Es noticia
Menú
Guillermo y Máxima de Holanda: los Orange y la prensa, una relación de códigos y juicios
  1. Casas Reales
CASA REAL HOLANDESA

Guillermo y Máxima de Holanda: los Orange y la prensa, una relación de códigos y juicios

El Código de Medios se ideó tras nacer la princesa Amalia a fin de proteger la vida privada de los miembros de la Casa Real a cambio de una invitación a 'oportunidades fotográficas' durante el año

Foto: Los reyes de Holanda, en una imagen reciente. (EFE)
Los reyes de Holanda, en una imagen reciente. (EFE)

El cariñoso robado que en 1965 sacó a la luz la relación de Beatriz de los Países Bajos con el que sería su futuro marido, Clauss von Amsberg, nunca habría aparecido en los medios de ser el año 2020. Quizás tampoco habría ocupado portadas de la prensa local la primera foto de Máxima Zorreguieta como futura prometida del príncipe Guillermo Alejandro en el 2000, antes de que se anunciara oficialmente el sensible noviazgo del heredero con la hija de un antiguo funcionario del régimen de Videla.

A día de hoy, nunca verás un robado de la familia real holandesa publicado en la prensa local, y mucho menos si la imagen incluye a las princesas Amalia, Alexia o Ariane. Esto no se debe a la falta de interés o al respeto ético nato de los periodistas que cubren la Casa Real holandesa, ni tampoco a que los reyes tengan una seguridad infranqueable por los objetivos de las cámaras. La razón está en el “De Mediacode” (el Código de Medios, en neerlandés).

Se trata de un código de conducta sine qua non al que se adhieren todos los periodistas y reporteros gráficos que se encargan de cubrir las actividades de los reyes holandeses. Si respetan su vida privada a rajatabla, pueden tener a cambio acceso a la familia real en dos ocasiones al año, durante las vacaciones de invierno y las de verano, para sacarles todas las fotos que quieran. Esta 'ley' no incluye las actividades oficiales de los reyes, que sí son de libre acceso a los periodistas.

placeholder Los reyes de Holanda con sus hijas, en el último posado de verano. (EFE)
Los reyes de Holanda con sus hijas, en el último posado de verano. (EFE)

Los medios que no cumplan con el código no serán invitados a los "momentos mediáticos de la Casa Real que pertenecen a su privacidad", y se arriesgan a enfrentarse a las “medidas apropiadas” por violar el código, lo que incluye la exclusión de estas situaciones mediáticas, o incluso acciones legales. La esencia de este código es que sus majestades “puedan confiar en no ser perseguidos por las cámaras” durante sus apariciones públicas no oficiales. Esto se aplica también a los miembros menores de la realeza, incluyendo el horario escolar.

Esta directriz fue formulada en 2005 por lo que se conoce como el Servicio de Información del Gobierno Holandés (RVD) y considera 'material sensible de la vida privada' de la familia real holandesa todo lo relativo a sus miembros, los amigos de estos e incluso los vehículos en los que se muevan. Considera sagrados los momentos en un ambiente más personal e informal, manteniendo lejos a los paparazzis y permitiendo a los reyes tener la vida mediática de un plebeyo, pero en palacio.

placeholder Los reyes Guillermo y Máxima, el pasado junio en Londres. (EFE)
Los reyes Guillermo y Máxima, el pasado junio en Londres. (EFE)

Una relación con altibajos

La familia real holandesa ha visitado los tribunales en casos contra los medios en varias ocasiones, antes de la formulación del Mediacode. El príncipe Clauss, por ejemplo, tuvo varios éxitos en su lucha contra los tabloides. Forzó la rectificación de una noticia que afirmaba que el entonces príncipe Guillermo Alejandro había pasado la noche en un hotel en Ámsterdam “con una mujer rubia”, y otra información en la que se aseguraba que el abuelo del propio Clauss se había suicidado.

Pero el nacimiento de la princesa Amalia fue la gota que colmó el vaso: había que proteger su privacidad y eso solo sería posible con límites establecidos. En abril de 2003, la revista 'Privé' publicó 39 fotos del interior de la finca Eikenhorst, en Wassenar, entonces la villa del príncipe heredero Guillermo Alejandro y su esposa, Máxima. La pareja llevó el caso al tribunal, protagonizando su primera guerra jurídica contra los medios.

