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Casey DeSantis, la posible primera dama 'millennial', un 'caramelo' a la derecha del trumpismo
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Casey DeSantis, la posible primera dama 'millennial', un 'caramelo' a la derecha del trumpismo

Es el arma ya no tan secreta de los republicanos. La esposa de Ron DeSantis defiende los valores más tradicionales con una mezcla explosiva de belleza italiana, glamour a lo Jackie Kennedy y dominio de los medios

Foto: Ron y Casey DeSantis, con sus hijos Mason, Madison y Mamie en Florida. (Reuters/Octavio Jones)
Ron y Casey DeSantis, con sus hijos Mason, Madison y Mamie en Florida. (Reuters/Octavio Jones)

Todavía queda hasta noviembre de 2024 para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero háganme caso y vayan aprendiéndose un nombre: Casey DeSantis. Ahora mismo, la guerra por la candidatura para la presidencia en el partido republicano parece que se reduce a dos nombres. Donald Trump, que se enfrenta a obstáculos legales y de desgaste político en su mediático regreso, y un antiguo admirador ahora convertido en rival: el nuevo valor en alza del ala conservadora estadounidense, el actual gobernador de Florida, Ron DeSantis.

El póquer de primeras damas que se juega en paralelo, en cambio, tiene otra configuración, pues mientras Melania Trump está desaparecida en combate, Casey DeSantis lleva tiempo desplegando un arsenal tan fuerte que los medios ya la han apodado “el arma no tan secreta” del que muchos (incluyendo los demócratas más derrotistas) consideran que sin duda será el próximo presidente de los Estados Unidos.

Su nombre de pila es Jill (como la actual primera dama) Casey Black y por los pelos podría ser considerada una millennial, pues nació en Troy (Ohio) el 26 de junio de 1980. Viene de familia de clase media y creencias religiosas. Domina los medios como nadie, pues fue reportera y presentadora en la televisión local de Jacksonville, y tiene una belleza italiana que le llega por su lado materno, que viste con influencias de Jackie Kennedy o de la misma Melania mientras luce melena al estilo Kim Kardashian.

placeholder Ron DeSantis y su esposa Casey. (EFE)
Ron DeSantis y su esposa Casey. (EFE)

Una mezcla explosiva entre el ayer y el hoy, pues esta savia nueva del partido republicano llega con la energía de la juventud, pero con valores más tradicionales que los de su predecesor. “Los derechos no los otorga el gobierno, sino Dios. Y la labor de los políticos es preservarlos tal y como fueron fundados”, dijo Casey en una conferencia de Mamás por la Libertad en Florida hace nueve meses. Y su defensa de la familia tradicional, su cruzada contra la agenda woke y a favor de las fuerzas armadas (y de las armas en las escuelas) crean un kit ideológico que coloca a los DeSantis a la derecha del trumpismo.

Su popularidad, por o pese a ello, no para de crecer. No hay que olvidar ese vídeo para su campaña estatal en el que enseñaban a sus bebés a construir muros de juguete para proteger las fronteras estadounidenses y les enseñaban a leer con el 'Make America Great Again'.

Pero quizá lo que más suma a su manifiesto es su vida personal, que está también cincelada con épica de novela rosa. Licenciada en Economía y Francés por la Universidad de Charleston, en Carolina del Sur, Casey pronto se dio cuenta de que lo suyo eran las cámaras de televisión y se mudó a Florida para empezar a trabajar en un canal de información especializada en golf.

placeholder Los DeSantis y los Biden, durante una visita a Florida de la pareja presidencial. (Reuters)
Los DeSantis y los Biden, durante una visita a Florida de la pareja presidencial. (Reuters)

Fue en un campo de este deporte en la Universidad de Florida donde conoció casualmente a Ron, hombre hecho a sí mismo con estudios de abogacía en Harvard y Yale. Y fue entonces cuando empezó una verdadera historia de amor a la americana. Él se enroló en la marina y fue enviado a la guerra de Irak. Volvió con el anillo y la rodilla en tierra, casándose en 2009. ¿Dónde? En Disneyworld, nada más y nada menos.

