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¿Y si lo que necesitas para vestir bien es un uniforme?
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PROPÓSITOS 2022

¿Y si lo que necesitas para vestir bien es un uniforme?

Mujeres y hombres de diversos ámbitos han convertido esta exitosa fórmula en su marca personal

Foto: Anna Wintour. (Getty)
Anna Wintour. (Getty)

En contraposición a la nueva generación de celebrities eclécticas y vanguardistas, que fusionan, combinan y saltan de un extremo al otro de la moda a menudo sin pasar por puntos intermedios, existe un pequeño, pero selecto reducto de personas de diferentes disciplinas que se ha creado su propio uniforme sin necesidad de llevarlo. No hay convenio colectivo ni código de vestimenta en sus respectivas profesiones que les obliguen a vestir siempre igual, pero ellos lo hacen; es parte de su marca personal. Y casi todos ellos tienen un detalle muy importante en común: visten bien. Algunos incluso sin quererlo.

Foto: Fran Lebowitz, en el festival de cine de Tribeca, en Nueva York. (EFE)

La escritora Fran Lebowitz es la abanderada de esta corriente estética. Inconfundible es su combinación favorita: vaqueros con los bajos vueltos, camisa blanca, americana y calzado marrón. Pero este, aunque reducido, es un grupo compuesto por un grupo selecto de nombres. Del presente y también del pasado. Steve Jobs y sus jeans y jerséis de cuello vuelto, Carolina Herrera y sus camisas blancas y faldas negras, Mark Zuckerberg y su gusto por los vaqueros y las camisetas grises, Karl Lagerfeld y su icónico y añorado desde su muerte traje negro con levita, camisa, pantalón ajustado y corbata fina negra acompañado de guantes y gafas.

placeholder Fotograma del episodio de '7 días antes', dedicado a Karl Lagerfeld. (Netflix)
Fotograma del episodio de '7 días antes', dedicado a Karl Lagerfeld. (Netflix)

También pertenecen a él Giorgio Armani y sus total looks en color negro, mismo concepto que interpreta a su manera el cocinero Ferran Adrià, entre otros. Si hubieran formado un club, este debería tener como presidente de honor a Albert Einstein, que patentó muchas cosas en su vida, entre ellas (no literalmente), el abrigo de cuero de color tabaco.

Y eso por no hablar de aquellos famosos que no vistiendo siempre igual repiten casi siempre la misma fórmula: el cantante Leiva y su combo pitillos+sombrero o Sofía Vergara y su idilio con el escote corazón y las siluetas sirena son dos ejemplos antagónicos de ello, ambos igual de ilustrativos.

placeholder Sofía Vergara, en una imagen de sus redes sociales. (Instagram @sofiavergara)
Sofía Vergara, en una imagen de sus redes sociales. (Instagram @sofiavergara)

Un paso adelante hacia un armario sostenible

Lo cierto es que todos los que alguna vez hemos llevado uniforme somos conscientes de sus ventajas. Si fuiste al cole con él, te aburriste de escuchar el mismo argumento de tus padres durante tres lustros: “Es lo más cómodo porque así no tengo que pensar qué ropa ponerle”. Si practicaste algún deporte de equipo, acentuaba tu sentimiento de pertenencia al grupo y te facilitaba la comunicación cuando se trataba de hablar o identificar a los equipos rivales. Si, en cambio, era un deporte individual tu especialidad, el uniforme, te gustara más o menos ir a entrenar, alimenta tu nostalgia. Y si lo llevaste o llevas en el trabajo, no le tienes especial cariño seguramente, pero eres consciente de que te ahorra tiempo, y ya sabemos que el tiempo es oro.

placeholder Fotograma cedido. (HBO Max)
Fotograma cedido. (HBO Max)

Como bien dice la periodista Andrea Whittle en un artículo para 'WMagazine', “a los defensores de los uniformes les gusta promocionar su efectividad para prevenir la fatiga de las decisiones, despejando espacio en su mente para consideraciones más importantes. También eliminan cualquier duda sobre si lo que llevas puesto es apropiado para el entorno o, en el caso de algunos deportes y profesiones, si es adecuado para la actividad en cuestión”. Pero ¿de verdad se puede vestir bien yendo siempre igual, con un uniforme?