La Corte consideró que las fotos no eran en sí misma “reveladoras” y eran “relativamente inocentes”, pero sí suponían una violación de la privacidad de la pareja real. Según el tribunal, el valor de esas imágenes está únicamente en “la satisfacción de la curiosidad” y no son un hecho noticioso ni de libertad de expresión. La Justicia prohibió entonces el uso posterior de aquellas imágenes, cuya violación está sujeta a una multa de 25.000 euros. Ahí empezó el plan de lo que el rey llamó 'restablecer los límites' de la prensa.

placeholder El rey Guillermo de Holanda, en una imagen reciente. (EFE)
El rey Guillermo de Holanda, en una imagen reciente. (EFE)

Una de las consecuencias más polémicas del código de medios fue la prohibición audiovisual alrededor de la finca Horsten, donde se encontraba entonces la villa de Guillermo Alejandro y Máxima. Así, la vida 'real' se había convertido en un tema de debate legal. Las asociaciones de prensa tildaron la prohibición audiovisual como “peor que la censura” y consideraron que el hecho de que el Gobierno sea quién decide qué material se hace público no es “democrático, ni legal o necesario”. Sin embargo, el RVD aseguró que la prensa tiene una función “esencial en una sociedad democrática” pero eso no le da derecho a “hostigar a las personas en sus vidas privadas”. El código que entraba entonces en vigor no era vinculante para los medios, aunque su no aplicación podría llevar a la retirada de la acreditación: era un mensaje claro de “tu verás lo que haces”.

En 2009, este código 'apalabrado' adquirió jurisprudencia. Los reyes llevaron a la agencia de prensa Associated Press (AP) ante la justicia por vender cuatro fotos de las vacaciones de la familia real en Argentina, donde Guillermo Alejandro, Máxima y Amalia aparecen esquiando y haciendo rappel. La agencia ofreció material audiovisual a varios medios holandeses, clientes suyos, pero estos decidieron finalmente no utilizar las fotos por una llamada de la Casa Real. AP intentó defender su derecho a hacer las fotos, pero una orden judicial obligó su retirada.

Ese juicio no fue, ni será, el final de la batalla contra los medios. En 2014, un tribunal de Ámsterdam sentenció al semanal 'Nieuwe Revu' a pagar una indemnización de 1.000 euros por publicar fotos de la princesa heredera en un campo de hockey. Además de la multa, el juez le dio un plazo de 48 horas al semanal para eliminar las imágenes de su web y por cada día que las mantuviera, pagaría 2.500 euros. Y aunque este código solo se aplique a los medios locales, los tentáculos del RVD también han llegado al exterior alguna vez. En 2010, exigió a la emisora austriaca ÖRF que eliminara un video de la entonces reina Beatriz llegando a la estación de esquí de Lech. El RVD explicó que eran imágenes privadas y el medio accedió a quitarlas de su web.

placeholder La princesa Beatriz, este miércoles, en el funeral de la infanta Pilar. (EFE)
La princesa Beatriz, este miércoles, en el funeral de la infanta Pilar. (EFE)

Sevilla, un golpe a los periodistas holandeses

Pero el escándalo más reciente tuvo lugar el año pasado. El rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima celebraron su veinte aniversario en el mismo lugar donde se conocieron, en Sevilla. Junto a sus tres hijas, viajaron por la ciudad en carruajes especiales y vestidos con trajes de flamenca hechos a medida. Por la noche, la reina bailó flamenco con toda la naturalidad que la caracteriza.

Se saben todos estos detalles porque las fotos y los videos de la familia real holandesa aparecieron en los medios españoles, para sorpresa de los periodistas holandeses, que nunca se enteraron de ese viaje, ni podrían haber sacado esas fotos. La prensa neerlandesa se hizo eco de esas imágenes, muy celebradas por un público holandés entusiasmado al ver a su reina disfrutar de los aires sevillanos, lejos de la oficialidad a la que les tiene acostumbrados. Pero al RVD no le hizo mucha gracia, y los reporteros locales tampoco estaban muy contentos con que no se les avisara del viaje a Sevilla.

