¿Te cuesta perdonar a los demás? Estos son los motivos por los que no puedes dejar pasar una traición, según la psicología
Cuando nos hemos sentido heridos por alguien en quien habíamos depositado nuestra confianza, el perdón se vuelve más difícil
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Perdonar no siempre es fácil, a veces pesa más el dolor emocional que el razonamiento lógico. Y es que, cuando nos hacen daño, muchas veces nos cuesta ser racionales y aceptar que esa persona no quiso hacerlo con mala intención. Sin embargo, seguir aferrado al rencor puede suponer una carga demasiado costosa para el bienestar personal.
No obstante, si la herida sigue abierta, es lógico que la mente y el corazón no estén preparados para conceder ese alivio emocional. Por ello, conviene entender que no se trata de forzar un proceso emocional, ya que la mente necesita su propio tiempo para asimilar lo ocurrido, especialmente si el daño ha sido profundo o reiterado.
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Incluso cuando se desea restablecer una relación, no siempre es posible gestionar las emociones con racionalidad. La Universidad de Virginia ha estudiado este fenómeno, señalando que el acto de perdonar está íntimamente vinculado a lo emocional.
Además, la dificultad aumenta cuando la ofensa viene de alguien cercano o en quien habíamos depositado toda nuestra confianza. Cuanto mayor es el vínculo, más profundo es el sentimiento de traición, y más difícil resulta restaurar la confianza. Y es que solemos ser personas que nos cuesta confiar en los demás y si cuando lo hacemos nos traicionan, esa rabia y ese miedo se multiplican.
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A pesar de la dificultad, el perdón no puede postergarse indefinidamente, ya que perdonar no implica justificar lo ocurrido ni restarle importancia al daño sufrido. Es un acto de autocuidado y una forma de dejar de lado la rabia y la frustración, sin esperar nada a cambio.
Para facilitar este proceso, es útil reconocer las emociones sin juzgarse, ampliar la perspectiva y dejar a un lado expectativas poco realistas. El perdón no borra la experiencia, pero permite vivir con mayor bienestal mental.
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Perdonar no siempre es fácil, a veces pesa más el dolor emocional que el razonamiento lógico. Y es que, cuando nos hacen daño, muchas veces nos cuesta ser racionales y aceptar que esa persona no quiso hacerlo con mala intención. Sin embargo, seguir aferrado al rencor puede suponer una carga demasiado costosa para el bienestar personal.