Las mentiras de Nicolás de Grecia, primo del rey Felipe, para poder trabajar

¿Qué harían ustedes si supieran que trabajan codo con codo con el hijo de un rey, aunque sea exiliado? Pues es una pregunta que Nicolás de Grecia no esperó a que le respondieran durante sus primeros años laborales, intentando por todos los medios ocultar su identidad y sus orígenes reales. El príncipe griego no es solo hijo de los reyes Constantino y Ana María, sino también sobrino de la reina Margarita de Dinamarca y de la reina Sofía, y por tanto, primo hermano tanto del rey Felipe VI como del príncipe Federico de Dinamarca. Un árbol genealógico que abriría muchas puertas pero que Nicolás no quiso utilizar a su favor.

Nos situamos en 1993, poco después de que se graduara en la Universidad Brown, considerada una de las más prestigiosas del mundo. Comienza entonces la vida laboral de Nicolás, que quiso probar suerte en Fox News Channel. Allí estuvo trabajando dos años como productor. Eso sí, lo hizo bajo un seudónimo para que nadie le tratara de forma diferente. El único que conocía su verdadera identidad era el director: "Fue genial, me trataron como a cualquier otra persona. Me ayudó a aprender correctamente y no recibir ningún trato preferencial. Aprendí mucho, fue uno de mis trabajos favoritos. El trabajo peor pagado que he tenido en mi vida, pero muy gratificante".

En este caso, esta mentira piadosa tuvo las patas algo más largas de lo habitual y sus compañeros tardaron más de dos años en conocer su identidad. Fue gracias a la boda de su hermano Pablo de Grecia con Marie-Chantal Miller, que en 1995 ocupó portadas y páginas de las revistas del corazón de todo el mundo. Y, por supuesto, en esas fotografías estaba Nicolás. Aunque reconoce que unos y otros se formaron una idea sobre él tras desvelar sus lazos familiares, al menos ya tenía dos años de experiencia a sus espaldas en los que no había influido su origen real.

Así lo ha contado el propio príncipe a la publicación neoyorquina 'Insider', en una entrevista exclusiva en la que también ha compartido una anécdota parecida de su época universitaria. Aunque también le hubiera gustado ocultar su origen al resto de estudiantes, le fue imposible, ya que en la puerta de su habitación había un cartel con su nombre y su apellido. Eso sí, encontró a un gran cómplice en su compañero de habitación: "Mi compañero de cuarto se llamaba Stanley. Cuando llegué a mi habitación una noche, vi que había tachado su apellido del cartel y había puesto 'de Nueva York". Un truco con el que dejó claro a los compañeros que su intención estaba muy lejos de presumir de condición real.