Es noticia
Menú
Carlos y Camila celebran 20 años de su boda: la transformación de un “adúltero” y la “mujer más odiada” a rey y reina
  1. Casas Reales
FAMILIA REAL BRITÁNICA

Carlos y Camila celebran 20 años de su boda: la transformación de un “adúltero” y la “mujer más odiada” a rey y reina

Aquello no se trataba de una celebración del amor, sino una difícil cuestión de Estado. Era una boda que dividió a la nación

Foto: Carlos y Camila el día de su boda. (Gtres)
Carlos y Camila el día de su boda. (Gtres)

A pesar de ser su primogénito y heredero al trono, Isabel II decidió no acudir a la boda de Carlos y Camila aquel 9 de abril de 2005 y optó por quedarse en casa con su marido, el príncipe Felipe. Un portavoz del palacio declaró entonces que la reina no estuvo en la ceremonia civil en el Guildhall de Windsor “porque la pareja quería mantener un perfil discreto y su presencia no lo permitía”. Sin embargo, Robert Hardman, biógrafo de los royals, afirmó posteriormente que su ausencia indicaba una “desaprobación de los preparativos, no del matrimonio en sí”.

Hablemos claro. Aquello no se trataba de una celebración del amor, sino una difícil cuestión de Estado. Era una boda que dividió a la nación. La mayoría de ciudadanos se oponía, alegando que se trataba de una falta de respeto a la memoria de Lady Di, fallecida en 1997. Sin embargo, otros -apenas el 32%, según las encuestas-, opinaban que eran claramente almas gemelas y que, con Carlos destinado a ser rey, necesitaba un verdadero apoyo. Y qué mejor que la persona que siempre había sido el amor de su vida.

placeholder Carlos y Camila en su ceremonia de boda en 2005. (Gtres)
Carlos y Camila en su ceremonia de boda en 2005. (Gtres)

El tiempo ha dado a estos últimos la razón. Carlos y Camila celebran este miércoles 20 años de feliz matrimonio. Lo hacen convertidos en rey y reina, en plena visita de Estado a Italia, como parte de la agenda marcada por el Gobierno para estrechar vínculos con Europa tras los tortuosos años del Brexit. Pero, ante todo, lo celebran como un equipo inquebrantable que se mantiene unido ante todo tipo de adversidades, entre ellas, el cáncer que padece el ahora monarca.

Lady Di aportó unos bellos genes a la Corona. Pero ha sido Camila quien ha aportado la necesaria estabilidad a la institución. A Carlos le impusieron la 'candidata perfecta', Diana, una mujer 13 años menor, con la que no tenía nada en común y con la que apenas se vio 12 veces antes de darse el 'sí, quiero'. Pero siempre fue Camila la mujer que quiso tener a su lado.

Su historia comenzó a principios de la década de los 70 con una frase memorable. “¿Sabía que mi bisabuela fue amante de su tatarabuelo?”, dijo la veinteañera Camila Shand al entonces príncipe heredero. En efecto, el rey Eduardo VII y Alice Keppel, ancestros de ambos, habían sido amantes durante años. En la alta sociedad, el adulterio era -y es- algo de lo más común. Camlla estaba dispuesta a seguir la estela de su bisabuela, en definitiva, ser la amante oficial. No tenía ambición alguna por la Corona. Pero Lady Di nunca aceptó un “matrimonio a tres bandas” y, con la separación real, la impopularidad del heredero llegó a tal punto que hizo tambalear los pilares de Buckingham.

El sonado divorcio llegó en 1996. Un año antes, Camila ya había hecho lo propio con su marido, el militar Andrew Parker Bowles, con quien, a día de hoy, sigue manteniendo excelente relación. No en vano, fue uno de los invitados a la boda de 2005.

Cuando Carlos y Camila pudieron sellar finalmente su amor llevaban ya 30 años de romance. Tres décadas. Se dice pronto. El camino no fue nada fácil. Cuando sir Michael Peat llegó al Palacio de Buckingham en 2002 para asumir el cargo de secretario privado del entonces heredero, le asignaron una agenda clara: la reina Isabel II quería cortar esa relación. Pero Peat no tardó en darse cuenta de que las órdenes de la soberana iban a ser imposibles de cumplir. La solución era justamente la contraria, había que oficializar la relación.

placeholder Foto oficial de la boda de Carlos y Camila con sus respectivos hijos. (Gtres)
Foto oficial de la boda de Carlos y Camila con sus respectivos hijos. (Gtres)

Finalmente, se optó por una sencilla ceremonia civil, a la que acudieron sólo 28 personas, entre ellos los hijos de Carlos, los príncipes Guillermo y Harry, y los hijos de Camila, Tom y Laura Parker-Bowles. Eso sí, luego se ofició un servicio religioso en la Capilla de San Jorge donde el entonces arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, dio su bendición a la pareja. No olvidemos, que además de ser jefe de Estado, el monarca del Reino Unido es también autoridad máxima de la Iglesia de Inglaterra.

A la misa ya sí acudió Isabel II y su marido, el príncipe Felipe, quienes ofrecieron una recepción para los recién casados, donde la reina pronunció un discurso y comparó su relación con la carrera de caballos Grand National, que también tuvo lugar esa misma tarde. "Han superado Becher's Brook, The Chair y todo tipo de obstáculos terribles", dijo. "Lo han superado y estoy muy orgullosa y les deseo lo mejor. Mi hijo está en casa, a salvo, con la mujer que ama", matizó.

Como si de una metáfora se tratara, la propia boda estuvo llena de vicisitudes. La fecha original estaba fijada inicialmente para el 8 de abril, pero tuvo que cambiarse a última hora para que Carlos pudiera representar a su madre en el funeral del papa Juan Pablo II en la Ciudad del Vaticano. Esto causó caos, ya que las fechas del detalle que los novios dieron a sus invitados tuvo que cambiarse a toda prisa y las cadenas de televisión tuvieron que modificar rápidamente sus programaciones.