Primero trabajaron en sus carreras (Ron fue escalando en la política y Casey en la parrilla televisiva) y después llegaron los hijos: Madison, nacida en 2016; Mason, en 2018, y ya como gobernador y primera dama de Florida, dieron la bienvenida a Mamie, en 2020.

Cuando Ron DeSantis anunció que se presentaba a las elecciones estatales, Casey no dudó en dejar de trabajar para hacerse cargo de los niños y estar a disposición de su marido. Pero muchos vieron en ese enroque una estrategia más electoral que familiar. Ella lima las asperezas que genera su marido. Frente a las limitadas habilidades sociales de él, el indiscutible encanto y la perfecta oratoria de ella. “No es tan distinto ser primera dama que ser periodista, en el sentido de que ambas labores te llevan a conocer gente que no conocerías en circunstancias normales”, respondió a sus excompañeros cuando volvió al programa 'First Coast Living'.

Y así, Casey se ha convertido en el ajo de todas las salsas: su agenda está repleta de iniciativas para el cuidado de niños huérfanos, de adictos a los opiáceos, de veteranos de guerra, de clases desfavorecidas o incluso de aguas contaminadas. No para y, eso sí, se lleva a sus hijos a esos actos oficiales para mostrar que, ante todo, es madre.

Pero sus detractores ven gato encerrado en esa defensa de la familia, porque ¿dónde están sus padres? Casey apenas los menciona. De vez en cuando cuenta que su padre estuvo en las fuerzas aéreas, aunque originalmente era optometrista. Su madre, logopeda de profesión, siempre rechaza hablar con los medios, aunque Ron sí deslizó que fueron sus suegros quienes tuvieron especial empeño en que la boda tuviera lugar en el parque temático de Disney en Orlando.

De Kate, su hermana, solo se sabe que de pequeña practicaba el patinaje sobre hielo (mientras Casey montaba a caballo) y que también es veterana del ejército. Pero es curioso que, mientras exhibe sin parar a su familia descendiente, nunca aparece la ascendente. Ni siquiera en los peores momentos, porque no faltan en la epopeya DeSantis las tragedias e historias de superación que forjan a los grandes líderes.

Verbigracia: en octubre de 2021, a Casey le diagnosticaron un cáncer de mama, una causa a la que ahora también entrega parte de su labor filantrópica… pero que también utilizó, una vez fue dada de alta en marzo de 2022, como arma política para defender a su marido en un anuncio que, dicen, rodó sin guion. “Él fue el padre que cuidó a mis hijos cuando yo no pude. Él fue el que me sostuvo cuando, literalmente, no podía tenerme en pie. Él luchó por mí cuando yo no tuve fuerzas para defenderme. Ese es Ron DeSantis”, decía al borde de las lágrimas.

Y este anuncio ha sido, hasta el momento, el más popular y efectivo de toda su trayectoria política. Así que, cuando los republicanos se preguntan cuál es la gran baza de DeSantis para devolverles a la Casa Blanca, hay quien cita a Jared Moskowitz, uno de los miembros del partido más cercanos a la pareja, quien dijo: “Nadie más en nuestro bando tiene a alguien como Casey DeSantis”.

Todavía queda hasta noviembre de 2024 para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero háganme caso y vayan aprendiéndose un nombre: Casey DeSantis. Ahora mismo, la guerra por la candidatura para la presidencia en el partido republicano parece que se reduce a dos nombres. Donald Trump, que se enfrenta a obstáculos legales y de desgaste político en su mediático regreso, y un antiguo admirador ahora convertido en rival: el nuevo valor en alza del ala conservadora estadounidense, el actual gobernador de Florida, Ron DeSantis.

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