Tu dieta influye en tu microbiota y puede estar impidiéndote adelgazar
¿Te has planteado alguna vez el motivo por el que no consigues bajar de peso? La respuesta puede ser un desequilibrio en la microbiota
No nos cansaremos de señalar que los factores que influyen en nuestro peso son muchos y variados. Aunque siempre nos centremos en la alimentación y el ejercicio físico, hay otros muchos que pueden hacer que subamos de peso o impedirnos perderlo. Un ritmo de vida frenético, dormir poco o con sueño de mala calidad, los problemas en el trabajo o nuestra vida personal, todo ello repercute en nuestra figura y nuestra salud.
Existe otro gran olvidado, los microorganismos que viven en nuestro cuerpo y que conforman la microbiota. Puede que nunca hayas oído hablar de su existencia o que hayas pensado que cuidar de ella no es tan necesario, sin embargo su equilibrio es clave para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, lo que se refleja en un estado de salud óptimo.
“Una microbiota equilibrada nos ayuda en la digestión, a fabricar vitaminas, regular el funcionamiento del sistema inmunitario, mantener íntegras las barreras cutánea y mucosas”, nos explica la doctora Sari Arponen, autora de ‘¡Es la microbiota, idiota!’ (Alienta Editorial), que puedes
Dolores de cabeza, hinchazón después de comer, alergias, dermatitis atópica o el peso que somos incapaces de perder son solo algunas de los síntomas que nos señalan que podemos tener una microbiota o flora intestinal desequilibrada. Visto lo visto, parece que cuidar nuestra microbiota es un poco más importante de lo que pensamos, y por ello no es mala idea prestar atención a los factores que pueden alterarla o mantenerla en equilibrio.
La doctora Arponen lo tiene claro, “el cuidado de la microbiota implica tener unos hábitos saludables todos los días: comer una alimentación prebiótica y antiinflamatoria, hacer ejercicio físico y mantenerse activo en general, descansar de forma adecuada, desconectar de los dispositivos electrónicos con frecuencia, tener contacto con la naturaleza y huir del estrés crónico”.
Los prebióticos los encontramos, en su mayor parte, en alimentos vegetales, “pero también las setas y los productos del mar con alto contenido en omega 3”, nos recuerda. “Si alguien no tolera por ejemplo cebollas, coles, o fruta, a menudo es porque tiene ya una disbiosis -desequilibrio en la microbiota- establecida que se debe tratar”.
“Una dieta con productos ultraprocesados con azúcares refinados y añadidos, y grasas industriales proinflamatorias, favorece un tipo de microbiota obesógena y proinflamatoria”, nos revela, lo que explica cómo una dieta poco adecuada puede impedirnos perder peso, puesto que no estamos dando los pasos adecuados para lograrlo. Apostar por la comida real, frutas y verduras de calidad puede ser un buen comienzo.
“Realizar una alimentación adecuada o tomar incluso ciertas cepas de probióticos nos puede ayudar a tener una microbiota que favorezca un perfil metabólico más saludable”. Eso sí, ella lo tiene claro y prioriza la salud frente a cualquier otro beneficio que podamos obtener: “En lo que nos deberíamos centrar es en tener un metabolismo sano y no un exceso de grasa inflamatoria en el cuerpo, más que perseguir un peso determinado”.
No nos cansaremos de señalar que los factores que influyen en nuestro peso son muchos y variados. Aunque siempre nos centremos en la alimentación y el ejercicio físico, hay otros muchos que pueden hacer que subamos de peso o impedirnos perderlo. Un ritmo de vida frenético, dormir poco o con sueño de mala calidad, los problemas en el trabajo o nuestra vida personal, todo ello repercute en nuestra figura y nuestra salud.