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Corinna y la Casa Real: un proyectil cargado de contradicciones
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TRIBUNALES

Corinna y la Casa Real: un proyectil cargado de contradicciones

El relato de los hechos que sostiene la empresaria alemana y el oficial aportado por Zarzuela y las instituciones contienen incoherencias y plantean (aún más) interrogantes

Foto: Corinna Larsen, en una imagen de archivo. (Getty)
Corinna Larsen, en una imagen de archivo. (Getty)

La fábula de una antigua novia despechada no tiene demasiada credibilidad; el relato de una empresaria conocedora del entramado financiero que sostiene la fortuna del rey Juan Carlos en el extranjero, un poco más. Las historias siempre tienen dos versiones, pero en el caso de Corinna (se ha ganado a pulso quedarse sin apellido), los hechos navegan en un río de grandes corrientes en el que se mezclan los intereses legales de cada uno de los protagonistas con la verdad (si es que solo hay una verdad) y los meandros cautelosos de una institución tan compleja como la Corona. Sin ánimo de pormenorizar aquí la batalla legal que se cierne sobre el emérito simultáneamente al otro lado del Canal de La Mancha, en Suiza y en España, analizamos las contradicciones de unos y otros.

"Ciertas personas en la Casa Real y los Servicios Secretos en España crearon la ficción de que poseo amplios secretos de Estado para justificar su campaña abusiva contra mí y mis hijos durante ocho años, una campaña que continúa hoy y que está diseñada para encubrir la maldad de otros. Alguien tuvo que firmar los fondos significativos necesarios para esta operación". En un reportaje de '360 grados' dedicado al 'virus de la Corona', que fue emitido el domingo en la televisión vasca, Corinna expresaba así la razón por la que, según su versión, está viviendo años de acoso y derribo.

placeholder Corinna, junto a Juan Carlos de Borbón en 2016. (Getty)
Corinna, junto a Juan Carlos de Borbón en 2016. (Getty)

Corinna califica de "ficción" el que ella sea la guardiana de "amplios secretos de Estado", pero lo cierto es que ella misma se señaló como tal en las primeras entrevistas que dio a medios españoles. En febrero de 2013, en 'El Mundo', Corinna dio varias pinceladas de sí misma que iban en esa dirección: "Ese trabajo que he realizado para el Gobierno español, cuando se me ha pedido, ha sido siempre delicado, confidencial. Son asuntos clasificados, situaciones puntuales que yo he ayudado a solucionar por el bien del país". "España era una pequeña parte de mis operaciones, que son globales. España nunca fue el centro del universo de las operaciones. Nunca he ganado un solo euro del dinero de los contribuyentes. He hecho trabajos gratis, pro bono para el Gobierno español y remunerado para el sector privado, para algunas empresas que querían expandirse globalmente. Pero ahora solo quiero seguir adelante con mi vida en el resto del mundo".

Entonces, Félix Sanz Roldán, director entonces del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), tuvo que dar explicaciones y comparecer durante varias horas en el Congreso a puerta cerrada. Negó cualquier vínculo, relación o servicio entre su departamento y Corinna, que se había presentado como una colaboradora "necesaria y puntual" en favor de los intereses del Gobierno de España en "asuntos clasificados".

placeholder Portada de la revista '¡Hola!' del 6 de marzo de 2013.
Portada de la revista '¡Hola!' del 6 de marzo de 2013.

Lo cierto es que hasta que no se publicaron sus largas conversaciones con el comisario Villarejo, no se tenían pistas sobre la presunta fortuna que guardaba el rey Juan Carlos en paraísos fiscales, ni sobre Dante Canónica, Arturo Fasana o el primo Álvaro de Orleans. Tampoco sobre la presunta comisión del AVE a La Meca que ha motivado la actuación de la Fiscalía del Tribunal Supremo y de la Fiscalía suiza, y del que Corinna habló ampliamente en sus conversaciones con el expolicía.

Respecto a la "campaña de abuso" que Corinna dice padecer desde hace ocho años, Sanz Roldán tuvo que volver al Congreso de nuevo para explicarlo. El que fuera jefe de los servicios secretos españoles negó en 2018 todas las acusaciones de la germano-danesa, rechazando la idea de que la había amenazado para que no revelase lo que sabía sobre los negocios internacionales del Rey emérito y el presunto blanqueo en Suiza del dinero que recibió de comisiones millonarias. Lo hizo por segunda vez en cinco años, de nuevo a puerta cerrada, en la Comisión de Secretos Oficiales. Las fuerzas políticas le creyeron y rechazaron abrir una comisión de investigación sobre las grabaciones de Corinna.

