Frente al Guadalquivir y en una bodega de Córdoba: la boda de Inma, la novia del vestido vaporoso con capa
Inma y Guille, los dos andaluces, celebraron sus nupcias en la ciudad natal del novio, rodeados de sus familiares y amigos, y con un vestido de novia a medida
Una cena por el río Guadalquivir fue el detonante de la historia de amor de Inma y Guille. "Nos conocimos en Sevilla en 2018. Cada uno había ido de viaje con su grupo de amigos y coincidimos en una cena en barco por el río. Comenzamos a ser amigos, de los que pasan las horas, el día y la noche hablando sin parar, y poco tiempo después, a ser algo más", cuenta la novia.
Por aquel entonces, Inma, jiennense, vivía en Murcia y Guille, cordobés, hacía lo propio en Madrid. "Al año siguiente de conocernos, Guille me convenció para mudarme y nos fuimos a vivir juntos a Madrid".
Cumpliendo el refrán que dice 'de una boda sale otra', la pedida de mano llegó en septiembre de 2022 durante el enlace de unos amigos. "Guille decidió pedirme matrimonio en secreto. Cuando le pregunté en qué año le apetecía casarse, lo tenía claro, siete meses después".
Así, la pareja fijó su gran día para el 29 de abril de 2023. Una fecha que no escogieron al azar. "No conocimos la noche del 28 al 29 de abril de 2018 y, justo cinco años después, nos casaríamos".
La de la enfermera y el arquitecto sería una boda civil en Córdoba. "Nos casamos ante notario un día antes de la celebración con nuestros familiares y amigos".
Ya el 29 de abril, tanto la ceremonia civil como la celebración, tuvieron lugar en Torre de la Barca, una finca a orillas del río Guadalquivir propiedad de Bodegas Campos. "La finca está en alto respecto a la ciudad, y como la ceremonia comenzó a las 20:00 horas, la luz del atardecer creó un ambiente superacogedor", recuerda la novia.
Inma y Guille organizaron su boda con un claro objetivo: "nuestro sueño era juntar a toda la gente que queríamos y celebrar el amor entre nosotros y hacia ellos. Y así fue, pudimos sentir el calor, el amor y la felicidad de toda la gente que queremos y que nos quiere". Lo hicieron guiados y ayudados por las wedding planners de Petite Reunion.
Meses antes de que llegase el día, Inma se lanzó a la búsqueda y captura de su vestido de novia. "Antes de pensar en casarnos, ya seguía los diseños de Luis Infantes. De hecho, fue el primer y único atelier qué visité. Cuando por fin le conocí, ver los trajes que había pensado para mí y el trato con que me dio, me ayudó a tenerlo aún más claro. Luis supo plasmar todo lo que yo necesitaba, respetando siempre la elegancia y comodidad".
Las ideas previas de Inma fusionaban las capas con diferentes siluetas de vestidos. Como único requisito: "quería incorporar un broche en el traje". No era un broche cualquiera, "era el broche con el que se casó mi madre", explica.
Con ese mix, "es cierto que lo que había visto de Luis me inspiraban mucho, pero no tenía nada superclaro, solo sabía que quería ser fiel a mi estilo y sentirme cómoda", el diseñador nupcial comenzó a idear el que sería el traje más importante en la vida de la enfermera.
En ese momento comenzó el proceso de creación de su vestido. "Fui con una de mis mejores amigas de la infancia, tanto ella como Luis Infantes, coincidieron con cuál me veían. Libremente, fui descartando los bocetos que menos me representaban (aun así, a Luis le dije que me pondría todos, eran espectaculares). Finalmente, los tres coincidimos en escoger el mismo vestido".
La novia, su mejor amiga, el diseñador y alguien más. "En cada prueba de vestido, estaba la modista, Pilar, encargada de mi vestido y Luis. Ambos se compenetraban a la perfección, cada ajuste, retoque. La profesionalidad, la delicadeza y el trato fueron inmejorables, siempre me transmitieron calma y me daban consejos para ese día".
