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Aquella mañana gris en la que el pequeño Felipe se convirtió en Príncipe
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40 años de su proclamación

Aquella mañana gris en la que el pequeño Felipe se convirtió en Príncipe

Se cumplen cuatro décadas desde su proclamación como Príncipe de Asturias en Covadonga. Recordamos el anecdotario de aquella jornada

Foto: El entonces príncipe Felipe en un fotomontaje de Vanitatis.
El entonces príncipe Felipe en un fotomontaje de Vanitatis.

Tras un paréntesis de más de 140 años, aquella mañana del 1 de noviembre de 1977, climatológicamente gris, se renovó la tradición en la explanada del santuario de Covadonga. Don Felipe de Borbón y Grecia era solemnemente proclamado Príncipe de Asturias y, por lo tanto, heredero de la recientemente reinstaurada Corona de España.

A tres meses escasos de cumplir los diez años, el rostro de don Felipe transmitía felicidad, aunque en repetidas ocasiones abandonaba su mirada hacia la nada, con rostro serio, como si hubiera comprendido bien el alcance y la trascendencia del acto al que asistía como principal protagonista.

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El pequeño don Felipe viajó con su madre, doña Sofía, en un avión de la Subsecretaría de Aviación Civil. Otro aparato similar transportaba al rey don Juan Carlos y a las Infantas. Y otros dos aviones se desplazaron hasta Asturias como escoltas.

placeholder El Príncipe durante el acto. (RTVE)
El Príncipe durante el acto. (RTVE)


El propio monarca condujo el vehículo en el que se trasladaron del aeropuerto al Real Sitio de Covadonga. Los ministros Martín Villa y Clavero Arévalo acompañaron ese día a la familia real.

Era media mañana cuando la comitiva oficial, a la que se habían unido las primeras autoridades de la provincia, entró en la Cueva de la Santina, donde sonaron las voces de la escolanía, que desde ese día acogió al príncipe don Felipe como miembro de honor.

Tras la solemne misa celebrada posteriormente en el santuario, oficiada por el arzobispo Díaz Merchán, se inició en la explanada el acto de la proclamación del Príncipe de Asturias. Había un sencillo escenario portátil cubierto, cuatro sillas y un atril. Se sentaron, de izquierda a derecha, don Felipe, doña Sofía, el rey don Juan Carlos y las dos Infantas.

Mensajes de rabiosa actualidad

Sorprende que, cuarenta años después, los principales mensajes de los oradores se puedan leer con un cierto halo de rabiosa actualidad.

Díaz Merchán hizo votos, por ejemplo, por la convivencia pacífica entre los españoles, superando las dificultades económicas y sociales de esos años, con ánimo de participación política y corresponsabilidad ciudadana.

Y el entonces presidente de la Diputación de Oviedo se refirió a la Corona como una institución, a la que Asturias ha estado ligada con orgullo, que es clave para el entendimiento y la convivencia pacífica de todos los españoles.

placeholder El príncipe Felipe durante el acto. (RTVE)
El príncipe Felipe durante el acto. (RTVE)

Eran momentos de ilusión, de esperanza y de incertidumbre. El Rey impulsaba la apertura política, pero aún no habían transcurrido siquiera dos años desde la muerte de Franco. Y mucho menos desde la dimisión del presidente del Gobierno de Franco, Arias Navarro (julio de 1976), que se había autoproclamado heredero del régimen.

En esos quince meses, aproximadamente, con Adolfo Suárez ya en la presidencia del Gobierno, los españoles habían votado en un referéndum y en las primeras elecciones generales democráticas (15 de junio de 1977), tras las que se formarían las Cortes constituyentes.

Y semanas antes, el 14 de mayo, don Juan de Borbón había renunciado a sus derechos dinásticos en un discreto acto celebrado en la Zarzuela.

placeholder Don Juan de Borbón en una imagen de archivo. (Gtres)
Don Juan de Borbón en una imagen de archivo. (Gtres)

Pero en ese marco de ilusión y de esperanza también emergían colores grises y negros. Y muy tristes. Los de la grave crisis económica y, más aún, los del terrorismo galopante que golpeaba muy violentamente entre la ciudadanía y muy especialmente en las Fuerzas Armadas.

