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Isla de Ré: vas a querer ir a este paraíso del buen gusto (muy Carolina de Mónaco)
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Isla de Ré: vas a querer ir a este paraíso del buen gusto (muy Carolina de Mónaco)

Porque tiene un faro desde el que se pueden ver ballenas y hasta olas cuadradas (y no es mitología), porque su naturaleza y mar aún son salvajes, por su arquitectura típica... y por sus malvarrosas

Foto: Un rinconcito de la Isla de Ré. (Destination Île de Ré ©Jérôme Léchelle)
Un rinconcito de la Isla de Ré. (Destination Île de Ré ©Jérôme Léchelle)

No hay por qué cruzar los mares ni irse al otro lado de la tierra conocida para dar con un paraíso de los que nos suelen emocionar. En la vecina Francia, frente a ese territorio marino por excelencia que es La Rochelle, hay una isla que es la quintaesencia del glamour, como estar en París pero rodeados del Atlántico y con posibilidad remota, pero romántica a más no poder, de ver ballenas desde un mirador que ya de por sí vale el viaje, aunque esto ya no sea la Belle Époque ni podamos asomarnos al infinito vestidos para posar, por ejemplo, para Sorolla. Nos vamos a Ré, a esa isla que es tan tan Carolina de Mónaco. Puro chic y... con malvarrosas. Y al ladito, Oléron, que también tiene su aquel. Partimos.

Île de Ré, en el Charente Marítimo

Para colmo, te la podrás recorrer enterita y casi a pie, y no digamos en bicicleta, que es lo que le va; está atravesada toda ella por carriles bici. ¿Coche? ¿Quién dijo coche? Porque tan solo tiene 30 kilómetros de largo y 5 de ancho y es completamente plana. Por cierto, no hay que coger el barco para llegar, porque un puente de peaje y casi tres kilómetros (2,9) te llevará, en un viaje emocionante y sorprendente, sobre las salinas, hasta ella.

Una vez allí, puedes ir trazando el mapa de sus diez pueblecitos: Rivedoux-Plage, La Flotte, el más antiguo y con mercado imprescindible, Sainte Marie-de Ré… o Saint-Martin de Ré, la capital, con boutiques que practican el boho chic y restaurantes tan coquetos como cosmopolitas. Cuesta imaginar que un lugar tan paradisiaco, donde el mar sigue siendo tan virgen, pese al turismo (exclusivo, eso sí), estuvo fortificado durante la Segunda Guerra Mundial por parte de las tropas alemanas. Uno solo se lo imagina idílico. Estamos en el departamento del Charente Marítimo, en la región de Nueva Aquitania.

La Costa Azul en el Atlántico

Tiene todo el charme de la Costa Azul, del Mougins que enamoró a Picasso, del Cassis que sedujo a Virginia Woolf, del increíble Menton de Jean Cocteau, del siempre en la memoria Antibes… Playas donde el mar sigue depositando sus tesoros (ofiuras, gorgonias, infinitas conchas y caracolas), calles recoletas adornadas con casas preciosas de postigos y ventanas de colores, edificios singulares y todo el encanto del café más literario del París bohemio. Tal vez con algo de nuestra Formentera, de nuestra Menorca e incluso de nuestro Cabo de Gata, de ese Rodalquilar cada vez más exquisito. Aquí no se cultivan las flores que irán a parar al más deseado frasco de perfume, como en Grasse (bendita Provenza), pero su mar deja también la flor de sal con la que se adereza la mejor de las gastronomías. Juliette Binoche, Gerard Depardieu o Jean Reno lo saben: tienen casa aquí.

placeholder Uno de los rincones de la isla de Ré. (Cortesía L’Hôtel de Toiras & Villa Clarisse)
Uno de los rincones de la isla de Ré. (Cortesía L’Hôtel de Toiras & Villa Clarisse)