Rosa Iglesias, licenciada en Publicidad y RRPP, especialista en imagen y marca personal, tiene claro que “depende de cómo se interprete el concepto de uniforme en cuestión”. Para Iglesias, conocida en redes como El Estilario, “si es uniforme denominando un estilo propio en cuanto a recurrir a un determinado tipo de prendas o de colores que nos definen, sí es positivo porque es el camino hacia el armario cápsula, por ejemplo”. Esto es una forma muy eficaz, añade, de avanzar hacia un armario sostenible porque “limita el número de compras y aligera, por tanto, el armario”

placeholder Giorgio Armani, en Milano Moda Donna. (EFE/Mourad Balti Touati)
Giorgio Armani, en Milano Moda Donna. (EFE/Mourad Balti Touati)

Sin embargo, la experta advierte de que hay forma equivocada de interpretar el concepto uniforme. “Si nos referimos a uniforme por el uso de prendas 'salvamento' -no sabemos qué ponernos, qué nos favorece, cuál es nuestro estilo o qué nos gusta (razón por la que no nos atrevemos a probar nada nuevo) y por tanto recurrimos siempre al mismo conjunto con leves variaciones que nos da esa seguridad ficticia-, entonces no es positivo porque obstruye el acceso al estilo propio y no nos deja disfrutar de la ropa ni de nuestra imagen personal”, señala.

El poder de la marca personal

De lo que no hay dudas es de que vestir con un uniforme personal es una fórmula efectiva para potenciar una marca personal. No parece casualidad que se repita tanto este esquema, por ejemplo, en la televisión. ¿Quién no reconoce, a grandes rasgos, el look estándar de Pablo Motos en ‘El hormiguero’, de Andreu Buenafuente en ‘Leit Motiv’ o de Ellen DeGeneres en su show en la televisión norteamericana? “La ropa comunica y la manera de vestir es un potente elemento de comunicación no verbal. Por tanto, es interesante aspirar a tener cierto sello personal a través de lo que vestimos. Que nos represente, que acerque la imagen mental que tenemos de nosotros mismos al resto de las personas. Nos está diciendo que se conoce, que sabe quién es y sabe cómo comunicarlo”, apunta al respecto Rosa Iglesias, que es partidaria de “definir sólidamente el estilo propio: quién soy, cómo me veo, cómo quiero que me vean los demás. Y vestirse para hacerlo llegar, sin disfraces. Si se sigue este camino, la creatividad no termina ni se queda de lado. Por muy cohesionado o muy minimalista que sea nuestro armario siempre podremos seguir experimentando”, asegura.

placeholder Ellen DeGeneres. (Reuters/Mario Anzuoni)
Ellen DeGeneres. (Reuters/Mario Anzuoni)

La atemporalidad es una de las claves de por qué se puede vestir bien a través de un uniforme personal, ya que este casi siempre está compuesto por básicos. “Nos permite variaciones infinitas”, puntualiza Iglesias. Sin embargo, la experta en imagen personal matiza que “no es lo mismo vestir siempre siguiendo una misma línea que vestir siempre igual. Y tampoco es lo mismo vestir siempre igual por decisión propia que hacerlo por no saber qué otro camino tomar, qué otras prendas elegir. La actitud de la persona llevando ese 'uniforme' será la que nos diga si quiere comunicar esa imagen de sí misma o si necesita una ayuda para encontrarse”. En definitiva, la especialista concluye que “se trata más de tener una línea estética que de un único look”.

¿Cómo crear el uniforme personal?

La mayor virtud, en opinión de Rosa Iglesias, del uniforme personal es cuando se utiliza como “conjunto socorro”, tal y como ella lo define. Se trata de esa combinación infalible pensada tiempo atrás que permanece vigente con el paso del tiempo y es perfecta para momentos de prisa o días en los que no apetece pensar qué ponerse. “Es un look acorde a lo que somos, a nuestra esencia y nos permite no romperla aunque la situación nos presione con prisas. [...] Todos deberíamos tener uno en la recámara para evitar meteduras de pata”, argumenta.

placeholder Anna Wintour y Hamish Bowles.  (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Anna Wintour y Hamish Bowles. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Más allá de gustos personales y de qué ropa siente mejor o peor en función de la persona que la luzca, hay determinadas prendas que son comodines. Rosa Iglesias se queda con el siguiente look de cara al invierno: “De forma genérica, podría ser un pantalón que no sea vaquero, con un jersey de punto fino, un plumífero bonito y unos botines planos”. En su opinión, “tanto te lo llevas de paseo como a trabajar: siempre te salva”.

¿Y no es demasiado fácil pecar de aburrido y anodino con esta mezcla tan manida? Depende de cómo sean las prendas en cuestión. La clave para que un uniforme se convierta en un outfit con estilo propio “es que las prendas que lo conforman sean especiales”, dice Iglesias. “Un armario con cortes diferentes, con poco, pero especial y atemporal, es la clave”, concluye.

En contraposición a la nueva generación de celebrities eclécticas y vanguardistas, que fusionan, combinan y saltan de un extremo al otro de la moda a menudo sin pasar por puntos intermedios, existe un pequeño, pero selecto reducto de personas de diferentes disciplinas que se ha creado su propio uniforme sin necesidad de llevarlo. No hay convenio colectivo ni código de vestimenta en sus respectivas profesiones que les obliguen a vestir siempre igual, pero ellos lo hacen; es parte de su marca personal. Y casi todos ellos tienen un detalle muy importante en común: visten bien. Algunos incluso sin quererlo.

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