El RVD mandó un correo a los medios y periodistas locales que compartieron en sus redes sociales el video del baile de Máxima, advirtiendo de que “infringía la privacidad de la reina”, aunque no hubo quejas sobre las fotos de los posados o los paseos en coche de caballos. Las de Sevilla fueron vacaciones privadas, pero en Países Bajos se criticó que los monarcas no hicieran ningún esfuerzo por esconderse de los fotógrafos españoles y más bien “parecían felices de mostrarse” en público. Era la primera vez que los monarcas se dejaban fotografiar en unas vacaciones privadas.

placeholder La familia real holandesa, en la feria de Sevilla. (EFE)
La familia real holandesa, en la feria de Sevilla. (EFE)

Mismas fotos y mismo posado

Sin embargo, los momentos mediáticos estrictamente dirigidos y organizados, como la sesión de fotos de finales de febrero en la estación de esquí de Lech, Austria, resultan cada vez menos atractivas como recompensa. “Producen principalmente imágenes buenas y predecibles, y están disponibles a través de las agencias de prensa para los medios que no han sido invitados o no han podido ir al evento”, explica Piet van Asseldonk, periodista de la Casa Real de la televisión holandesa NOS.

De hecho, en 2015, el diario 'De Telegraaf' publicó en su página principal una foto de la princesa Beatriz esquiando en Lech y lo presentó como “un cálido homenaje a la exreina”. La portada se publicó el día antes de la sesión de fotos oficial, y eso provocó que le retiraran la invitación a este diario por “violar el código de medios”. A pesar de ese veto, 'De Telegraaf' publicó al día siguiente la sesión de fotos oficiales, consiguiéndolas a través de las agencias de noticias a las que está suscrito.

Ese mismo año, la NOS declaró que el Código de Medios está "muerto" y no tenía sentido respetarlo porque el RVD no puede controlar las redes sociales ni los teléfonos móviles de los curiosos. Además, advirtió de que la libertad de expresión es importante y que la radiotelevisión holandesa basará sus decisiones en los estándares periodísticos y publicará las noticias que considere relevantes para la opinión pública, como fueron todos los detalles del accidente del príncipe Friso mientras esquiaba. “Si hay límites sobre lo que se puede transmitir o publicar, lo decidirá un juez”, dijo.

La última polémica está en plena cocción y ha vuelto a poner el debate sobre la mesa. El medio holandés RTL Boulevard no recibió la invitación a la sesión anual de fotos de la familia real en Lech el próximo mes, un castigo por la publicación de una foto de Instagram de la princesa Amalia mientras participaba en el musical de Navidad. El evento se celebró en diciembre y la prensa no estaba invitada, pero el teatro compartió en la red social una instantánea de la familia.

“Los miembros de la Familia Real también tienen derecho a pensar que no están siendo vigilados durante circunstancias privadas. Mostrar la grabación de la imagen es, en nuestra opinión, una violación de la privacidad del rey y su familia”, explicó el RVD en respuesta a las quejas del medio. Es la primera vez que RTL Boulevad 'viola' el código, pero el Gobierno no perdona ni una, aunque la foto haya sido compartida primero por el propio teatro en sus redes sociales, quizás con más alcance que el medio en sí. “Lo que quiere el Rey es recordarnos quién manda aquí”, analizó el periodista de RTL Boulevard, Marc van der Linden.

placeholder Los reyes de Holanda, en una imagen reciente. (EFE)
Los reyes de Holanda, en una imagen reciente. (EFE)

El cariñoso robado que en 1965 sacó a la luz la relación de Beatriz de los Países Bajos con el que sería su futuro marido, Clauss von Amsberg, nunca habría aparecido en los medios de ser el año 2020. Quizás tampoco habría ocupado portadas de la prensa local la primera foto de Máxima Zorreguieta como futura prometida del príncipe Guillermo Alejandro en el 2000, antes de que se anunciara oficialmente el sensible noviazgo del heredero con la hija de un antiguo funcionario del régimen de Videla.

Guillermo Alejandro de Holanda
El redactor recomienda