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La princesa Leonor o el mérito de jurar la Constitución en tiempos líquidos
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OPINIÓN

La princesa Leonor o el mérito de jurar la Constitución en tiempos líquidos

Con su palabra, Leonor se va a atar este martes de por vida a un pacto nacional de concordia, pluralidad y unidad, vigente desde hace 45 años

Foto: La princesa Leonor en una imagen reciente. (LP)
La princesa Leonor en una imagen reciente. (LP)

Leonor de Borbón no va a prometer este martes fidelidad a la Constitución y al Rey. Lo que va a hacer es jurarla. Hace tiempo que la práctica ha desdibujado el significado de las palabras. Pero no me dirán que no tiene su mérito que la monarquía parlamentaria elija la fórmula más literal a la carta magna y la más comprometida, para asumir ante los españoles toda una obligación con el sistema de derechos, libertades y representación, que los propios parlamentarios han ido devaluando en su propio caso… con el aval del Tribunal Constitucional.

Ellos pueden ‘prometer por Snoopy’ o por cualquier marca de consumo ideológico en la asunción de su escaño. Ahora bien, con su palabra, Leonor se va a atar este martes de por vida a un pacto nacional de concordia, pluralidad y unidad, vigente desde hace 45 años. No son las Cortes las que rinden pleitesía a una princesa de 18 años, sino que es la hija de un rey la que compromete su futuro de monarca democrático en el templo de la soberanía nacional.

Se trata de una rara paradoja en los ‘tiempos líquidos’ de los que hablaba el sociólogo Zygmunt Bauman -casualmente Premio Príncipe de Asturias 2010-. Leonor apenas tenía dos años cuando dictaminó el fin de un sistema social estable, sólido, previsible, repetitivo, y el tránsito a una etapa de relativismo, cortoplacismo y tacticismo, alejado de la seguridad y de los compromisos.

Leonor jurando bandera a principios de octubre. (EFE)

Solo en tiempos líquidos se permitiría un ministro de ideología monárquica el lujo de dejar plantado a un jefe del Estado de una república a la que sirve desde el Gobierno. Solo en tiempos líquidos ocurre, en efecto, lo contrario. Los declarados ausentes de la izquierda republicana en la ceremonia de este martes están lejos de apreciar la paradoja o el coraje de la joven heredera en este momento histórico, no ya líquido sino gaseoso. Simplemente dicen ‘pasar’ de un ‘juramento medieval’.

Lo que seguramente quieren decir es que les suena a antiguo. Y ciertamente lo es, aunque tenga poco de medieval. En la Edad Media lo más que juraban los reyes o sus herederos eran los fueros de determinados territorios. La monarquía constitucional en España apenas arrancó en el siglo XIX (1812). Pero lo que monarcas y regentes juraban ante las Cortes era una suerte de soberanía compartida con los sucesivos regímenes, surgidos de levantamientos y revoluciones.

Tuvo que llegar la actual monarquía parlamentaria para que, por primera vez en España, sus reyes acataran por completo la soberanía de las Cortes. Lo hizo posible Juan Carlos I, a cambio, claro, de blindar su dinastía. La jura de Leonor, en términos democráticos pues, solo es la segunda.

No deja de ser significativo que los primeros príncipes de Asturias -Enrique de Trastámara y Catalina de Lancaster (1388), los abuelos de Isabel la Católica- lo fueron con el objetivo de poner fin a las guerras de sucesión y preservar la unidad de la Corona de Castilla. Más significativo aún es que el primer rey Borbón que puso pie en España (Felipe V) rescatara aquel título casi olvidado por los últimos Austrias y que en 1724 hiciera jurarlo a su hijo y heredero (luego Fernando VI) en el monasterio de los Jerónimos… Y que lo hiciera -atención- (lo cuenta el historiador Bruno Aguilera) ante las primeras Cortes españolas: castellanas, leonesas, aragonesas, navarras, valencianas, catalanas…

El Congreso de los Diputados, engalanado para la jura de Leonor. (EFE)

Los independentistas que este martes tampoco estarán en el Congreso tal vez se duelan de que aquella jura dieciochesca y nacional del primer príncipe de Asturias Borbón tuviera lugar poco después del fracaso de su hoy pretendida ‘guerra de secesión’. Una cruenta guerra que no fue tal -no hubo intento de autodeterminación-, sino una guerra europea de ‘sucesión’ de la Corona española de los Austrias, librada entre Borbones (apoyados por Francia y por Castilla) y Habsburgo (respaldados por Austria, Inglaterra… y Aragón, la Corona bajo la que capituló Barcelona).

En todo caso, lo que Leonor va a jurar no es su condición dinástica -que, como su padre, ya solemnizó hace unos años en Covadonga-. Y tampoco va a jurar su lealtad a España porque ya lo ha hecho, uniformada de dama cadete -es verdad, como se queja Belarra pero aplauden muchos españoles, que juró antes la bandera que la ley de leyes-. Lo que va a jurar de manera “muy consciente” es su deber de guardia y fidelidad a una Constitución tan moderna en términos democráticos como amenazada en su unidad territorial.

Sabido es que Casa Real minimiza los desplantes de las minorías. Cuestión de inteligente supervivencia. Pero lo cierto es que a Leonor no solo le toca convivir con tiempos líquidos en los que el interés electoralista y las pulsiones populistas valen más que la lealtad al Estado. Le toca, además, conciliar la imagen de una Corona joven y democrática, pero tan antigua, a la vez, como para estar comprometida desde hace tres siglos, precisamente, con el olvido del Medievo y su mosaico de Españas; una monarquía hoy parlamentaria y constitucionalmente obligada con la propia “permanencia” de España. Diversa, sí, pero España, en singular.

Leonor de Borbón no va a prometer este martes fidelidad a la Constitución y al Rey. Lo que va a hacer es jurarla. Hace tiempo que la práctica ha desdibujado el significado de las palabras. Pero no me dirán que no tiene su mérito que la monarquía parlamentaria elija la fórmula más literal a la carta magna y la más comprometida, para asumir ante los españoles toda una obligación con el sistema de derechos, libertades y representación, que los propios parlamentarios han ido devaluando en su propio caso… con el aval del Tribunal Constitucional.

Leonor jura Constitución
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