Recientemente, en polémica autobiografía, 'Spare', el príncipe Harry no ocultó su desagrado por su futura madrastra y admitió que no estaba particularmente contento con la boda, ya que él y Guillermo le habían instado a su padre a "no seguir adelante". Así que, cuando tuvieron que cambiar la fecha, Harry pensó que era una señal divina. "Además de sentir lástima por ellos, no pude evitar pensar que alguna fuerza del universo (¿Mamá?) estaba bloqueando su unión en lugar de bendecirla", escribió. "¿Quizás el universo retrasa lo que desaprueba?". Sin embargo, dijo luego que solo quería que todos fueran felices.

placeholder Carlos y Camila junto a Guillermo y Harry. (Gtres)
Carlos y Camila junto a Guillermo y Harry. (Gtres)

Por otra parte, en los días previos a la boda, Camila, estresada, padeció una terrible sinusitis, una infección que causa hinchazón y dolor alrededor de las mejillas, los ojos y la frente. Lucía Santa Cruz, la mujer que presentó a Carlos y Camila, dijo: "Estaba muy enferma, estresada. Literalmente no podía levantarse de la cama". Sin embargo, fue Annabel Elliot, su hermana, quien la salvó, sacándola de la cama amenazándola con: "Está bien, no te preocupes. Voy a hacerlo por ti. Voy a vestirte".

A diferencia de las novias reales que la precedieron, Camila no optó por un vestido tradicional, ya que se trataba de su segunda boda. En su lugar, para la ceremonia civil, lució un vestido y abrigo color crema con un sombrero de ala ancha también color crema, que por cierto, reutilizó dos años después, durante la inauguración de la Asamblea Nacional de Gales, convirtiéndose así en el gran referente de aquellas novias que eligen su vestido de novia con la convicción de que se lo pondrán más de una vez.

Para el servicio religioso de aquel 9 de abril de 2005, cambió luego de outfit optando por un abrigo largo hasta el suelo bordado en azul pálido, gris y dorado sobre un vestido de gasa a juego y un espectacular penacho de plumas doradas en el pelo. Ambos conjuntos fueron obra de las diseñadoras londinenses Antonia Robinson y Anna Valentine, mientras que sus espectaculares tocados fueron creados por el sombrerero irlandés Philip Treacy.

La pareja optó por Dawn Blunden y Mary Robinson, dos cuñadas de Lincolnshire, para que hicieran su pastel de frutas a medida, con solo un mes de antelación. Con un peso de 17 kilos, el pastel contenía 1080 huevos, 36 botellas de alcohol y estaba decorado con delicadas rosas de azúcar, puerros, narcisos y cardos que representaban Inglaterra, Escocia y Gales; un proceso que duró unas 130 horas.

placeholder Isabel II junto a Guillermo y Harry en la celebración posterior a la boda. (Gtres)
Isabel II junto a Guillermo y Harry en la celebración posterior a la boda. (Gtres)

Como querían que su día fuera lo más informal posible, no celebraron una comida nupcial formal y, en su lugar, sirvieron a sus invitados un bufé inglés tradicional con sándwiches, scones, mini empanadas de Cornualles y champán. Y, por supuesto, nada de subirse al famoso balcón de Palacio. Camila tuvo que esperar al siguiente Trooping the Color para hacerlo.

El ex mayordomo real e invitado a la boda, Grant Harrold, comentó en su momento que la boda fue un “ambiente muy relajado”. “Fue increíble: en un momento podías estar hablando con un miembro de la familia real y al siguiente con un famoso. Fue extraordinario”. Entre los asistentes, además del ex de Camila, también estuvo Jonathan Dimbleby, el presentador de televisión al que Carlos admitió haber cometido adulterio mientras aún estaba casado con la difunta princesa Diana.

Siguiendo la tradición real, los recién casados ​​pasaron su luna de miel en Birkhall, en la finca Balmoral de la familia. Ocupa un lugar especial en sus corazones, ya que allí se comprometieron y lo consideran su segundo hogar. De hecho, la pareja ha pasado mucho tiempo allí en el último año mientras Carlos se recupera de su tratamiento contra el cáncer, ya que sienten que es el único lugar donde pueden disfrutar de verdadera privacidad y relajarse de verdad.

A diferencia de Lady Di, al casarse con Carlos, Camila no adquirió nunca el título de princesa el día. Fue la propia novia —se entiende que con el beneplácito de la monarca— la que prefirió quedarse con el título de duquesa de Cornualles. Los expertos ensalzaron ese gesto como signo de inteligencia. La clave de su éxito es que jamás ha intentado copiar a Diana.

La transformación de un “adultero” y “mujer más odiada del Reino Unido” a rey y reina no ha sido fácil. Pero la pareja ha conseguido ganarse el cariño del pueblo. A día de hoy, el 59% de los británicos tiene una buena opinión sobre ellos. Pese a todos y pese a todo, triunfó el amor.

A pesar de ser su primogénito y heredero al trono, Isabel II decidió no acudir a la boda de Carlos y Camila aquel 9 de abril de 2005 y optó por quedarse en casa con su marido, el príncipe Felipe. Un portavoz del palacio declaró entonces que la reina no estuvo en la ceremonia civil en el Guildhall de Windsor “porque la pareja quería mantener un perfil discreto y su presencia no lo permitía”. Sin embargo, Robert Hardman, biógrafo de los royals, afirmó posteriormente que su ausencia indicaba una “desaprobación de los preparativos, no del matrimonio en sí”.

Príncipe Carlos de Inglaterra
El redactor recomienda