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Kotor y otras seis razones por las que tienes que viajar ya a Montenegro
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Kotor y otras seis razones por las que tienes que viajar ya a Montenegro

Las islas fortificadas, los monasterios e iglesias al lado del agua, las calles pintorescas, los lagos glaciares, los bosques y piedras centenarias... Hay tanto para ver allá en los Balcanes

Foto: La isla-hotel, en las Bocas de Kotor. (Foto: Aman Sveti Stefan)
La isla-hotel, en las Bocas de Kotor. (Foto: Aman Sveti Stefan)

Esto es exotismo del cercano. Uno de esos países o rincones que se redescubren cada cierto tiempo con el entusiasmo del arqueólogo. Como cuando llegamos a Paros, entre Mykonos y Santorini. El lugar mágico en el que se encuentra la naturaleza más rotunda con la arquitectura más monumental y el mar, en la geografía desconocida. Lo que es ahora Montenegro, para el viajero más exquisito, lo fue antes Croacia, salvando las distancias, esta vez pocas. Un paraíso bello a rabiar en los Balcanes. ¿Capital? Capital no, capitales: Pogdorica y Cetinje, que es la histórica y monárquica. Estarás entre Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Kosovo y Albania, en la vieja Yugoslavia y en la nueva meca del turismo mediterráneo haciéndose adriático y bordando un litoral maravillosamente accidentado. Después, al sur, ya está Grecia. Un país pequeño, del tamaño de la provincia de Jaén, pero matón: con playa (72 kilómetros) y sol, nieve y alta montaña -aquí están los Alpes Dináricos-, y todo el encanto y más. Te damos siete razones para ir. Una de ellas es Kotor, por supuesto.

1. Kotor, un fiordo al sur

Está en el fiordo mas austral del continente, como si Noruega se hubiera ido al sur, en las llamadas Bocas de Kotor, entre el verde y el azul, y es una virguería de ciudad: de muralla ascendente hasta la fortaleza de San Juan, de calles intrincadas sin letras (nombres) pero con números, de piedras centenarias, la única catedral católica del país, una plaza de Armas (tomar) con restaurantes para elegir, y muchos gatos. Inevitablemente te acordarás de la vecina y rival a la fuerza Dubrovnik. A la villa entra por la Puerta del Mar o la de Gurdic, un bastión sobre un estanque, de leyenda, y en cuanto puedas, échate al mar: la bahía está salpicada de islas.

placeholder Así es Kotor y en este lugar está. (Foto: Lonely Planet)
Así es Kotor y en este lugar está. (Foto: Lonely Planet)

2. Perast, la canción del pirata

Y allí en el frente, Perast, que Montenegro también sabe mucho de la canción del pirata, asomada igualmente a la bahía de Kotor, con sus dos pequeñas y preciosas islas fortificadas, la de San Jorge, con monasterio benedictino del siglo XII, y la de Nuestra Señora de la Roca, con santuario consagrado a esta virgen. No puede haber una estampa mejor. En cuanto al pueblo, conserva todo el encanto de las villas marineras, más casi veinte palacios, iglesias y torres vigía. Había que protegerse de las incursiones otomanas.

placeholder La isla fortificada de Nuestra Señora de la Roca. (Foto: Montenegro Cruising)
La isla fortificada de Nuestra Señora de la Roca. (Foto: Montenegro Cruising)

3. Sveti Stefan, la isla-hotel

Antes que nosotros ya lo descubrió Sophia Loren y hasta Marilyn Monroe, y antes, años treinta, la reina María de Yugoslavia, que tuvo aquí su residencia de verano, entre olivos. Hablamos de esta casi isla, fortificada para protegerla de los ataques de los piratas que atemorizaron el siglo XV, que tiene la facha de un pintoresco pueblo medieval pero es un complejo hotelero, ni que decir tiene que exquisito, cosa de dos pintores. El Aman Sveti Stefan es un lujo en medio de una reserva ornitológica -por aquí pasa el ibis negro- y con dos playas de arena rosa. Dispone de villas, casitas que en su día fueron de pescadores y habitaciones de palacio, todas mirando al mar, lo mismo que sus restaurantes y terrazas. Un lujo... y nos quedamos cortos.

placeholder En Sveti Stefan te podrás alojar en una casita de pescador o una habitación de palacio. (Foto: Aman Sveti Stefan)
En Sveti Stefan te podrás alojar en una casita de pescador o una habitación de palacio. (Foto: Aman Sveti Stefan)

