Un misal, un regalo y una curiosa tarjeta: tres objetos inéditos de la boda de los Reyes

"Eso fue tiempo después de la boda", rememora, "a los dos o tres días del enlace llegó a los domicilios de algunos invitados, no sé si de todos, un estuche azul que contenía una bandeja de alpaca con una moneda conmemorativa sobreimpresionada y las firmas de los dos, del príncipe Felipe y de la princesa Letizia. Solo iba acompañado de una tarjeta firmada por los príncipes de Asturias". José Antonio Zarzalejos, entonces director de ABC, fue uno de los invitados a la boda de los hoy Reyes. Guardó los objetos y recuerdos materiales de aquel día histórico, que no había mostrado hasta estos días, cuando se cumple el 20 aniversario del enlace de los Reyes. Consciente del momento histórico que estaba viviendo atesoró no solo aquel regalo que le hizo llegar la Casa del Rey, sino otros objetos como el prolijo misal con el que los invitados pudieron seguir la ceremonia; la tarjeta electrónica de identificación que hicieron llegar a los asistentes similar al DNI; el menú de la boda, o el plano de situación para saber dónde debía colocarse cada uno.

"Hay cosas que no enseñaré nunca porque considero privadas", anuncia. ¿Como cuáles? "La invitación de la boda, por ejemplo, o unas fotos que la Casa del Rey nos hizo llegar también después de la ceremonia y que eran más personales". Todo lo demás lo presta a Vanitatis de forma altruista el periodista y escritor, histórico director de ABC y autor de una de las exclusivas más recordadas, la que anunció los planes de abdicación de Juan Carlos I. Zarzalejos es actualmente presidente del Comité editorial de 'El Confidencial' y colaborador habitual de este digital.

Entre los invitados a la boda se encontraban algunos representantes de los principales medios del país. Estaban Miguel Ángel Gozalo, presidente-director general de la Agencia EFE; Jesús Ceberio, director de El País; Pedro J. Ramírez, director de El Mundo; Federico Jiménez Losantos, director de La Mañana de la Cadena COPE y editor de Libertad Digital; José Antich, director de La Vanguardia, y Zarzalejos. Todos ellos fueron convocados con sus cónyuges mediante una invitación tradicional que recibieron semanas antes del enlace, y que hubo que confirmar. Después llegarían otros envíos.

"En la segunda tanda recibimos más cosas. Por una lado una especie de DNI, una tarjeta electrónica con un código de identificación, y por otro un plano de la catedral de La Almudena donde se nos indicaba el emplazamiento en el que íbamos a estar". Cada invitado, con su tarjeta y su plano, sabía perfectamente dónde tenía que colocarse cuando llegara al templo aquel lluvioso día de mayo de 2004. En el caso de Zarzalejos, ocupó "los últimos bancos de la nave central", lo que le permitió una buena visibilidad tanto de la llegada del príncipe Felipe del brazo de su madre la reina Sofía como de la llegada de doña Letizia con Jesús Ortiz. Un trueno estalló sobre sus cabezas en el preciso momento en que entraba la novia del brazo de su padre.

La tormenta fue la otra protagonista de la jornada. "Nos habían recogido en distintos puntos de Madrid, en autobuses, y nos acercaron luego en coches porque las alfombras que habían puesto estaban empapadas", explica Zarzalejos. La zona donde se colocó el periodista estaba reservada a representantes de la sociedad civil, del mundo del Deporte y la Cultura, como Miguel Indurain, Teresa Berganza, Cristobal Halffter o los citados periodistas. La parte delantera de la catedral se destinó a la familia directa de ambos, los testigos y los compañeros de promoción de las academias militares y de los estudios universitarios de don Felipe y doña Letizia. Después los Jefes de Estado, Reyes y presidentes de Repúblicas; primeros ministros y Jefes de Gobierno; jefes de casas reales no reinantes, y príncipes herederos. También los altos representantes del Estado español.

Un auténtico ejercicio de protocolo para los organizadores, dado que la boda de los Reyes "fue un éxito de convocatoria". Se proporcionó a cada invitado un misal en el que toda la ceremonia venía descrita al pie de la letra, "desde el introito al ofertorio, las preces o la fórmula de compromiso de los novios. Mucha gente dejó el misal en los bancos, yo lo guardé". El misal es en realidad un prolijo librito donde viene recogido todo lo que sucedió en aquella ceremonia que, por lo demás, "transcurrió sin sobresaltos".

Cuando acabó la celebración, los invitados pasaron un tiempo esperando a que los príncipes de Asturias volvieran de su visita a la basílica de la Virgen de Atocha, donde la novia dejó su ramo en señal de duelo por las víctimas del 11 de Marzo. Después fueron entrando en el patio del Palacio Real, donde estaban dispuestas las mesas y cada invitado tenía su sitio señalado con nombre y los dos apellidos. "Primero hubo un cóctel muy rápido y luego vino la comida. Fue un menú correcto pero austero", recuerda Zarzalejos. España estaba de luto por los recientes atentados "y eso pesó mucho en la organización". El periodista estuvo en una de las mesas del Patio del Príncipe, al que cubrieron para evitar los estragos de la lluvia. A otros invitados de menor peso institucional los distribuyeron por los pasillos.

El menú consistió en una tartaleta hojaldrada con frutos del mar sobre fondo de verduras, capón asado al tomillo con frutos secos y una tarta especialmente elaborada para la ocasión por Paco Torreblanca. Esteban Sánchez Torres, jefe de cocina del restaurante Jockey, fue el encargado de preparar la comida para los más de 2.000 comensales, entre los que se encontraban personalidades como Nelson Mandela, el príncipe Carlos, el presidente del gobierno español por aquel entonces, José Luis Rodríguez Zapatero o Carolina de Mónaco. Antes habían tomado aperitivos 100% 'made in Spain' como jamón de Jabugo con picos, queso manchego, tartaletas de esqueixadas, canapés de Gamonedo y La Peral con manzana, patatas rellenas de changurro, tostas de champiñones, puntas de espárragos verdes fríos o vieiras fritas empanadas.

"Después llegaron las intervenciones del rey, del príncipe y del padre de doña Letizia. Algunos invitados, como el príncipe de Gales, se marcharon antes de que acabara la comida", recuerda Zarzalejos. El rey Juan Carlos en su brindis pidió a los nuevos esposos que pensaran siempre en España. Que dedicaran lo mejor de sus esfuerzos "con amor y devoción a los españoles, para aunar sus esperanzas, compartir sus ilusiones y poder fundirse siempre con sus sentimientos y dificultades". Don Felipe correspondió con sus palabras, en las que manifestó su gran felicidad, y aseguró que toda su vida estaría "dedicada al bienestar de los españoles".

Como en muchas bodas, tras los cafés repartieron unos puros en cuya vitola se podían ver las iniciales de los Reyes, además del escudo y la bandera de España. Es el único recuerdo que Zarzalejos no conserva. "Me atrevería a decir que nadie se encendió el puro; era una cuestión de urbanidad, estábamos en un lugar histórico", señala.

Días más tarde llegaron el estuche azul con la bandeja de alpaca y las fotografías. También los datos de venta de los periódicos ("aquel día más que triplicamos la difusión", recuerda Zarzalejos) y los análisis de estilo, un terreno incómodo para el periodista, al que sí le llamó la atención el chaqué gris de Carlos de Inglaterra, "impecable".