Inma nos cuenta, con sus propias palabras, como era su vestido de novia. "El vestido se componía de una falda con cuerpo liso de satén, combinado con tul, una capa de bambula que envolvía los hombros y dos capas del mismo tejido, que caían por la espalda y daban efecto cola, la espalda era descubierta, con abotonadura en la parte baja. Y como complemento joya, el broche de mi madre. El vestido tenía caída, mucho cuerpo y era cómodo de llevar, no daba sensación de peso, quedaba como un guante al cuerpo".
Un traje nupcial vaporoso con capa que Infantes y su equipo construyeron en tiempo récord. "Crearon el vestido con tan solo cinco meses, como Luis me decía: vamos atropellados de tiempo Inma, pero va a salir perfecto, y así fue".
Para cerrar el look, además del broche de su madre, Inma sumó otras joyas prestadas más. "Los pendientes, me los prestó la madre de Guille, casualmente iban a la perfección con el broche, parecían del mismo juego". Tanto el anillo de compromiso como las alianzas eran de Suárez.
Para el calzado, confió en la marca española que calza a todas las novias y también a las invitadas. "Los zapatos fueron de Flordeasoka, no conocía la marca, me la recomendó Luis. Al visitar la tienda y ver, tanto los modelos como los materiales, me enamoré del color. Era un tono verde oliva metalizado con destellos dorados. Me recordaba a Andalucía, de donde vengo, a la tierra del olivo. Son preciosos y comodísimos", así habla de las sandalias que llevó el día de su boda.
En su armario nupcial, Inma dio relevancia a la ropa interior. "Me parece muy, muy importante. La lencería que llevé fue de Le Bratelier, un tipo de lencería moldeadora que se ajusta como un guante y que es muy cómoda. No quería nada que me pudiese incomodar o clavar y sentirme encorsetada. Las chicas de Le Bratelier me asesoraron genial".
Con el ramo de novia concluimos el recorrido por los accesorios de la novia. "Fue regalo de mis amigas de la infancia. Tenía más o menos claro el tipo de flor que me gustaba, el resto ellas lo combinaron. El encargo fue a Andaluflor, la misma floristería que decoró la ceremonia y el banquete. Por parte de una amiga de mi madre, llevaba anudado al ramo un pañuelo bordado con mis iniciales y el escudo que había dibujado para las invitaciones con nuestras iniciales".
El día de su boda había llegado. "Como mi familia y yo necesitábamos un lugar en Córdoba donde dormir y prepararme, Guille y yo buscábamos un hotel con encanto, pero en el que pudiésemos sentirnos como en casa. Y sin lugar a duda lo encontramos, La Ermita Suites, un hotel precioso y pequeño que cuenta con cinco habitaciones, cada una con un encanto especial, y muy familiar", detalla.
Ya en una de las habitaciones del hotel, comenzaron los preparativos en clave beauty. "La maquilladora era de Jaén, Almudena Soto, una artista, supo perfectamente lo que necesitaba, me dejé guiar 100% por ella. La peluquera fue María, otra artista y un encanto. En la prueba de peinado me asesoró como nunca antes lo habían hecho".
Echando la mirada atrás, Inma recuerda que, "fue un día muy especial. Yo suelo ser bastante inquieta, pero lo que son las cosas, ese día estaba extrañamente tranquila. Mi madre, una de mis amigas y mis primas, me ayudaron a vestirme, y ellas estaban sorprendidas de lo tranquila que estaba, no daban crédito. El momento preparación con ellas fue muy guay".
Cuando Inma estaba vestida de novia, su padre y ella pusieron rumbo a Torre de la Barca. "Tengo grabado el momento en el que mi padre y mi hermano entraron a la habitación a verme. Ver la cara de mi padre, que no podía contener la emoción, fue increíble. Llegamos a la finca en un coche de colección de un tío de Guille, el coche se apoda 'Currito'. Entre en la ceremonia civil de la mano de mi padre".
