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Gloria Stuart, más allá de 'Titanic': fiestas con los Marx, dos maridos y vínculos con España
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LA ACTRIZ MURIÓ HACE DIEZ AÑOS

Gloria Stuart, más allá de 'Titanic': fiestas con los Marx, dos maridos y vínculos con España

La actriz falleció a los 100 años un 26 de septiembre de 2010. Repasamos los hitos de una vida tan interesante como la de la anciana Rose, el personaje que la hizo inmortal a los 87

Foto: Gloria Stuart, en 'Titanic'. (Cordon Press)
Gloria Stuart, en 'Titanic'. (Cordon Press)

Si alguien le hubiese dicho a Gloria Stuart que su momento de gloria llegaría a los 87 años, jamás se lo hubiese creído. Pizpireta, de ojos vivaces y coqueta hasta el final de sus días (murió un 26 de septiembre de hace diez años y siguió maquillándose casi a diario hasta que cumplió los 100), la actriz había pasado página cuando rodó 'Titanic'. El cine ya no era lo suyo desde hacía décadas. Pese a todo, tenía fe en su interpretación de esa anciana que recuerda una lejana historia de amor a bordo del trasatlántico. Lo que no esperaba es que su imagen diese, literalmente, la vuelta al mundo. Stuart fue parte de la 'titanicmanía', un fenómeno global sin precedentes que incluyó 11 premios Oscar y todo tipo de récords (de taquilla, presupuesto y fans) que aún hoy, más de veinte años después, dan vértigo.

La vida personal de esa anciana Rose De Witt Bukater, de la señora a la que vemos cada vez que la película de James Cameron se emite en televisión, cada vez que la cinta sobre el naufragio más famoso se convierte en trending topic, fue tan apasionante o más que la de su personaje; mucho más, de hecho, que los miles de memes con su cara que siguen (y seguirán) circulando por la red.

Cameron llamó a Gloria Stuart para encarnar a Rose después de tentar, sin éxito, a Ann Rutherford, la hermana de la mismísima Escarlata O'Hara en 'Lo que el viento se llevó'. Una noche, mientras veía una vieja película de terror de los 30, 'The Old Dark House', el director reparó en la joven rubia que aparecía allí. Retirada de los fastos de Hollywood desde los años 40, Gloria tuvo que someterse a un casting y a una hora de lectura del guion. Todo para conseguir el personaje que la acabaría haciendo inmortal. Si en los años 30 era una actriz considerada por la industria (aunque jamás fue una estrella), a finales de los 90 nadie en Hollywood reconocía su nombre.

Stuart era una anciana alegre, optimista, siempre con una sonrisa en la boca, pese a que la vida no se lo había puesto fácil. Su padre, Frank Stewart, murió cuando ella tenía 9 años a causa de las heridas provocadas por un accidente de tráfico. Uno de sus dos hermanos, Thomas, también falleció a los tres años de meningitis. Rebelde con causa, fue expulsada de un colegio católico y se las apañó para encauzar su vida hacia el teatro cuando ingresó en un nuevo centro educativo. Allí también descubrió que le encantaba escribir y no se le daba nada mal.

Mientras estudiaba filosofía y teatro en la Universidad de Berkeley, también se convirtió en una apasionaba de las causas políticas y se involucró (en un país tan temeroso de lo 'rojo' como Estados Unidos) con la Liga de Jóvenes Comunistas. No sabemos si siguió siendo comunista, pero sí que fue demócrata y defensora del medioambiente el resto de su vida. También que, cuando se produjo la guerra civil española, participó activamente en un Comité de Ayuda a los Huérfanos Españoles, lo cual la vincula a la mayor tragedia de nuestro país.

placeholder Gloria Stuart, en 1932. (Cordon Press)
Gloria Stuart, en 1932. (Cordon Press)

Para entonces, a mediados de los años 30, ya era una más de la comunidad de Hollywood. En junio de 1930 se había casado con Blair Gordon Newell, un joven escultor con el que se mudó a California y vivió "al día" y en una "especie de bohemia" según sus propias palabras. Los directores de casting de Paramount y Universal se fijaron en ella cuando interpretaba una obra de Chéjov en un teatro californiano. Ella misma contaba que tuvo que elegir en cuál de los dos estudios trabajaba tirando una moneda al aire. Ganó el segundo y así fue como Stuart fue parte de ese maravilloso cine de monstruos de la Universal que alegró la vida de los espectadores durante los peores años de la Gran Depresión. James Whale (el director de 'Frankenstein') fue el que le proporcionó sus mejores personajes en películas como 'El hombre invisible'. Pero Stuart no se encasilló en los gritos y en el terror: participó en películas al lado de la diminuta Shirley Temple y trabajó a las órdenes del gran John Ford en 'Prisionero del odio'.

