Carla Bruni en el juzgado: zapatillas deportivas, trenca y un look que desarma al traje de Sarkozy
Mientras Nicolás Sarkozy enfrenta un nuevo capítulo judicial por financiación ilegal de campaña electoral, su esposa, la ex primera dama Carla Bruni, acapara titulares no solo por su constante apoyo, sino también por su estilo sartorial decididament
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El expresidente francés se encuentra en pleno proceso de apelación por el llamado “caso Bygmalion”, en el que ya fue condenado a un año de prisión por financiación ilegal durante su campaña presidencial de 2012. Aunque ha apelado, la presencia mediática es inevitable, y en ese escenario Bruni se presenta con un atuendo que llama la atención por su desenfado chic.
En una estampa que recuerda a una escena de una película contemporánea, Bruni entra al Palacio de Justicia de París del brazo de su marido vestida de pies a cabeza con una mezcla de piezas relajadas, neutras y aparentemente poco pensadas, pero cuidadosamente calculadas para proyectar una imagen concreta: la de alguien que no tiene nada que demostrar. Su look, sorprendentemente casual para la solemnidad del entorno, se apoya en básicos de fondo de armario elevados por su actitud relajada y la presencia de lujo silencioso.
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La primera sorpresa visual son las zapatillas blancas, unas deportivas clásicas que contrastan de forma brutal —y deliberada— con el traje de raya diplomática de Sarkozy. Mientras él aparece impecable con camisa blanca y corbata azul marino, siguiendo el código de vestimenta esperable en una comparecencia judicial, ella irrumpe con una imagen que roza lo normcore: pantalones holgados de corte masculino, blusa negra de seda ligeramente abierta y una americana de sastrería en tono gris con textura. Este blazer oversize, que parece robado del armario de su marido, equilibra lo formal con lo desestructurado, desmarcándola una vez más de los cánones clásicos de la elegancia femenina institucional.
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Bruni lleva además un maxibolso acolchado negro —probablemente Chanel, aunque sin logos visibles— que añade peso visual al conjunto, acentuando el carácter práctico y urbano de su estilismo. Las gafas de sol grandes y oscuras, con cierto aire setentero, funcionan no solo como escudo frente a los flashes, sino también como marca de identidad. En Carla, las gafas son parte del look, no un accesorio de paso.
Este contraste entre ambos no es nuevo. Desde los años del Elíseo, Carla y Nicolás han mostrado estilos opuestos que, lejos de chocar, se complementan. Él, siempre aferrado al uniforme del poder masculino: trajes entallados, camisas pulcras, corbatas discretas. Ella, camaleónica, pero con un aire despreocupado, que bebe tanto del chic parisino como del espíritu bohemio de su carrera musical. Bruni no necesita reafirmar su estatus a través de la ropa; su forma de vestir transmite una libertad que pocas figuras públicas se permiten en situaciones de alta exposición.
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Y, sin embargo, este "casual" no es descuido: es una narrativa. En tiempos donde la moda se ha convertido en una poderosa herramienta de comunicación no verbal, Carla Bruni decide mostrarse como una esposa fiel, sí, pero también como una mujer moderna, con criterio propio, que no está dispuesta a disfrazarse de lo que no es. Su elección de prendas transmite cercanía, humanidad e incluso cierto desdén por las formas impostadas. En un mundo en el que se espera que toda mujer pública vista con rigidez en actos oficiales, ella responde con un “no gracias” estilístico que habla por sí solo.
En definitiva, el estilismo de Carla Bruni en el juzgado no es solo moda: es una declaración. Una manera de apoyar, sin mimetizarse, de estar presente, sin someterse al protocolo. Es también una demostración de cómo el estilo personal, bien entendido, puede decir más que cualquier comunicado oficial. Frente al traje riguroso de Sarkozy, sus deportivas blancas no solo caminan: pisan fuerte.
El expresidente francés se encuentra en pleno proceso de apelación por el llamado “caso Bygmalion”, en el que ya fue condenado a un año de prisión por financiación ilegal durante su campaña presidencial de 2012. Aunque ha apelado, la presencia mediática es inevitable, y en ese escenario Bruni se presenta con un atuendo que llama la atención por su desenfado chic.