"Cómo la firma ante notario fue el día anterior, la ceremonia del sábado se la encargamos a dos amigos, uno por parte de Guille y otro de la mía (ambos se coincidieron el mismo día que Guille y yo nos conocimos). No sabíamos ni el guion que seguirían ni que había sorpresas habría", relata Inma.
"Me quedo con todos los discursos, que voy a decir, todos parte fundamental de nuestra vida. Pero sin duda mi hermano me emocionó especialmente. Meses antes le pedí si quería decirnos unas palabras, y el mismo día de la boda, cuando me estaban peinando, me llevo una carta a la habitación. En ella me decía que no se había preparado nada, pero que, el día anterior, en la ceremonia con el notario y por un regalo que le hice a nuestros padres, le sirvió de inspiración, que había entendido lo que para Guille y para mí significaba el amor en pareja. Cuando lo escuche hablar, sentí eso, que explotaba por dentro", rememora.
Convertidos en marido y mujer una vez más, comenzaron los festejos. De la celebración destaca el papel del grupo Son de Cuba, "el buen rollo y la animación del coctel fue insuperable con todo el mundo bailando sin parar".
En relación con esto, Inma señala que a ellos les gusta mucho la música y el ambiente cubano. "El año anterior habíamos estado en Cuba y nos decantamos por esa música. Contratamos a Son de Cuba Oficial, un grupo de músicos cubanos que conocimos a través de Instagram. Fue un acierto total, porque lejos de hacerse largo el cóctel, fue toda una fiesta anticipada antes de la cena. ¡Espectacular!".
Del catering se encargó Bodegas Campos, "sabíamos que no nos equivocábamos dejando el banquete en sus manos. Nos decantamos por un cóctel de pase largo, para que la cena se hiciese amena y ligera".
"Guardamos muy buenos recuerdos de ese día, pero sin duda nos quedamos con lo que nos hacían sentir nuestros invitados, veíamos en los amigos y familia felicidad sincera, nos transmitían un cariño brutal y como se alegraban por nosotros, fue increíble, de las mejores experiencias que hemos vivido", confiesa.
Para abrir el primer baile, dejaron el clásico vals a un lado. "Como no soy muy buena bailarina, decidimos improvisar y bailar como si estuviésemos en casa. Elegimos la canción Sarà perché ti amo de Suarez y como parte final, le pedimos al DJ que la mezclase con la versión de DJ Matrix, Matt Joe y Carolina Márquez, para que todo el mundo saltase a bailar".
Nos despedimos con las recomendaciones de Inma y Guille para futuros novios. "Nuestro principal consejo a los novios es que sean ellos mismos en todo el proceso. A nosotros nos gustan mucho las manualidades, pintar, restaurar muebles... Y eso lo reflejamos en todo el proceso de la boda, desde las invitaciones creadas y pintadas por nosotros 100%, pasando por el neón hecho por Guille, el diseño de la minuta, el seating plan, y como regalo a los invitados, además de aceite 100% de oliva virgen extra primera cosecha, regalamos fotos de momentos con nuestra familia y amigos personalizadas. A todo quisimos darle nuestro toque".
"Y a las novias, es complicado o nos quieren hacer ver que lo es, pero ese día todo va a salir bien, todo. Respira profundo, rodéate de gente que te de paz y a disfrutar. Si algo no sale, un detalle o un retraso, no pasa nada, lo importante sois vosotros dos y el motivo que os une ese día, junto con toda la gente que os quiere, todo lo demás es adorno. A emocionarte, comer, bailar, saltar y que te duela la boca de sonreír y el pecho de reír". Así, seréis felices para siempre.
Una cena por el río Guadalquivir fue el detonante de la historia de amor de Inma y Guille. "Nos conocimos en Sevilla en 2018. Cada uno había ido de viaje con su grupo de amigos y coincidimos en una cena en barco por el río. Comenzamos a ser amigos, de los que pasan las horas, el día y la noche hablando sin parar, y poco tiempo después, a ser algo más", cuenta la novia.
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