La receta definitiva de las patatas bravas: trucos para que se deshagan en la boca
Con estos trucos y la receta definitiva podrás disfrutar de este clásico de la gastronomía española
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En el mundo de las tapas, pocas creaciones son tan icónicas como las patatas bravas. Este plato sencillo, nacido en las tabernas españolas, ha conquistado a paladares de todo el mundo gracias a su irresistible combinación de textura crujiente, interior suave y una explosión de sabor proporcionada por su característica salsa. Sin embargo, lograr unas patatas bravas que verdaderamente se deshagan en la boca, mientras mantienen un exterior dorado y perfecto, no es tarea fácil. En este artículo desvelamos los secretos para preparar la receta definitiva, elevando este clásico a un nivel excepcional.
El primer paso para conseguir unas patatas bravas inigualables es elegir la variedad de patata adecuada. Las de pulpa harinosa, como la Monalisa o la Agria, son ideales porque permiten alcanzar un interior cremoso mientras consiguen un exterior bien dorado y crujiente. Este equilibrio es la base del éxito, y el método de cocción es clave para potenciar esta característica. Aquí es donde entra en juego el truco infalible del doble cocinado, una técnica que asegura un resultado perfecto.
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El doble cocinado comienza con una cocción inicial en agua. Corta las patatas en cubos medianos y sumérgelas en agua fría con un poco de sal. Cocina a fuego lento hasta que estén tiernas pero aún firmes, evitando que se deshagan. Una vez listas, escúrrelas y déjalas enfriar en el frigorífico; este paso permite que la humedad residual se evapore y prepara la superficie para un dorado uniforme.
Finalmente, fríelas en aceite caliente a 180 °C hasta que estén bien crujientes. Si prefieres una opción más saludable, puedes optar por hornearlas a alta temperatura o utilizar una freidora de aire. Este método asegura que las patatas tengan un interior suave y ligero, mientras el exterior resulta irresistible.
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La salsa brava es el otro componente esencial del plato. Tradicionalmente se elabora con tomate, pimentón y guindilla, ofreciendo ese característico sabor picante que tanto la define. Para lograr una versión clásica con un toque contemporáneo, puedes preparar una salsa con ingredientes básicos como ajo, tomate triturado y una mezcla de pimentón dulce y picante. El truco está en cocinarla a fuego lento para que espese y se concentren los sabores, asegurando un resultado intenso y equilibrado. Si deseas un contraste adicional, puedes acompañarla con un alioli suave o una crema de pimientos.
Una vez listas las patatas y la salsa, llega el momento de la presentación. Sirve las patatas recién fritas en un plato y cúbrelas con la salsa brava. Si lo deseas, puedes añadir unos puntos decorativos de alioli o un toque de perejil fresco picado para aportar color y frescura. Este detalle no solo mejora el aspecto del plato, sino que equilibra los sabores, proporcionando una experiencia más completa.
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