Sue Ellen cumple 80: ni alcohólica ni mala madre, la verdadera historia de Linda Gray
“Sue Ellen, eres una borracha y una madre inepta, cuanto antes te interne en un sanatorio, mucho mejor para todos”. No, no era la mejor de las mujeres...
“Sue Ellen, eres una borracha y una madre inepta, cuanto antes te interne en un sanatorio, mucho mejor para todos”. No, no era la mejor de las mujeres, pero seguramente porque estaba casada con el peor de los hombres y uno de los villanos más tiranos de la pequeña pantalla.
Linda Gray, que este 12 de septiembre cumple 80 años, fue durante dos décadas una mujer que vivía en un infierno de tragos, desprecio y humillación. La actriz que interpretaba el papel de Sue Ellen en la exitosa 'Dallas' tenía a su lado (o mejor dicho, frente a ella) a un marido déspota, ambicioso y que no perdía ocasión de denigrarla.
Ella (Linda), que llegó a la serie casi de puntillas para hacer un pequeño papel, acabó convertida en una de las reinas del culebrón norteamericano: "La esposa de un magnate con un exterior brillante y un hígado en escabeche", en sus propias palabras. Su carrera no se limitó a ese folletín petrolífero, pero sí fue su trabajo más premiado, valorado y, probablemente, mejor pagado. Todo lo contrario a uno de los primeros que hizo en la meca del cine y que mucha gente desconoce: 25 dólares cobró Linda por prestar su pierna al mítico póster promocional de la película 'El graduado'. En 2013, durante la emisión del programa 'Anderson Live', la actriz desvelaba que fue su pierna, y no la de Anne Bancroft, la que se usó en el póster de la película de 1967. "Creo que estuvo ausente ese día", bromeó Gray, quien trabajó como modelo antes de dedicarse a la actuación.
Infancia enfermiza
"No he hecho nada porque me asusta. Una vez probé bótox y me veía ridícula". Linda llega a la década de los 80 (precisamente la misma en la que triunfó) de manera natural, sin retoques y sin pasar por quirófano, algo bastante inusual para una actriz norteamericana. Su secreto se basa en una alimentación equilibrada, ausencia de carnes rojas y meditación: “Medito todas las mañanas y eso me ayuda a sentirme agradecida por lo que soy y a intentar ser mejor persona. Por las mañanas me gusta tomar pepino, apio, manzanas, jengibre y perejil o cilantro: es refrescante y ligero para empezar el día. A veces también incluyo algún zumo de aloe vera y esa es la clave. Realmente no sigo ninguna receta, simplemente juego con los ingredientes que tengo en la nevera”, explicaba la actriz en una entrevista para el 'Daily Mail'.
El excelente estado de salud (físico y anímico) en el que se encuentra la actriz contrasta con una infancia marcada por la enfermedad y la presencia de una madre alcohólica y un padre presente pero “como un mueble”.
En su libro 'The road to happiness is always under construction' ('El camino hacia la felicidad está siempre en construcción', mezcla de guía para envejecer con gracia y memorias brutalmente honestas), Linda hablaba de sus triunfos y sus tragedias, de la poliomielitis que sufrió con 5 años y la dejó postrada en su dormitorio durante meses, de la muerte a los 43 años de su hermana Betty por cáncer ("Ese fue mi punto de inflexión, porque me di cuenta de lo frágil y efímera que es la vida") y de las dos décadas que vivió atrapada en un matrimonio profundamente infeliz.
Marge, su madre, había sido una bailarina reconvertida en ama de casa con gusto (excesivo) por los cócteles de vodka.
“Nunca hubo gritos, no fue mala, solo estaba borrosa, en su propio mundo”, recuerda la actriz, que tuvo que aprender a cocinar junto a su hermana porque a su madre se le olvidaba. Su padre Leslie, un joyero, proporcionó estabilidad: “Fue maravilloso. Me recordaba al dalái lama, todos lo amaban. Sin embargo, no ofreció apoyo emocional, simplemente estaba allí, como un mueble”.
Su infeliz matrimonio
Si la vida sentimental de Sue Ellen en la pantalla fue atormentada (los 13 años junto a JR los ha descrito como "una de las aventuras amorosas más disfuncionales de todos los tiempos"), la de Linda en la vida real tampoco fue un camino de rosas.
Aunque quería estudiar Medicina, pronto abandonó los estudios y empezó su carrera como modelo. Conoció entonces al diseñador de portadas de álbumes Ed Thrasher, con el que se casó con 20 años y rápidamente tuvieron dos hijos, Jeff y Kehly. Ella siempre tuvo claro que quería dedicarse a la interpretación, pero su marido prefería que luchara por sus sueños cuando sus hijos estuvieran en la universidad.
En un 'ni pa ti no pa mí', Linda empieza con pequeños papeles con 30 años. Cuando en 1978 'Dallas' llama a su puerta, la actriz se ve obligada a vivir durante dos meses al año en Texas para las grabaciones. Su marido no parece estar muy contento con la idea de tener una mujer famosa, reconocida y premiada. Linda recordaba en la entrevista para el 'Daily Mail' la reacción de su esposo cuando en 1981 fue nominada a los Premios Emmy como mejor actriz y él fue a recogerla en una limusina para llevarla a la ceremonia. La actriz se puso sus mejores galas y un peinado nuevo: “Pensé que estaba radiante, pero él me miró y me dijo: 'Pareces una prostituta'. Me quedé devastada. Pensé que iba a morir en el acto. Esa fue una mala noche. Mi teoría era que quería derribarme, se animó cuando perdí”.
La inercia matrimonial duró 21 años y, curiosamente, fue su alter ego en la pantalla la que la empoderó: “A medida que Sue Ellen crecía, yo también lo hice. Poco a poco me sentí más fuerte y un día me dije a mí mismo: "No necesito aguantar esto". Él apenas reaccionó y solo sentenció: "Está bien. Haz lo que tengas que hacer". Tras el divorcio no se volvió a casar y mientras sus compañeros de profesión llevaban a sus parejas a los rodajes, ella llevaba a su gatos.
A partir de ahí, la nueva Linda fue ganando más terreno en unos tiempos en los que las mujeres no tenían el mismo peso que ahora: logró, después de mucho pelearlo, que la productora la dejara dirigir algunos capítulos, como ya lo hacía con los protagonistas masculinos; consiguió llevar a su madre a Alcohólicos Anónimos, y crío a dos hijos que ahora son dueños de una compañía de tecnología ambiental con un amigo y una mujer de negocios casada con dos hijos.
Aunque en su libro, Linda cita los 60 como la edad que eligió para ser feliz (“Creo que sentí que sabía quién era, comprendí lo que se sentía al ser mujer. Y tuve este hermoso despertar, como bombillas encendidas”), los 80 que cumple en este extraño 2020 tampoco le quedan nada mal.
“Sue Ellen, eres una borracha y una madre inepta, cuanto antes te interne en un sanatorio, mucho mejor para todos”. No, no era la mejor de las mujeres, pero seguramente porque estaba casada con el peor de los hombres y uno de los villanos más tiranos de la pequeña pantalla.