La exclusiva de Letizia a Vanity Fair

Letizia también ha caído. La vanidad hermana a princesas y actrices, políticos y empresarios y hasta los psicópatas tienden a realizan sus actos delictivos para abrir los informativos del mundo entero. La nuera real no podía ser menos y al final, como si fuera Penélope Cruz, ha preferido ser portada de revista internacional a nota a pie de página como consorte del titular.

Si todo lo que rodea a la casa real es ya de una opacidad extrema los desmentidos a las realidades son el pan de cada día. Y además lo hacen tras recibir las órdenes oportunas sin que se les trabe la lengua ni les crezca la nariz. El “pinochismo” (del muñeco de madera no del dictador chileno)  es el arte de mentir cuando se trabaja en determinadas instituciones -dicen- que para salvaguardar los errores de los jefes. En este caso hay dos conceptos como la falta a la verdad y la vanidad relacionados con la princesa Letizia. Desde que se convirtió en consorte real las peticiones de entrevistas han sido innumerables y de ahí que elegir un medio concreto fuera una decisión compleja.

¿A quién conceder la primera entrevista? ¿A una medio privado? ¿A uno público? Si desde la Casa se actuara con profesionalidad y no atendiendo a la vanidad de sus miembros seguramente la agencia EFE (que pagan todos los españoles igual que el sueldo del Rey y del príncipe) habría sido el soporte idóneo. Con la condición de que se repartiera por igual al resto de los medios. Hace un mes se montó la marimorena cuando se filtró que la princesa podía haber facilitado sus primeras declaraciones a la revista Yo Dona que dirige Charo Izquierdo. El gabinete de comunicación de Zarzuela con su nuevo jefe al frente, Ramón Iribarren desmintió a Vanitatis esa posibilidad “No se contempla que la princesa conceda ninguna entrevista”. 

A pesar de esta rotunda afirmación las informaciones que circulaban daban como segura la entrevista fantasma donde Letizia hablaba de sus hijas, del marido, de cómo conciliar vida privada y 'vida laboral', del papel de la Reina, su relación con las infantas, la popularidad suya y del Príncipe que superaría a la del monarca…Unas declaraciones exclusivas que echaban por tierra la igualdad del resto de medios ante la primera institución. Todo quedó en nada y las aguas volvieron a su cauce, pero resulta que sí que hubo entrevista y que sí hubo posado gráfico con sesión de fotos en la residencia de los príncipes. Este trabajo se realizó el mes pasado y dentro de poco podremos ver el resultado en la revista Vanity Fair. 

En principio estaba previsto que la princesa apareciera en la portada en una foto exclusiva y destacando esa exclusividad. Hace una semana hubo una llamada del palacio de la Zarzuela a la dirección de Vanity Fair y las cosas cambiaron. Se pidió (o se exigió) que se remplazara la fotografia por otra más general donde la princesa apareciera en un acto institucional.

Según la información recabada por Vanitatis en una de las muchas portadas que se hicieron para la prueba de color, doña Letizia aparecería vestida de rojo en el previo a una cena de gala. Ahora está por ver qué sucederá. ¿Se mantendrá la estructura primigenia con pregunta respuesta? ¿Se habrá suavizado la exclusiva en forma de perfil con texto corrido y entrecomillados varios? ¿O decidirá la Princesa volver a marear la perdiz y exigir la retirada del reportaje?

El caso es por h o por b todo lo que tiene que ver con la consorte del heredero es siempre polémico. Nos preguntamos si ahora doña Letizia volverá a enviar a los excelentes profesionales que trabajan en Zarzuela (con sueldo pagado por todos los españoles) a que desmientan lo que se supone un nuevo error. Con lo fácil y cómodo que resultaría seguir el ejemplo del Rey. Aunque en el caso del monarca la cuota de vanidad ya la tiene cubierta desde que nació. La Princesa, por su parte, no.