Esquiando en Sierra Nevada

En ese ambiente celebró don Felipe su noveno cumpleaños, el 30 de enero de 1977, el primero como Príncipe de Asturias.

El Gobierno informó de ello tras el Consejo de Ministros del 21 de enero: tras el acuerdo del Ejecutivo, el rey don Juan Carlos ha dispuesto otorgar el título de Príncipe de Asturias a su hijo, heredero de la Corona, a quien corresponderán también los títulos de Príncipe de Gerona, Príncipe de Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer.

Ese mismo viernes, 21 de enero de 1977, la familia del Rey viajó a Granada para esquiar en las pistas de Sierra Nevada.

El domingo siguiente, 30 de enero, cumpleaños del príncipe Felipe, en los diarios españoles convivieron dos noticias bien distintas.

Por un lado, la del jovial heredero, a quien se empeñaron en retratar como un niño normal, que hace vida normal como cualquier jovencito de su edad…

Y por otro lado, la noticia de un Adolfo Suárez con gesto sereno, aunque serio, dirigiéndose a los españoles por televisión para asegurar que el empeño de los terroristas no movería ni un ápice la decidida aspiración de España por convertirse en una monarquía parlamentaria moderna, democrática y constitucional.

Monarquía integradora

Aquel 1 de noviembre de 1977 se escuchó el 'Asturias, patria querida' en la explanada de Covadonga. Don Felipe, con traje oscuro, jersey azul marino y corbata, recibió el título de Príncipe de Asturias, que acredita a los herederos de la Corona desde 1388, y la venera acreditativa de tal distinción. Con la Cruz de la Victoria en el pecho, el pequeño Príncipe saludó efusivamente a los cientos de personas congregadas en Covadonga.

placeholder Foto de familia de don Juan Carlos. (Gtres)
Foto de familia de don Juan Carlos. (Gtres)

Y si las intervenciones anteriores suenan hoy muy actuales, más aún la del propio don Juan Carlos, que buscaba en aquellas fechas el asentamiento de la monarquía entre los españoles.

“La función de la Monarquía —dijo— es integradora. Afecta a la esencialidad. Plasma y vincula en su espíritu lo que hay en común, lo que nos hermana (…) La tierra, las rocas, el cielo son elementos distintos. Pero todos ellos armonizan en una obra acabada y completa en la que se exalta la vida. Los hombres y las regiones, de igual modo, forman una gran familia. Siendo distintos unos de otros, cobran su máxima identidad cuando se sienten armonizados y complementarios.

El Rey, la Monarquía, sirve a esa profunda identidad común y esencial. Por encima de lo mutable y transitorio, pero respetando sus rasgos, sirve a las identidades plurales de su pueblo. Las quiere todas tal como ellas se quieren a sí mismas, en libertad y en paz. Pero también (…) miembros de una familia”.

“Tu cruz, tu cruz de Rey”

Y tras recordar que la “biografía” de Asturias es la “biografía de España”, se dirigió directamente al pequeño Príncipe en estos términos:

“Esa Cruz de la Victoria que llevas sobre el pecho es, efectivamente, una victoria que hemos de conquistar todos los españoles. Una victoria sobre el egoísmo y la ambición, sobre la incultura y la ignorancia, sobre el atraso y la pobreza, sobre la pereza y la disgregación, sobre la incomprensión y las diferencias negativas. Una victoria que es preciso conseguir y consolidar cada día.

(…) Esa Cruz significa también tu cruz. Tu cruz de Rey. La que debes llevar con honra y nobleza, como exige la Corona: ni un minuto de descanso, ni el temblor del desfallecimiento, ni una duda en el servicio a los españoles y a sus destinos (…)".

placeholder Fermín J. Urbiola
Fermín J. Urbiola

Fermín J. Urbiola

Periodista y escritor

www.ferminjurbiola.com o en Facebook o en Twitter

Tras un paréntesis de más de 140 años, aquella mañana del 1 de noviembre de 1977, climatológicamente gris, se renovó la tradición en la explanada del santuario de Covadonga. Don Felipe de Borbón y Grecia era solemnemente proclamado Príncipe de Asturias y, por lo tanto, heredero de la recientemente reinstaurada Corona de España.

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