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De vivir en la calle a ser facialista de la élite: la historia de Diana Montoya, las manos que cuidan la piel de Carolina Herrera
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De vivir en la calle a ser facialista de la élite: la historia de Diana Montoya, las manos que cuidan la piel de Carolina Herrera

Diana Montoya se ha forjado un nombre propio en el universo beauty, es esas manos a las que recurren los expertos cuando no saben quién puede

Foto: Diana Montoya (Cortesía)
Diana Montoya (Cortesía)

Diana Montoya se ha forjado un nombre propio en el universo beauty, tiene esas manos a las que recurren los expertos cuando no saben quién puede solucionar un problema. Es una facialista con una historia de superación tan extraordinaria como su talento.

Una mujer que tras 17 años a los pies de una camilla ha conseguido una corte de fieles que no cesan de pasar por su centro de Chamartín. Su historia es un relato de amor, de perdón, de trabajo duro y de superar cada pequeña piedra que la vida le ha puesto en su camino con tesón y mucha profesionalidad.

placeholder Diana con su amiga y clienta la empresaria venezolana Eliza Arcaya (Cortesía)
Diana con su amiga y clienta la empresaria venezolana Eliza Arcaya (Cortesía)

Llegamos a su salón en el corazón del barrio madrileño, donde se encuentra uno de los secretos mejor guardados de las mujeres más bellas y cuidadas de Madrid: el estudio de Diana Montoya. Nacida en un pequeño pueblo de Colombia, Diana llegó a España con apenas 19 años, sola, sin papeles y con la necesidad urgente de enviar dinero a casa para evitar perder el techo familiar. Pasó por trabajos como interna, durmió en la calle y sobrevivió con lo justo hasta que, poco a poco, fue labrándose un camino en el mundo de la estética, hoy tiene hasta una línea cosmética propia que causa sensación.

P: ¿Cómo fueron tus inicios en España?
R: Nací en un pueblecito de Colombia, a 50 kilómetros de Medellín. Éramos tres hermanos y crecimos en una familia trabajadora. Estudié en un colegio de monjas y empecé la carrera de Contaduría Pública, pero circunstancias familiares complicadas me llevaron a dejarlo y venir a España con 19 años. Los principios fueron muy duros. Al principio trabajaba como interna cuidando niños. Pero una situación con un familiar me dejó literalmente en la calle. Estuve durmiendo en bancos, guardaba mi ropa en una maleta bajo un coche abandonado. Por suerte, recordé a una chica que había conocido en un concierto, fui al metro donde me dijo que vivía y logré reencontrarme con ella. Su familia me dio posada y empecé a ayudar en su casa a cambio de comida.

Foto: Un paso fundamental para mimarnos. (Instagram @skingymco)

P: ¿Cuándo empezaste a trabajar en estética?
R: Después de varias casas como niñera, entré en una peluquería con centro de belleza. Ahí descubrí que el universo beauty era lo mío. Me formé primero en Colombia y luego hice cursos de reciclaje aquí. Empecé haciendo manicuras, pedicuras, depilación… hasta que me enamoré del cuidado facial. Llevo 11 años en este local, pero en total, trabajando de forma independiente, unos 16 o 17 años. Antes tenía un estudio pequeñito. Todo ha sido paso a paso.

P: ¿Qué diferencia tu forma de trabajar?

R: Tengo una visión muy holística. La belleza es un todo: lo que comes, si haces deporte, cómo duermes, tu salud mental... todo se refleja en la piel. Cuando una clienta entra, hablo con ella y trato de entender su situación. Cada piel es distinta y requiere un tratamiento único. Las manos tienen un efecto muy positivo a nivel sensorial y físico. Reestructuran la piel, tonifican la musculatura, activan la circulación y redefinen el óvalo facial.

P: ¿Tus tratamientos son manuales o usas también aparatología?
R: Trabajo con ambas cosas, pero creo mucho en el poder de las manos. Cada piel requiere una presión, una temperatura, un ritmo... Eso no te lo da una máquina. Las manos tienen una intuición que se entrena con los años y la experiencia. Cada tratamiento lo hago con muchísimo mimo y atención.

P: ¿Cuáles son los productos fundamentales para cuidar bien una piel sana?

R: La limpieza facial es esencial en cualquier rutina de cuidado de la piel, ya que permite que los productos actúen eficazmente. El protector solar es el producto imprescindible para mantener una piel joven y luminosa. Además, el tónico no debe olvidarse: equilibra el pH y mejora la absorción de tratamientos. Los tónicos actuales pueden incluir ingredientes como ácido hialurónico, colágeno y probióticos.

P: Se dice que tus manos son únicas, incluso Carolina Herrera ha contado que pasa por tus manos. ¿Cómo lo llevas?
R: Siempre me dicen que tengo unas manos increíbles. Mi marido fue el primero que me dijo: “Qué pena que tú no puedas saber lo que son tus manos”. Eso me marcó. Yo solo puedo decir que pongo mucho cariño y honestidad en lo que hago. Cada tratamiento lo hago con ilusión y me da igual que piel sea la que tengo en la camilla, para mí cada clienta es especial.

placeholder Diana Montoya (Cortesía)
Diana Montoya (Cortesía)

P: ¿Y cómo llegaste a tener clientas tan reconocidas?
R: Fue todo muy orgánico. Muchas clientas son mujeres conocidas, vienen porque aquí encuentran privacidad, respeto y cuidado. No se sienten observadas. Este lugar es su refugio. Les gusta mucho el trato cercano y la privacidad. En mi centro nadie la molesta, nadie las mira, y eso lo valoran mucho las personas conocidas. Las que vienen se sienten como en casa.

P: ¿Tus hijos entienden todo lo que has luchado?
R: Sí. Una vez mi hijo tuvo que escribir en el colegio sobre alguien a quien admiraba. Podía elegir a un famoso, y me eligió a mí. Dijo: "Mi madre es masajista y sale en revistas". Imagínate lo que eso significó para mí. Mi hijo mayor está a punto de hacer la prueba de entrada a ICAI, son un orgullo.

Foto: Detalle de la luminosidad de la piel de Ana de Armas en la fiesta de 'Vanity Fair' celebrada tras los Oscar. (Getty/Amy Sussman)

P: ¿Qué es lo que más valoras hoy?
R: Valoro muchísimo las cosas más simples: tener un plato de comida, una casa, ver a mis tres hijos. Cuando has pasado por la calle, cada pequeño logro se magnifica. Y aún hoy, no hay día que no me emocione al mirar a mi marido, en mi salón, mi sofá, mi mesa y mi vida. Ha sido un camino muy duro, pero también muy hermoso. Y me siento agradecida cada día.

P: Para terminar, ¿qué sueños te quedan por cumplir?
R: Me gustaría seguir aprendiendo, formar a otras personas, ayudar a más mujeres como yo a salir adelante. Este trabajo es mi pasión, pero también mi forma de devolver lo que la vida me ha dado.

Diana Montoya se ha forjado un nombre propio en el universo beauty, tiene esas manos a las que recurren los expertos cuando no saben quién puede solucionar un problema. Es una facialista con una historia de superación tan extraordinaria como su talento.

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