Consecuencias de una autoestima baja y cómo evitar que domine tu vida

Al hablar de autoestima, hacemos referencia a la percepción que tenemos de nosotros mismos, una visión que influye en nuestro desarrollo personal y bienestar emocional, y que, lejos de ser lineal, varía a lo largo de la vida. Por eso no es mala idea revisar de vez en cuando la relación que mantenemos con nosotros mismos, asegurándonos de que priorizamos nuestras necesidades o si tenemos que sanar nuestra autoestima.

La autoestima se construye en la infancia y la adolescencia, pero puede trabajarse y reformularse en cualquier momento de la vida. Uno puede cambiar su autoestima y darle la vuelta a su vida en cualquier momento, ya sea con medidas profundas o con otras más superficiales, como haciendo ejercicio físico o pensando en positivo con técnicas similares al mindfulness.

Tener una buena autoestima es esencial para poder conseguir una vida plena. Esta se basa en la imagen que tenemos de nosotros mismos y en la capacidad de querernos. Una persona con baja autoestima suele tener dificultades para apreciar todas esas características que le hacen especial.

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Causas más habituales de una baja autoestima

Una baja autoestima es sinónimo de tener pensamientos incorrectos sobre la propia persona, esto con el paso del tiempo irá provocando sentimientos negativos, como la tristeza, depresión, falta de relación social… tal y como recoge la psicóloga Isabel Medina en su página web.

“La acumulación de estos sentimientos negativos puede llegar a afectar a la salud del organismo y, en general, a nuestra vida”, explica Medina, “una persona con autoestima baja se ve imposibilitada para conseguir las metas que se proponga”.

Muchas pueden ser las causas que nos lleven tener una baja autoestima, pero algunas de las más habituales están relacionadas con abusos, bullying o acoso escolar, presión familiar, exclusión social, infancia traumática, sentir que no encontramos nuestro lugar en la sociedad, tener unas condiciones laborales precarias o incluso enfrentarnos a un despido.

Consecuencias de una autoestima baja

“La mayoría de problemas psicológicos que nos causan inseguridad, estrés e incluso depresión tienen su base en una falta de autoestima”, afirma la psicóloga Silvia Congost, quien ha desarrollado un método de trabajo propio basado en su experiencia de más de 20 años para ayudar a reforzar la autoestima. “Trabajar la autoestima es la clave para resolver la mayoría de nuestros problemas emocionales”.

“Las secuelas de la falta de autoestima son muy dolorosas y, a veces, invisibles para quien no conoce o no sabe qué es y qué importancia tiene el amor propio”. Gracias a su trabajo, Congost ha podido apreciar cuáles son las consecuencias más habituales ante esta falta de autoestima.

Por ejemplo, es habitual dejar de hacer cosas nuevas, “dejar pasar la vida”, como ella lo define, pero también se puede llegar a crear “dependencia emocional con la pareja, hay personas que incluso mantienen relaciones insanas por miedo a no encontrar a nadie más. Viven con miedo a romper el vínculo porque prefieren estar mal acompañados que solos”.

“Para alguien con la autoestima baja cualquiera tiene más aspectos positivos, por lo que cualquiera es una amenaza, aunque solo sea en su cabeza”, esto hace que las personas vivan con celos y con miedo a que la pareja elija a alguien mejor. En ocasiones conlleva también la pérdida de oportunidades laborales, por miedo a no estar a la altura o por pensar que otros lo harán mejor.

También suele estar relacionado con lo que la psicóloga define como una falta de autocuidado, “Una persona con poca autoestima no se prioriza y pondrá por delante las necesidades de los demás. La falta de amor propio nos lleva a comer mal, a tener atracones, a no hacer deporte, a abandonarnos y a vivir con sobrepeso, lo que nos lleva a hablarnos mal, haciendo más grande la herida en nuestra autoestima, dificultando mucho salir de esa rueda tan destructiva”.

Estas son solo algunas de las consecuencias que puede tener para nosotros una baja autoestima a nivel emocional, pero también a nivel físico puede llegar a afectarnos. Por ejemplo, puede causar insomnio, relacionado con la frustración que sentimos con nosotros mismos, o hipertensión, pues el pesimismo vital que produce una baja autoestima nos empuja al sedentarismo.

Puede llegar a causar trastornos alimenticios, depresión y autolesiones en los casos más críticos, por eso es tan importante prestar atención a nuestras emociones y ponernos en manos de especialistas que puedan ayudarnos a gestionarlas de una manera adecuada, dándonos las herramientas que necesitamos para aprender a aceptarnos y querernos, a valorarnos como merecemos.

Cuando nos conocemos, aprendemos a valorar nuestras virtudes y trabajarlas, lo que nos ayudará a autorrealizarnos, pero también podremos minimizar nuestros puntos débiles y hacerlo con calma y sin frustraciones. Cuando estamos bien con nosotros mismos, esto se refleja en nuestro comportamiento y en nuestra relación con el entorno.