Por qué necesitas probióticos al arrancar el año
No toda la preocupación debería ser perder peso. Los recientes excesos con la comida y la bebida han alterado el microbioma de la flora intestinal. Estamos a tiempo de recuperarlo
La sensación de empacho después de findes de semana pantagruélicos a veces dura de más. Pesadez, digestiones pesadas, acidez, reflujo o estreñimiento no son solo cosa de días puntuales donde comemos como si no hubiera un mañana. Muchas veces se instalan en nuestro organismo un tiempo para recordarnos que nos hemos pasado. Curiosamente, cada comienzo de año pensamos aquello de 'voy a ver si adelgazo los kilos de más', cuando en realidad nos ronda otro problema importante, y es que nos hemos cargado nuestra flora intestinal.
Por no hablar del sistema inmunitario: el 70% de las defensas está en el intestino. La buena noticia es que su equilibrio es posible, y está en los probióticos. ¿Bastaría con los que contienen los alimentos? No, según la nutricionista clínica Gemma Bes: “Por muy bien que comamos, si no absorbemos bien los nutrientes no sirve para nada”. Vaya, y nosotros que creíamos que cumplíamos con una lista de la compra basada en frutas, verduras, pescado, otras proteínas de calidad y grasas buenas.
Más mercado y menos supermercado
“Los alimentos de hoy en día carecen de nutrientes. Pecamos de consumir demasiados alimentos procesados, sal y azúcar refinados. Para empezar, conviene aumentar el consumo de frutas y verduras, que es donde tenemos mucha carencia, pero en ocasiones toca tomar algún suplemento”, explica la experta. Tenemos una microbiota llena de bacterias buenas y no tan buenas en el intestino, y cuanta más diversidad haya de las buenas, mejor salud tendremos. Desde ahí los nutrientes pasan a la sangre y el hígado es el que decide cómo se reparten, por eso los distribuye donde realmente tienen que ir. Si está sobrecargado, no recibimos el aporte antes que necesita el organismo, y llegan las afecciones de la piel y del sistema inmune. Con todo ese batiburrillo de comida poco recomendable, llega la inflamación. Según Gemma Bes, “esto empeora con malos hábitos como no dormir, la falta de deporte y el estrés. Por ejemplo, hay que comer despacio, masticar bien y producir mucha saliva; en cambio, lo hacemos corriendo, hablando o viendo la tele. También conviene que nos fijemos en qué alimentos nos sientan bien para repoblar la microbiota intestinal con probióticos. Una buena idea es comer aceitunas fermentadas con sal marina o encurtidos”.
Dentro de la campaña de Inmunoferon de Cantabria Labs para cuidar de la salud, Andreu Prados, farmacéutico y nutricionista especializado en microbiota intestinal, lanza una frase potente: “Más mercado y menos supermercado. Cuanto más origen vegetal haya, mejor. Pero también hay que suministrar bacterias probióticas, porque está la creencia de que nosotros fabricamos estas bacterias espontáneamente, pero es un mito. Esto, sin olvidarnos de las fibras fermentadas, necesarias para evitar que la propia microbiota nos ataque y acabe comiéndose nuestra pared intestinal”, revela el nutricionista. Prados sugiere que igual que los organismos oficiales de nutrición hablan de ingestas recomendadas de vitaminas, minerales y fibras, convendría añadir el concepto de ingesta diaria de microorganismos buenos. “Deberíamos incluir 30 tipos de frutas y verduras a la semana en la cesta de la compra, como los espárragos, las alcachofas, los cítricos, la avena y las legumbres. Luego, una fibra de la que se habla muy poco y que le encanta a nuestra microbiota intestinal es el almidón resistente. Se encuentra en los tubérculos (como la patata y el boniato), los cereales, las legumbres y el plátano macho cuando los cocinamos y los enfriamos en el frigorífico”.
El intestino, la fábrica del sistema inmune
En los tiempos que corren, tener, además de buenas digestiones y una buena absorción de nutrientes, unas defensas de hierro es objetivo prioritario. Y resulta que la relación entre el intestino y el sistema inmune es tan estrecha que el 80% de las defensas están en el intestino delgado. “Por eso hay que entrenar al intestino desde temprano, así el sistema inmune estará preparado para atacar los virus. Además, actúa como una ventana que conecta con otros sistemas inmunes del cuerpo, de manera que lo que nos pasa en el intestino acaba repercutiendo por ejemplo, en el pulmón. Por eso cuidar de él es cuidar de todo el organismo”, cuenta Andreu Prados.
Bacterias buenas
Ejemplos de bacterias buenas serían el Lactobacillus, que está sobre todo en el intestino delgado; las bifidobacterias, que se encuentran en el grueso, y otras menos conocidas como la Akkermansia muciniphila, asociada al moco que tapiza el intestino y que, según un estudio de la Universidad Católica de Lovaina, puede influir en la pérdida de peso y en la diabetes. “Cuidar estas bacterias es bueno no solo para la salud intestinal, sino también para la salud metabólica”, confirma Andreu Prados.
Inmunoferon Biotics. Estas cápsulas ayudan a mejorar las defensas del cuerpo recuperando el equilibrio de la flora intestinal, gracias a la cepa del probiótico Lactobacillus rhamnosus GG (6,88 € 10 unidades en Promofarma).
Kyo Dophilus de Vitae. Un cóctel probiótico con enzimas digestivas que contribuye a favorecer la digestión y recuperar la flora intestinal. (33,79 € 60 cápsulas, en Promofarma).
Balance Within Probiotics de Nutrilite. Un complemento con bacterias probióticas y vitaminas del grupo B para reforzar el sistema inmunitario, reducir la fatiga y mejorar el estado de ánimo (39,40 € 30 sobres).
Arkobiotics Supraflor Intens. A base de selenio y fermentos lácticos para reequilibrar la flora intestinal, perfecto para cuando la flora cambia por estrés, mala alimentación o la ingesta de antibióticos (20,59 € 7 sobres
La sensación de empacho después de findes de semana pantagruélicos a veces dura de más. Pesadez, digestiones pesadas, acidez, reflujo o estreñimiento no son solo cosa de días puntuales donde comemos como si no hubiera un mañana. Muchas veces se instalan en nuestro organismo un tiempo para recordarnos que nos hemos pasado. Curiosamente, cada comienzo de año pensamos aquello de 'voy a ver si adelgazo los kilos de más', cuando en realidad nos ronda otro problema importante, y es que nos hemos cargado nuestra flora intestinal.