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Las cuentas de Paco Rabanne con España: lo poco que deja y lo mucho que un día perdió
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Las cuentas de Paco Rabanne con España: lo poco que deja y lo mucho que un día perdió

A pesar de haber nacido en Guipúzcoa y de ser hijo de españoles, el diseñador no conservaba ninguna propiedad ni ninguna empresa en nuestro país por una poderosa razón

Foto: El diseñador Paco Rabanne, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
El diseñador Paco Rabanne, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

Para todos aquellos que han seguido -ya sea de cerca o desde la distancia- la más que fructífera carrera del diseñador Paco Rabanne (Pasajes, Guipúzcoa, 1934) en el mundo de la moda, quizá sea toda una sorpresa saber que no queda ni rastro en España de esa millonaria herencia de la que se habla desde que se supo que había fallecido el pasado 3 de febrero a los 88 años de edad.

Si echamos la vista atrás y hablamos del hombre que se escondía detrás del artista quizá comprendamos por qué. Antes de diseñador de éxito, Francisco Rabaneda Cuervo fue un niño nacido en el País Vasco de los años 30, justo antes de que estallara la guerra civil española. A pesar de ser guipuzcoano de nacimiento, el modista no hizo demasiadas migas con el país donde, sin embargo, todas sus creaciones fueron un éxito rotundo.

Cuando solo contaba cinco años de edad ya había visto miseria y sufrimiento suficiente a su alrededor como para que su madre decidiera que lo mejor era el exilio, aun cuando no sabían desde hacía dos años, en la vorágine de la guerra, qué había sido de su padre, el coronel republicano Francisco Rabaneda Postigo. Quince años tardaron en conocer que había sido fusilado. Rabaneda fue ajusticiado en 1937. Su hijo, que heredó el nombre del progenitor, aunque después lo afrancesó, solo tenía tres años cuando tuvo lugar el suceso, pero se trata de algo que le marcó para toda la vida, tanto que en 1997 acudió junto a familiares de otros fusilados de posguerra a un homenaje en su honor donde apenas pudo contener la emoción.

"No nos quedó ni un recuerdo de España"

Muchos más años más tarde, en 1998, en una entrevista con el diario ‘El Mundo’ en la que profundizó un poquito más acerca de sus vivencias personales, cosa que no acostumbraba a hacer, se sinceró sobre la pérdida de su padre y las circunstancias que la rodearon: “Me ha faltado la imagen del padre, que casi ni lo conocí (…). Para un niño resulta difícil crecer sin esa imagen de varón, mi hermano y yo pasamos momentos duros; pero mi madre tenía muchísima fortaleza”, afirmaba.

Y explicaba lo duros que fueron los momentos posteriores: “Mi padre desapareció porque era un militar de carrera de los tiempos de Alfonso XIII y luego permaneció leal a la República. Fue fusilado en Santoña en el 37. Yo marché a Francia con mi madre. Los soldados franceses nos robaron todo y nos internaron en un campo de concentración. No nos quedó ni un recuerdo de España, a ella le sacaron hasta la última fotografía de mi padre: ¿te imaginas el horror que vivió aquella mujer de 29 años, viuda y con cuatro hijos, enamorada, sin siquiera una foto de su amor?”.

placeholder Un joven Paco Rabanne, trabajando en su taller. (Getty)
Un joven Paco Rabanne, trabajando en su taller. (Getty)

Pasaron 15 años hasta que la familia conoció el destino que había corrido el militar y no fue hasta que el modisto ya era un hombre con una sólida carrera cuando se atrevió a leer las líneas de despedida que le permitieron escribir a su padre antes de su trágico final: “Mi padre se la había dado al capellán de la cárcel, que se la entregó a mi madre en los 50, y yo no pude leerla hasta el año pasado, que fui a Santoña a un homenaje. Me emocionaba demasiado, no llegaba ni a la primera frase. Es enorme el amor que le guardo a la memoria de mi padre”, recordaba.

Sin propiedades ni empresas en nuestro país

Tras este suceso, su vida transcurrió en París. Allí la familia logró dejar atrás los malos momentos, su madre se convirtió en jefa de costura de Balenciaga y le trasladó a su hijo su amor por lo que hacía. Él, que comenzó a estudiar Arquitectura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, cambió los planos por los patrones en los años 60 y comenzó a hacer proyectos para el propio Balenciaga, Givenchy, Nina Ricci o Pierre Cardin, que fueron algunos de sus referentes antes de abrir en 1967 su propia casa de costura.

En el 63 ya había presentado su primera colección bajo el título ‘Doce vestidos imposibles de llevar elaborados con materiales contemporáneos’. Los materiales eran en su mayoría plástico y metal rematados con eslabones, lo que le hizo ganarse el apodo de ‘metalúrgico’ después de que Chanel lo utilizara para referirse a él y diferenciarse del resto, algo que marcó el rumbo de toda su trayectoria.

En esa época, su éxito ya era un hecho. Un éxito que siempre saboreó sin extravagancias a pesar de convertir en millonaria una empresa que nació de una ilusión. Esos millones han quedado fuera de España, no consta a nombre del modista una sola empresa o propiedad en nuestro país, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que su corta experiencia con su tierra natal estuvo marcada por la Guerra Civil, la pérdida de su padre y el sufrimiento de su madre y el resto de la familia.

La parte feliz de su infancia comenzó a desarrollarse entre Morlaix y Les Sables-d'Olonne, que fueron sus primeros destinos en Francia, y sus últimos años, tras confiar en el grupo Puig (con los que prácticamente estuvo aliado toda su carrera) para ponerse al frente de su imperio, los vivió retirado tranquilamente en la Bretaña francesa, donde el genio ha disfrutado su jubilación y donde finalmente ha concluido una vida que sin lugar a dudas exprimió hasta el final.

Para todos aquellos que han seguido -ya sea de cerca o desde la distancia- la más que fructífera carrera del diseñador Paco Rabanne (Pasajes, Guipúzcoa, 1934) en el mundo de la moda, quizá sea toda una sorpresa saber que no queda ni rastro en España de esa millonaria herencia de la que se habla desde que se supo que había fallecido el pasado 3 de febrero a los 88 años de edad.

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