Adiós al método tradicional para hervir las patatas: el truco para que tengan buen sabor (sin añadir calorías)
Un gesto tan simple como cambiar el agua de cocción puede transformar unas patatas corrientes en un plato lleno de sabor. Y lo mejor: sin sumar calorías
Una forma de darle más sabor sin ganar calorías. (Freepik / stockking)
Las patatas cocidas tienen fama de ser una guarnición simple, a menudo considerada insípida si no se acompaña de salsas o condimentos. Sin embargo, existen formas sencillas de darles sabor desde el principio, sin recurrir a grasas ni calorías añadidas. La clave está en cambiar el agua por otro líquido de cocción o enriquecerla con ingredientes que aporten aroma y profundidad.
Uno de los métodos más eficaces consiste en cocer las patatas en caldo en lugar de agua. Utilizar un fondo de verduras o un caldo casero ligero permite que las patatas absorban ese sabor mientras se cocinan. El resultado es mucho más sabroso sin necesidad de añadir mantequilla, aceite ni sal en exceso. Para potenciar aún más este efecto, lo ideal es pelarlas o cortarlas previamente, aumentando así la superficie de contacto con el líquido.
Al pelarlas hacemos que su sabor sea más intenso. (Freepik)
Una alternativa menos común pero sorprendentemente efectiva es hervir las patatas en leche. Además de aportar un sabor más delicado, la leche contribuye a conseguir una textura más cremosa, ideal para preparaciones como el puré. Al contener azúcares naturales (lactosa) y proteínas, la leche interactúa con el almidón de las patatas, suavizando su consistencia y enriqueciendo el sabor final sin necesidad de añadir grasas. Si se desea, se puede infusionar con hierbas como laurel o tomillo para aportar un aroma extra sin calorías adicionales.
También se pueden incorporar pequeñas cantidades de vinagre o zumo de limón al agua de cocción. Lejos de alterar el sabor, ayudan a que las patatas mantengan su forma y color, evitando que se deshagan o se oxiden durante la cocción.
Elegir una patata adecuada también es importante. (Freepik / 8photo)
Además, la variedad de patata que se elija también influye en el resultado. Las de piel fina y forma ovalada suelen absorber mejor los sabores, y si se cuecen con piel, mantienen una textura más firme y natural. En resumen: pequeños cambios en el proceso pueden hacer que las patatas cocidas dejen de ser un plato de compromiso para convertirse en una opción llena de sabor y sin remordimientos.
Las patatas cocidas tienen fama de ser una guarnición simple, a menudo considerada insípida si no se acompaña de salsas o condimentos. Sin embargo, existen formas sencillas de darles sabor desde el principio, sin recurrir a grasas ni calorías añadidas. La clave está en cambiar el agua por otro líquido de cocción o enriquecerla con ingredientes que aporten aroma y profundidad.