Tiara de perlas y vestido de gala rosa con más de 15 años: Máxima de Holanda, deslumbra en la cena en honor al cuerpo diplomático

Cena de gala en el Palacio Real de Ámsterdam, que se ha engalanado la noche de este lunes para recibir al cuerpo diplomático. Un acto que Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda presiden cada año por estas mismas fechas. La etiqueta de vestimenta de este banquete es la máxima, es decir, frac para ellos y vestidos largo para ellas y tiara. Y así la ha cumplido la reina, con un antiguo diseño de de Jan Taminiau y joyas de diamantes y perlas.

Como ya es costumbre en esta velada, Máxima ha decidido tirar de fondo de armario. Cabe recordar que en 2018, por ejemplo, la vimos con un Valentino vintage que llevó por primera vez en 2001, antes incluso de su boda y de convertirse en princesa de Orange; y en 2022 optó por un diseño rosa de Jan Taminiau que había estrenado en 2009. Esta vez, como mencionábamos, ha optado por un vestido que tiene ya 15 años.

Fue en 2010, durante la celebración del Prinsjesdag, cuando la reina estrenó este diseño de Jan Taminiau. Se trata de un vestido en rosa empolvado que presenta manga larga, cuello cruzado que sigue hasta los pies, lo que da mucho volumen a la falda. La creación del holandés está decorada con pedrería en la zona del escote, terminado en pico, la cintura, los puños y también el bajo.

La reina repitió el vestido en la visita de Estado a Catar junto a la otrora reina Beatriz, en marzo de 2011. El modelo llevaba guardado en el armario de Máxima desde hace 14 años, hasta que ahora ha decidido rescatarlo para la cena con el cuerpo diplomático.

Su Majestad ha coronado su cabeza con la tiara de la reina Ana, que perteneció a la gran duquesa Ana Pavlovna de Rusia, quien se casó con Guillermo II de Holanda. La pieza presenta una guirnalda de diamantes rematada por siete grandes perlas de incalculable valor. Según los expertos, algunas de estas perlas, en concreto cuatro de ellas, datan del siglo XVIII.

Juliana fue la primera reina de los Países Bajos en lucir esta tiara, que después han llevado todas sus sucesoras. Es, además, una pieza muy especial para Máxima, pues fue la primera que lució siendo aún prometida de Guillermo Alejandro para asistir a la boda de Haakon y Mette-Marit, en agosto de 2001, aunque llevó solo la base de diamantes. Desde entonces, todas las veces que la ha lucido lo ha hecho ya con las perlas.

Con este look, Máxima vuelve a demostrar su maestría a la hora de combinar sostenibilidad y elegancia. Al rescatar un diseño con historia y acompañarlo de una de las tiaras más emblemáticas de la familia real holandesa, no solo rinde homenaje a la tradición, sino que también refuerza su papel como reina. Una elección que, sin duda, consolida su estatus como una de las royals más elegante del panorama internacional.