alma como lo hace en el libro De frente y por derecho en el que, con ayuda de Jaime Royo-Villanova, ha relatado sus memorias sin cortarse a la hora de hablar de su padre, al que asegura que “no le reprocharía nada”.