Es noticia
Menú
Quejarse por todo: ¿una forma de ver la vida o un rasgo que se puede transformar?
  1. Vida saludable
QUEJAS POR DOQUIER

Quejarse por todo: ¿una forma de ver la vida o un rasgo que se puede transformar?

Hay personas que tienden a quejarse mucho pero sin buscar soluciones o intentar verlo desde otro punto de vista, algo que puede afectar a su salud mental

Foto: ¿Por qué hay personas que no paran de quejarse? (Pexels)
¿Por qué hay personas que no paran de quejarse? (Pexels)

Quejarse puede ser un desahogo natural frente a una situación molesta. Sin embargo, cuando la queja se vuelve una respuesta automática ante casi todo, podríamos estar frente a un patrón más profundo. Desde la psicología, este comportamiento se asocia a lo que algunos expertos llaman victimismo crónico o incluso al conocido “síndrome de Calimero” —una referencia al pollito de dibujos animados que siempre se sentía tratado injustamente. Este tipo de personas suelen sentir que la vida está en su contra, que las cosas “nunca les salen bien” o que “todo lo malo les pasa a ellas”. Viven bajo la premisa de que merecen más, pero que las circunstancias o los demás constantemente les juegan en contra. Lo curioso es que, muchas veces, no son conscientes de este hábito ni del impacto que tiene en su bienestar emocional.

Quienes se quejan constantemente suelen compartir ciertos rasgos. Por ejemplo su focalización en lo negativo, debido a que tienden a prestar más atención a lo que falta o no funciona que a lo que sí. Asimismo, una baja tolerancia a la frustración debido a que les cuesta aceptar que no todo puede salir como desean, además de una búsqueda constante de validación externa, ya que esperan que otros confirmen sus malestares o les den la razón. Por último, viven con una sensación de injusticia frecuente, creyendo que el mundo va en contra de ellas, lo que refuerza su discurso de víctima.

placeholder Escribir al final del día aquello por lo que estamos agradecidos puede ayudarnos a no quejarnos tanto. (Pexels)
Escribir al final del día aquello por lo que estamos agradecidos puede ayudarnos a no quejarnos tanto. (Pexels)

Aunque muchas veces se presenta como una forma de desahogo, la queja crónica también puede ser una manera de evitar responsabilidades o de mantenerse en una zona de confort emocional, donde la culpa siempre está fuera. Aunque la buena noticia, es que se puede salir de ello. Romper con este patrón no implica dejar de reconocer las dificultades, sino cambiar el enfoque. Desde enfoques terapéuticos como la psicología estratégica breve, se propone salir del “bucle de la queja” mediante pequeñas acciones conscientes. Entre ellas, practicar el agradecimiento diario, escribiendo tres cosas positivas cada noche cambiando nuestro foco mental. Asimismo, debemos ser conscientes del lenguaje que usamos y transformar frases como: “todo me sale mal” por “esto no salió como esperaba, ¿qué puedo aprender”. Es igual de importante, buscar soluciones, no solo desahogos, es decir, detectar cuándo la queja es una forma de evitar actuar y decidir dar un paso, aunque sea pequeño. Por último, revisar nuestras creencias debido a que muchas nos decimos a nosotros mismos cosas como: “Yo no puedo con esto”, que perpetúan la insatisfacción.

Si nos hemos descubierto cayendo en un espiral de quejas o convivimos con alguien que vive en ese registro, quizás sea momento de revisar qué hay detrás. La queja puede ser una señal de que algo necesita atención, pero no tiene por qué convertirse en nuestro modo de vida. Transformar ese discurso en uno más compasivo y proactivo no solo mejora nuestro estado de ánimo, también nuestras relaciones, nuestra salud y nuestra forma de ver el mundo. Porque a veces, lo que cambia no es lo que pasa, sino cómo decidimos enfrentarlo.

Quejarse puede ser un desahogo natural frente a una situación molesta. Sin embargo, cuando la queja se vuelve una respuesta automática ante casi todo, podríamos estar frente a un patrón más profundo. Desde la psicología, este comportamiento se asocia a lo que algunos expertos llaman victimismo crónico o incluso al conocido “síndrome de Calimero” —una referencia al pollito de dibujos animados que siempre se sentía tratado injustamente. Este tipo de personas suelen sentir que la vida está en su contra, que las cosas “nunca les salen bien” o que “todo lo malo les pasa a ellas”. Viven bajo la premisa de que merecen más, pero que las circunstancias o los demás constantemente les juegan en contra. Lo curioso es que, muchas veces, no son conscientes de este hábito ni del impacto que tiene en su bienestar emocional.

Vida saludable Bienestar
El redactor recomienda