Ni coronación ni investidura, por qué a Leonor se la proclamará reina de España

Tras haber vivido recientemente la coronación del príncipe Carlos de Inglaterra como el rey Carlos III, recordamos las diferencias que hay en nuestro país, donde los reyes no son coronados, sino que son proclamados como tales. El último rey que recibió la corona sobre la cabeza en nuestro país fue Juan I de Castilla, de la dinastía de Trastámara, a finales del siglo XIV, pero no lo hizo como rey de España, sino de Castilla. Por lo tanto, podemos decir que ningún rey ha sido coronado al estilo de otras monarquías europeas en nuestro país.

Esto se debe en nuestros días a que la Constitución española, firmada en 1978, habla de la proclamación de reyes y no de coronación. La legitimidad de nuestros monarcas no se considera divina, sino que se conforma en torno a un pacto tácito entre el pueblo y el rey. Como pudimos ver el pasado mes de mayo con la coronación de Carlos III, Gran Bretaña mantiene como tal dicha ceremonia, siendo el único país de Europa, a diferencia no solo de nuestro país, sino también de Bélgica, Holanda o Luxemburgo, por poner algunos ejemplos, donde sus monarcas son también proclamados.

Por este motivo, el día que le llegue el turno a la princesa heredera de ser reina lo será a través de un acto de proclamación similar al que vivió su padre el 19 de junio de 2014. La proclamación, a diferencia de la coronación, es un acto meramente institucional.

Durante una coronación se incluye una ceremonia en la que el monarca es formalmente coronado e investido con las joyas de la Corona. Precisamente, el rey Carlos III fue investido en la abadía de Westminster con la corona de San Eduardo, además de recibir la orbe y el cetro. Una tradición que comenzó con Guillermo I, primer monarca de Inglaterra y cuyo actual rey ha sido el número 40 en haber sido coronado.

En España tenemos también la corona tumular y el cetro, y ambos objetos estuvieron presentes en la proclamación de don Felipe en 2014. Lo hicieron sobre un cojín en un lugar de honor, pero no se le coronó como tal, como sí se hizo con el rey Carlos III. En nuestro país, a diferencia del Reino Unido, la proclamación es un acto menos fastuoso que una coronación, por lo que Felipe, al igual que se espera el día de mañana de su hija, la princesa Leonor, no tuvo corona sobre su cabeza ni asumió su cargo en palacio.

Don Felipe, como hará Leonor, vistió el uniforme de gala del Ejército de Tierra como máximo responsable de las Fuerzas Armadas y no lució ni capa ni manto. La ceremonia de proclamación tuvo lugar, al igual que la jura de la Constitución, en el Congreso de los Diputados, en Madrid, y frente a los miembros de las Cámaras Alta y Baja, reunidos extraordinariamente para la ocasión.

El rey Juan Carlos I también fue proclamado rey en el año 1975, con el cetro y la corona como símbolos de la monarquía sobre un cojín granate bordado en oro. No pudo jurar la Constitución porque se redactó tres años después. La princesa Leonor será proclamada reina algún día, como hiciera previamente su padre, tras jurar la Constitución española. Sonará entonces el himno de España y pronunciará la nueva reina su primer discurso como jefa del Estado, previsiblemente en las diferentes lenguas cooficiales del país, como hiciera su padre, que finalizó sus palabras dando las gracias en castellano, catalán, vasco y gallego.

La coronación, frente a la proclamación, está impregnada de referencias simbólicas con reminiscencias religiosas, explicaba el politólogo Juan Carlos Cuevas Lanchares a BBC Mundo. La ceremonia de la proclamación, sin embargo, es laica, frente a los representantes del pueblo en las Cortes. La ausencia de coronación en nuestro país también se debe a que la corona real española, que fue encargada a un platero llamado Fernando Velasco por el rey Carlos III en 1775, es demasiado grande y pesa un kilo. Su carácter es simbólico y no se creó para ser colocada en la cabeza.