Hollywood y una vida laboral que hoy calificaríamos como de explotación hicieron mella en su primer matrimonio. En esa misma década, se separó de Newell de mutuo acuerdo y, al poco tiempo, se volvió a casar con el guionista Arthur Sheekman, con el que tuvo un hijo. Por aquella época también pasó de trabajar en Universal a ser contratada por la Fox, pero el cine empezaba a decepcionarla. Durante la Segunda Guerra Mundial, en la que también mostró su lado más solidario participando activamente en varias causas, eligió el teatro de Broadway como alternativa a un cine que no le había dado demasiado. Gloria Stuart se había cansado de ser la eterna secundaria, la dama de honor, la que se tiene que conformar con unos cuantos minutos en pantalla.

placeholder Gloria Stuart, con Dick Powell en una película de 1935. (Cordon Press)
Gloria Stuart, con Dick Powell en una película de 1935. (Cordon Press)

Bohemia y tan libre como su Rose, decidió abandonar la interpretación y dedicarse a las artes plásticas. Con los años, ese amor se trasladó a la pintura y no le fue nada mal. En 1961 llegó a exponer en la prestigiosa galería Hammer de Nueva York. Cuando más feliz estaba dedicándose a su arte, la muerte de su segundo marido interrumpió su día a día. Corría el año 1978 y el cine ya le quedaba tan lejos como los primeros impulsos amorosos. Casi por azar, volvió a encontrarse con un viejo amigo de su marido, Ward Ritchie. Ritchie era un prestigioso editor que le ofreció publicar libros de arte y también compartir su vida con ella. Gloria y él se enamoraron pasados los 70 y demostraron a los que le rodeaban que el amor no se acaba con la tercera edad.

Juntos vencieron, además, una nueva dificultad para ella. En 1984 los médicos le diagnosticaron cáncer de mama y la actriz se sometió a radioterapia con la misma energía con la que había pintado cuadros, había organizado marchas políticas o se había presentado a los castings de Hollywood. Ese mismo impulso fue el que le llevó a aceptar el personaje de Rose en 'Titanic'. Kate Winslet recordaba la tarde en la que la conoció, poco antes de iniciar el rodaje, durante una merienda en su casa. La británica se quedó asombrada con su buen humor y las viejas historias de sus fiestas con los hermanos Marx. Aunque interpretaban el mismo personaje en diferentes edades, Winslet y Stuart jamás coincidieron en un plató.

La octogenaria rodó la parte de 'Titanic' que transcurre en el presente durante tres semanas en Nueva Escocia. Allí soportaba horas de maquillaje con el objetivo de envejecerla aún más, ya que debía parecer que tenía 101 años. También allí se libró, de milagro, de la intoxicación que sufrió el resto del equipo cuando alguien envenenó, intencionadamente, el pescado del menú.

placeholder Stuart, junto a Bill Paxton y Suzy Amis en 'Titanic'. (CP)
Stuart, junto a Bill Paxton y Suzy Amis en 'Titanic'. (CP)

Lo que vino después de aquellos días de rodaje jamás se lo hubiese esperado: el éxito de masas de la película y su talento le proporcionaron una nominación al Oscar como actriz secundaria (la de mayor edad, a sus 87 años). También docenas de reconocimientos. Que 'Titanic' fuese un icono pop capaz de llegar a todo tipo de personas también la conectó con un público adolescente que, de otra forma, jamás se hubiese fijado en ella. La mejor prueba de ello es que llegó a protagonizar un videoclip de los Hanson (el grupo de moda por aquel entonces, con permiso de las Spice Girls y los Backstreet Boys) en el que, en lugar de una joya con forma de corazón, lanzaba un CD al mar.

Gloria vivió su tardía popularidad como un caramelo que había que saborear, incluso cuando en 2004 le diagnosticaron cáncer (de pulmón esta vez) o llegó a los 100 años sin apenas voz. El día que se festejó su centenario, hasta el propio James Cameron estuvo presente en una celebración a la altura de las grandes estrellas de Hollywood, con tarta incluida. Unas semanas después, falleció mientras dormía la siesta.

placeholder Con Billy Zane, Leonardo DiCaprio y James Cameron en uno de los estrenos de 'Titanic'. (CP)
Con Billy Zane, Leonardo DiCaprio y James Cameron en uno de los estrenos de 'Titanic'. (CP)

Como Jack le dijo a Rose antes de que subiese aquella escalera del trasatlántico en una escena final que nos hizo llorar a todos: "Morirás siendo una viejecita adorable, calentita en tu cama". Pero lo más importante no es cómo murió Gloria Stuart sino cómo vivió, ya que también siguió el axioma de Leonardo DiCaprio en la película: "Haz que cada día cuente". La actriz llevó esa frase hasta sus últimas consecuencias; años antes de volver a Hollywood por la puerta grande, mucho antes de que existiese una película con nombre de barco que la situó para siempre en nuestra memoria colectiva.

Si alguien le hubiese dicho a Gloria Stuart que su momento de gloria llegaría a los 87 años, jamás se lo hubiese creído. Pizpireta, de ojos vivaces y coqueta hasta el final de sus días (murió un 26 de septiembre de hace diez años y siguió maquillándose casi a diario hasta que cumplió los 100), la actriz había pasado página cuando rodó 'Titanic'. El cine ya no era lo suyo desde hacía décadas. Pese a todo, tenía fe en su interpretación de esa anciana que recuerda una lejana historia de amor a bordo del trasatlántico. Lo que no esperaba es que su imagen diese, literalmente, la vuelta al mundo. Stuart fue parte de la 'titanicmanía', un fenómeno global sin precedentes que incluyó 11 premios Oscar y todo tipo de récords (de taquilla, presupuesto y fans) que aún hoy, más de veinte años después, dan vértigo.

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