El notario

Las contradicciones se encuentran en las dos orillas del río. Es interesante lo que Corinna dice en el documental de ETB sobre la carta en la que informó hace más de un año al rey Felipe de lo que estaba viviendo. En un momento dado, "como cortesía", le informa de que existe una cosa que se llama Fundación Lucum. El resto de los españoles lo supimos mucho después, a través de la investigación periodística de James Badcock, un periodista británico que firmó la exclusiva hace unas semanas en el 'Telegraph'. Lucum, creada por Juan Carlos I en 2008, contaba con 'oficina' en Panamá y una cuenta en el banco privado Mirabaud, de Ginebra, donde había encontrado acomodo una 'donación' de 64.884.405 de euros proveniente del gobierno de Arabia Saudí. En los estatutos de la fundación, el rey Felipe aparecía como segundo beneficiario y su padre le encargaba el deber de cuidar de la familia con ese dinero en caso de fallecer.

Corinna dice que en un primer momento la Casa Real le informó de que "no le preocupaba" el asunto, pero lo cierto es que 38 días después de recibir la carta de Corinna, el rey Felipe se sentó ante un notario de Madrid para renunciar a la herencia de su padre y dejar claro que él no sabía nada de la existencia de esta fundación. Zarzuela no informó en aquel momento a los españoles de esto porque, según explicaron en un reportaje publicado por 'El País', no tenían pruebas. “¿Por qué lo sacamos ese día y no un año antes? Porque hasta ese fin de semana no tuvimos la certeza documental de esas acusaciones, un año antes carecíamos de esa constatación documental”. Entonces, ¿por qué rechazar la herencia ante notario si no había pruebas y no se le daba importancia a ese asunto?

placeholder El rey Juan Carlos y rey Felipe, cómplices en un acto oficial. (Getty)
El rey Juan Carlos y rey Felipe, cómplices en un acto oficial. (Getty)

“En cuanto tuvimos constancia documental de las acusaciones del diario británico, no podíamos dejar ni un segundo que se extendiera la mínima duda de que Felipe VI era beneficiario de esas cuentas; había que actuar sin dilación, no podía haber ninguna sombra sobre su conducta", dicen en Zarzuela. El rey Felipe, en un extenso comunicado enviado pocas horas después de que la noticia se publicara en la prensa británica, explicó que recibió la carta de Corinna un 5 de marzo de 2019 y que acto seguido informó a Juan Carlos de Borbón y "a las autoridades competentes". El 21 de marzo le respondió a los abogados de la alemana "que ni Su Majestad ni Su Casa tenían conocimiento, participación o responsabilidad alguna en los presuntos hechos que mencionaba, -por lo que carecía de toda justificación lícita su involucración en los mismos-, ni designaría representante legal para iniciar negociación alguna con el citado despacho de abogados sobre los hechos descritos".

A pesar de eso, el 12 de abril acudió al notario para renunciar a su herencia. Y el 27 de mayo, Juan Carlos anunció por sorpresa “su voluntad y deseo de dejar de desarrollar actividades institucionales y completar su retirada de la vida pública”. Dos meses de infarto. Los movimientos en este sentido del rey Felipe, por cierto, no tienen efecto alguno en el ordenamiento jurídico español. Mientras Juan Carlos de Borbón siga vivo, lo más que puede hacerse es una declaración de intenciones, pero la renuncia a la herencia no tiene cabida legal. Don Felipe lo sabe bien porque, además de rey y de estar perfectamente asesorado en este asunto, es licenciado en Derecho.

Así, según la cronología de los hechos, parece claro que Palacio sí se tomó bastante en serio la carta de Corinna, aún a pesar de no tener constancia documental. Zarzuela, por cierto, nunca informó a Anticorrupción de que Juan Carlos I podía disponer de una fortuna oculta en Suiza a nombre de la Fundación Lucum, tal y como reveló 'Vozpópuli'.

La fábula de una antigua novia despechada no tiene demasiada credibilidad; el relato de una empresaria conocedora del entramado financiero que sostiene la fortuna del rey Juan Carlos en el extranjero, un poco más. Las historias siempre tienen dos versiones, pero en el caso de Corinna (se ha ganado a pulso quedarse sin apellido), los hechos navegan en un río de grandes corrientes en el que se mezclan los intereses legales de cada uno de los protagonistas con la verdad (si es que solo hay una verdad) y los meandros cautelosos de una institución tan compleja como la Corona. Sin ánimo de pormenorizar aquí la batalla legal que se cierne sobre el emérito simultáneamente al otro lado del Canal de La Mancha, en Suiza y en España, analizamos las contradicciones de unos y otros.

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