Decir "no": por qué es importante aprender a poner límites en la vida

E"No el trabajo, en la vida personal, en las relaciones sociales… establecer límites se convierte en una manera saludable de marcar ese espacio que nos pertenece y que no se debe traspasar, pero esto no siempre resulta sencillo. Los límites emocionales no siempre resultan evidentes y por eso es necesario que cada individuo los establezca.

Por si queda alguna sobre qué queremos decir cuando hablamos de límites, hacemos referencia a esos puntos que marcamos en nuestra vida y que ponen de manifiesto qué permitiremos y que no; establecemos fronteras que no queremos que sean cruzadas por los demás. Tener claros esos límites y saber expresarlos es un factor importante en el bienestar de la salud mental y emocional.

“Poner límites bien definidos facilita las relaciones con los demás, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, y nos da autonomía, que es muy importante para nuestra autoestima”, explica Rosa Armas, licenciada en psicología clínica. “El hecho de poner límites también sirve para respetarnos a nosotros mismos, porque, si no te respetas tú, los demás tampoco lo harán”.

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Poner límites no es tarea sencilla

“Hay que reconocer”, continúa Armas, “que no nos es fácil poner límites. Los motivos son muy variados dependiendo de cada persona. Hay quien no los pone para evitar los conflictos. Hay quien no lo hace por miedo a quedarse solo. Algunas personas piensan que no ceder a lo que les piden es de ser egoístas, y otras simplemente porque le dan más importancia a los deseos ajenos que a los suyos propios”.

A pesar de todas estas dificultades, aprender a poner límites se convierte en algo esencial cuando queremos ponernos a salvo de abusos y atender nuestras propias necesidades. “Cuando nos relacionamos con personas dominantes, corremos el riesgo de vernos avasallados por sus límites o de tener que ceder un terreno que nos pertenece”, explican los expertos de Mundo Psicólogos. “Poner límites es tener muy claro qué consideramos propio, ya sean pertenencias, derechos, opiniones, etc., tener la confianza de hacérselo saber a los demás en el momento oportuno y no dejar que nos quiten el lugar que nos corresponde”.

No todos los límites se establecen de un modo saludable, por ejemplo, existen personas con unos límites demasiado rígidos, que provocan demasiada distancia con los demás y evitan que pueda tener relaciones cercanas. Existen personas que son incapaces de establecer ningún tipo de límite, lo que hace que les resulte muy complicado decir que no, que se involucran demasiado en los problemas de los demás y que buscan complacer por temor al rechazo.

Una persona que sabe establecer límites de un modo saludable, comprende sus necesidades y sabe comunicarlas, valora sus opiniones y también sabe aceptar cuando es la otra persona la que dice que no. Poner límites nos ayuda a crear nuestro espacio seguro, nuestro refugio, pero también nos aporta autoconocimiento, autoestima, respeto por uno mismo y relaciones más saludables y equilibradas.

Aprender a poner límites

Para poder poner límites, lo primero que necesitamos es conocer cuáles son nuestros límites. En esto es esencial prestar atención a nuestras emociones, que nos indican cuándo algo nos hace sentir bien y cuándo no. Aprende a diferenciar qué estás dispuesto a aceptar en tu vida y qué no. La seguridad se convierte en un elemento indispensable a la hora de establecer límites, por eso hay que comenzar por trabajar la autoestima y la confianza en uno mismo.

Este cambio no se produce de un día para otro, son pasos pequeños que damos poco a poco, por lo que conviene ser consciente de que es un trabajo constante. “Es muy difícil poner límites cuando ya están establecidos desde hace mucho tiempo”, precisan desde Mundo Psicólogos. “Cuanto antes los pongas más fácil será para ti. Si no eres capaz de hacerlo al principio de una relación, es esencial que empieces a comunicarlo cuanto antes mejor”.

En este proceso es clave aprender a decir ‘no’, respondiendo con asertividad, calma y respeto. Conviene cambiar la idea que tenemos de que negarnos a hacer algo que no queremos hacer es crear un conflicto, si respondemos de una forma adecuada no tiene por qué ser así. Una vez que estableces tus límites de manera clara y respetuosa, ya no está en tu mano que la otra persona lo acepte y lo entienda, esto no depende de ti y entender esto es también parte del proceso.

“Del mismo modo que nosotros establecemos unos límites, tenemos que aceptar y respetar los límites que nos ponen los demás, recibirlos sin ofendernos, es un ejercicio de pura coherencia con uno mismo”, nos recuerdan desde el equipo de Mentes Abiertas Psicología. “No debemos interpretar que estamos siendo rechazados, no están haciéndote de menos ni quitándote importancia, simplemente debes entender que las personas tienen espacio para atenderse a ellas mismas y que no tienes derecho a intervenir en las vidas ajenas sin su permiso”.

Como hemos señalado, no siempre es sencillo aprender a poner límites y comunicarlos de forma clara, por lo que no es raro que necesitemos la ayuda de profesionales que nos guíen en este proceso.