El faro de las Ballenas

Solo por llegar hasta aquí, en el extremo oeste de la isla, ya merece la pena el viaje, porque el lugar no podía ser ni más evocador ni más romántico. Sin duda, el Phare des Baleines, levantado en 1854, es un canto de sirena al que sucumbir, sin taparse los oídos. No solo porque se pueden ver olas cuadradas (con un poco de suerte las verás, no es un farol), producidas por el choque de dos mares de fondo, un fenómeno natural la mar (otra vez) de extraño, sino porque su torre de 57 metros de altura te permitirá situarte, tras subir sus 257 escalones, en lo más alto, gozar de fantásticas vistas y sentirte, vértigo incluido, en la proa de un barco. Y qué mejor que aquí...

placeholder El maravilloso Faro de las Ballenas, en la isla de Ré. (©Lesley Williamson)
El maravilloso Faro de las Ballenas, en la isla de Ré. (©Lesley Williamson)

No te lo pierdas. Recapitulando…

Desde la región Nouvelle-Aquitaine, nos lo dan mascadito. Lo que no te puedes perder en la isla de Ré bajo ningún concepto son las fortificaciones de Vauban (Patrimonio de la Humanidad), el campanario observatorio (117 peldaños y el regalo de la panorámica) y el puerto de Saint Martin, el mercado cubierto de La Flotte, la abadía des Châteliers, el ya dicho faro de las Ballenas, el campanario de Ars de Ré, el fuerte de la Prée y las marismas que son salinas.

En cuanto a qué hacer, apunta: un pícnic en la Conche, iniciarte en la pesca a pie en Martray, adentrarte en la naturaleza salvaje de la Reserva Natural de Lilleau des Niges (con miles de aves migratorias), pasear por la playa des Gollandières en Bois-Plage, cenar en una cabaña ostrícola, hacer una ruta en bici entre los pinos y las dunas, y ver la puesta de sol en la zona intermareal de Saint Marie. Apetecible no, lo siguiente.

placeholder El mar, la arquitectura, los barcos, así es Ré. (Cortesía L’Hôtel Toiras & Villa Clarisse)
El mar, la arquitectura, los barcos, así es Ré. (Cortesía L’Hôtel Toiras & Villa Clarisse)

¿Qué saborear? Se nos tienta con la cerveza de Ré, las ostras, los helados de la Martinière, las patatas ratte DOP, los quesos de cabra Lefort, la chaudrée charentaise (sopa de pescado), el pineau Ilrhéa (licor) o una éclade de mejillones (moules, en francés). Como souvenir, además de lo dicho, considera la posibilidad de llevarte alguna obra de un artista local, que los hay (en estos sitios, siempre los hay...).

Dónde comer

La Table d’Olivia, dentro de L’Hôtel de Toiras & Villa Clarisse, es perfecto para probar la cocina tradicional atlántica. Además, su chef solo trabaja con pescado capturado en la isla por pequeñas embarcaciones a lo largo de esta costa y ostras con certificación orgánica.

placeholder La Table d'Olivia, lujo gastronómico en Ré. (Cortesía)
La Table d'Olivia, lujo gastronómico en Ré. (Cortesía)

Dónde dormir

En el mismo L’Hôtel Toiras & Villa Clarisse, que es un Relais & Château con todo el encanto, que es mucho, de la isla: el primero es una casa de armador del siglo XVIII con ventanas que miran al puerto en Saint Martin de Ré, y el segundo, un palacete del XVIII. Precio: desde 231 euros.

No hay por qué cruzar los mares ni irse al otro lado de la tierra conocida para dar con un paraíso de los que nos suelen emocionar. En la vecina Francia, frente a ese territorio marino por excelencia que es La Rochelle, hay una isla que es la quintaesencia del glamour, como estar en París pero rodeados del Atlántico y con posibilidad remota, pero romántica a más no poder, de ver ballenas desde un mirador que ya de por sí vale el viaje, aunque esto ya no sea la Belle Époque ni podamos asomarnos al infinito vestidos para posar, por ejemplo, para Sorolla. Nos vamos a Ré, a esa isla que es tan tan Carolina de Mónaco. Puro chic y... con malvarrosas. Y al ladito, Oléron, que también tiene su aquel. Partimos.

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