4. Budva, la Ibiza del Adriático

Playas idílicas de arena, arquitectura mediterránea y multicolor, y ajetreada vida nocturna y un tanto bohemia. Sí, Budva, en la zona central del sur del país, se lleva el honor de ser la capital del turismo montenegrino, con playas imán como Mogren y la ciudad vieja, Stari Grad, con encantadoras tiendas y bares en calles recoletas. Al parecer tuvo su acrópolis, porque antes que veneciana fue griega. Aquí frente a la Ciudadela, la isla Sveti Nikola (San Nicolás). Para dormir, el Avala Resort.

placeholder Budva desde el Avala Resort.
Budva desde el Avala Resort.

5. Lago Skadar

No solo mar ni solo viejas y emocionantes piedras, también la naturaleza hace grande (y muy verde) a Montenegro. Entre sus joyas al natural, está el lago Skadar, al sur, compartido con Albania, aunque dos tercios son suyos. Es el más extenso de la península balcánica y está entre los mayores de Europa. Que sea parque nacional nos ayuda a sacarlo de la fantasía, que parece ser su reino, y volver a la realidad. En medio, se levantan iglesias y monasterios, como si fuera el monte Athos montenegrino. Solo queda soñar.

placeholder Según el buscador Skyscanner, Montenegro es uno de los destinos donde no te encontrarás con españoles. Aquí, el proverbial lago Skadar.
Según el buscador Skyscanner, Montenegro es uno de los destinos donde no te encontrarás con españoles. Aquí, el proverbial lago Skadar.

6. …Y otros parques nacionales

En Montenegro la belleza del paisaje es apabullante. Cualquiera de sus parques nacionales te transportan a un escenario ideal, de montañas mágicas, bucólicos saltos de agua, glaciares y mucha tradición. Eso pasa en el Biogradska Gora, en Kolašin, cuyos tesoros son un bosque primario, con árboles de más de quinientos años cumplidos, cumbres por encima de dos mil metros y seis lagos glaciares. Mucha haya y mucho abeto y también arces. También en Prokletije o en Durmitor, los dos en el marco de los Alpes Dináricos, el último con cinco profundos cañones, lagos y cuevas glaciares.

placeholder El Parque Nacional Biogradska Gora. (Foto: Turismo Montenegro)
El Parque Nacional Biogradska Gora. (Foto: Turismo Montenegro)

7. Dormir en una choza en una villa eco

Érase una vez al norte del país, en Kolašin, junto a Biogradska Gora, a 1800 metros de altitud, un lugar llamado Vranjak que es la primera villa eco en Montenegro, donde se vive según la tradición de estas 'highlands'. Esto quiere decir que se come la comida de su huerto orgánico, se ordeña a las vacas, se hace queso, se monta a caballo, se toca la música de siempre y se duerme en una choza de nombre 'katun', que es lo típico. Ah, y también se cuentan estrellas en un cielo limpísimo. Y todo esto es también para ti. Muy de cuento. Precio: 15 euros por persona (alojamiento y desayuno), 25 euros (media pensión) y 35 euros (pensión completa).

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¿Te imaginas dormir en una choza a la manera montenegrina del norte?

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Esto es exotismo del cercano. Uno de esos países o rincones que se redescubren cada cierto tiempo con el entusiasmo del arqueólogo. Como cuando llegamos a Paros, entre Mykonos y Santorini. El lugar mágico en el que se encuentra la naturaleza más rotunda con la arquitectura más monumental y el mar, en la geografía desconocida. Lo que es ahora Montenegro, para el viajero más exquisito, lo fue antes Croacia, salvando las distancias, esta vez pocas. Un paraíso bello a rabiar en los Balcanes. ¿Capital? Capital no, capitales: Pogdorica y Cetinje, que es la histórica y monárquica. Estarás entre Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Kosovo y Albania, en la vieja Yugoslavia y en la nueva meca del turismo mediterráneo haciéndose adriático y bordando un litoral maravillosamente accidentado. Después, al sur, ya está Grecia. Un país pequeño, del tamaño de la provincia de Jaén, pero matón: con playa (72 kilómetros) y sol, nieve y alta montaña -aquí están los Alpes Dináricos-, y todo el encanto y más. Te damos siete razones para ir. Una de ellas es Kotor, por supuesto.

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