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El rey Juan Carlos se niega a abdicar y se marca una campaña de imagen
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El rey Juan Carlos se niega a abdicar y se marca una campaña de imagen

Don Juan Carlos no se ha dado por enterado de la abdicación de Alberto II de Bélgica, que ayer anunció al país en un mensaje televisado su renuncia al trono, acosado por

Foto: El rey Juan Carlos se niega a abdicar y se marca una campaña de imagen
El rey Juan Carlos se niega a abdicar y se marca una campaña de imagen

Don Juan Carlos no se ha dado por enterado de la abdicación de Alberto II de Bélgica, que ayer anunció al país en un mensaje televisado su renuncia al trono, acosado por múltiples escándalos. La marcha del soberano belga se suma a la reciente de la reina Beatriz de Holanda, que el pasado mes de abril cedió la corona a su hijo Guillermo Alejandro. Pero el monarca español, lejos de pensar en la sucesión, ha diseñado una nueva campaña de imagen, casi a la desesperada, para tratar de mejorar su maltrecha reputación, reforzando el papel de "árbitro" y "moderador" que le otorga la Constitución. 

La Zarzuela optó ayer por el silencio tras conocer la renuncia de Alberto II, que el próximo día 21 abandonará el trono. "No vamos a hacer comentarios", fue la única respuesta de un portavoz oficial de la Casa del Rey. El monarca belga, que sucedió hace dos décadas a su hermano, el ya fallecido Balduino, no ha resistido la fuerte presión social y mediática por los escándalos que han salpicado sus últimos años de reinado, especialmente su supuesta relación extraconyugal con la baronesa Sybille de Selys-Longchamps, fruto de la cual nació una hija. "Es el momento de pasar la antorcha a la generación siguiente", dijo Alberto II en su alocución televisiva.

En Madrid se ven las cosas de forma muy distinta. La frenética actividad desplegada por don Juan Carlos en las últimas semanas para "propiciar acuerdos" entre los grandes partidos, reforzando su papel constitucional de "arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones", no es casual. Forma parte de una estrategia cuidadosamente diseñada por la Casa del Rey para tratar de rehabilitar la imagen de la Corona, cada vez más deteriorada entre la opinión pública, como se ha podido visualizar en las recientes apariciones públicas de los miembros de la familia real, siempre acompañadas de abucheos y silbidos.

La Zarzuela se ha servido, primero, de la televisión pública como vehículo de lanzamiento de esa nueva campaña de imagen, cuyos resultados aún están por ver. El pasado 4 de mayo, el programa de TVE Audiencia Abierta aseguró que el Rey había comunicado por separado al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, su intención de impulsar un gran pacto institucional contra el paro y dar "un fuerte impulso a la Corona" aumentando sus contactos con partidos políticos, empresarios, sindicatos y ciudadanos, además de propiciar acuerdos siempre desde "una escrupulosa neutralidad".

Encuentros privados

Más tarde, otros medios, éstos de propiedad privada, se sumaron a esa estrategia. El pasado 10 de junio, el diario de tradición monárquica Abc informaba en exclusiva de que el jefe del Estado había recibido en el palacio de La Zarzuela durante los últimos meses, en privado y por separado, a los ex presidentes del Gobierno Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. El centenario rotativo recordaba, además, que personajes tan dispares e influyentes como Emilio Botín, César Alierta, José Manuel Lara o Víctor García de la Concha acuden periódicamente a la llamada de don Juan Carlos.

Desde entonces, el Rey ha forzado la celebración de encuentros hasta ahora inéditos, como la reunión del Consejo de Estado que presidió el pasado 18 de junio. Era la primera vez en 38 años que el monarca acudía a la sede del principal órgano consultivo del Estado, a petición propia, para almorzar con los miembros de su comisión permanente, de la que forman parte, entre otros, la ex vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, el ex ministro José Manuel Romay Beccaría o el anterior jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza. Según La Zarzuela, don Juan Carlos convocó esa cita para "tomar el pulso" al país.

Este jueves, sin ir más lejos, el jefe del Estado mantendrá un nuevo encuentro con otro órgano consultivo del Gobierno: el Consejo Económico y Social. Pero no está claro que esa intensa agenda institucional, punta de lanza de la campaña para rescatar a la Corona y rehabilitar la imagen del Rey, vaya a dar sus frutos. Hay numerosos precedentes de tentativas encaminadas a recuperar el aprecio ciudadano hacia la institución monárquica que acabaron en fracaso: el mensaje navideño de don Juan Carlos en 2011 en el que proclamó que "la justicia es igual para todos"; sus disculpas por la cacería de elefantes en Botsuana o, más recientemente, el compromiso de someterse a la Ley de Transparencia.

La Zarzuela tampoco pudo precisar ayer si algún miembro de la familia real acudirá a la ceremonia de coronación del sucesor de Alberto II, que se celebrará este mismo mes en Bruselas, aunque la fecha aún no ha sido concretada. Su hijo Felipe, que se convertirá en el nuevo monarca belga, tampoco ha sido inmune a los escándalos: el todavía rey le amenazó con apartarlo de la sucesión al trono si no ponía fin a la relación que mantenía con un conocido aristócrata y se casaba con una mujer. El heredero acabó cediendo a las presiones y contrajo matrimonio con la princesa Matilde, su actual esposa.

Don Juan Carlos no se ha dado por enterado de la abdicación de Alberto II de Bélgica, que ayer anunció al país en un mensaje televisado su renuncia al trono, acosado por múltiples escándalos. La marcha del soberano belga se suma a la reciente de la reina Beatriz de Holanda, que el pasado mes de abril cedió la corona a su hijo Guillermo Alejandro. Pero el monarca español, lejos de pensar en la sucesión, ha diseñado una nueva campaña de imagen, casi a la desesperada, para tratar de mejorar su maltrecha reputación, reforzando el papel de "árbitro" y "moderador" que le otorga la Constitución.